"Nadie tendría que amenazar jamás la existencia del otro", señala sobre el conflicto entre Israel e Irán León XIV apela (de nuevo) a la unidad y previene frente a "las ideologías" : "Distinguir es útil, pero nunca dividir"

El papa León XIV reanudó esta mañana, desde la basílica de San Pedro, las audiencias jubilares que Francisco había iniciado el pasado mes de enero, y lo hizo con una catequesis en donde glosó la figura de San Ireneo de Lyon
Hizo alusión el papa Prevost a las "divisiones doctrinales" que encontró el santo dentro de la comunidad cristiana, pero que "los conflictos internos y la persecución externa no lo desanimaron"
El Papa instó a seguir los pasos de Ireneo, "maestro de unidad", que "nos enseña a no oponernos, sino a conectar. Hay inteligencia no donde separa, sino donde conecta. Distinguir es útil, pero nunca dividir. Jesús es vida eterna entre nosotros: une los opuestos y hace posible la comunión"
En el saludo a los italianos, aprovechó el Papa para lanzar un claro llamamiento a la paz en Oriente Medio tras la escalada entre Israel e Irán. "En estos días nos llegan noticias que nos causan mucha preocupación. Se ha deteriorado gravemente la situación entre Irán e Israel, en un momento delicado. Deseo renovar con fuerza mi llamamiento a la responsabilidad y a la razón"
El Papa instó a seguir los pasos de Ireneo, "maestro de unidad", que "nos enseña a no oponernos, sino a conectar. Hay inteligencia no donde separa, sino donde conecta. Distinguir es útil, pero nunca dividir. Jesús es vida eterna entre nosotros: une los opuestos y hace posible la comunión"
En el saludo a los italianos, aprovechó el Papa para lanzar un claro llamamiento a la paz en Oriente Medio tras la escalada entre Israel e Irán. "En estos días nos llegan noticias que nos causan mucha preocupación. Se ha deteriorado gravemente la situación entre Irán e Israel, en un momento delicado. Deseo renovar con fuerza mi llamamiento a la responsabilidad y a la razón"
El papa León XIV reanudó esta mañana, desde la basílica de San Pedro, las audiencias jubilares que Francisco había iniciado el pasado mes de enero, y lo hizo con una catequesis en donde glosó la figura de San Ireneo de Lyon, lo que –dado su origen, nacido en Asia Menor– le sirvió desde el inicio para señalar que "incluso hoy, las comunidades migrantes son presencias que reavivan la fe en los países que las acogen. El Evangelio viene de fuera. Ireneo conecta Oriente y Occidente. Esto ya es un signo de esperanza, porque nos recuerda cómo los pueblos se enriquecen mutuamente".
Hizo alusión el papa Prevost a las "divisiones doctrinales" que encontró el santo dentro de la comunidad cristiana, pero destacó que "los conflictos internos y la persecución externa no lo desanimaron". "Al contrario –añadió– , en un mundo fragmentado, aprendió a pensar mejor, centrando su atención cada vez más en Jesús. Se convirtió en cantor de su persona, más aún, de su carne. Reconoció, de hecho, que en Él lo que nos parece opuesto se recompone en unidad. Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une. Debemos permanecer en Él y distinguir la realidad de las ideologías".
"Incluso hoy, las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar. La carne, sin embargo, es de lo que estamos hechos todos; es lo que nos une a la tierra y a las demás criaturas. La carne de Jesús debe ser acogida y contemplada en cada hermano y hermana, en cada criatura. Escuchemos el grito de la carne, escuchemos cómo nos llama el dolor ajeno", prosiguió el Papa en su catequesis.

Frente a ello, el Papa instó a seguir los pasos de Ireneo, "maestro de unidad", que "nos enseña a no oponernos, sino a conectar. Hay inteligencia no donde separa, sino donde conecta. Distinguir es útil, pero nunca dividir. Jesús es vida eterna entre nosotros: une los opuestos y hace posible la comunión".
"Somos peregrinos de esperanza, porque entre las personas, los pueblos y las criaturas se necesita alguien que decida caminar hacia la comunión. Otros nos seguirán. Como Ireneo en Lyon en el siglo II, así en cada una de nuestras ciudades volvemos a tender puentes donde hoy hay muros. Abramos puertas, conectemos mundos y habrá esperanza", concluyó el Papa antes de los saludos a los fieles presentes en la basílica.

En el saludo a los italianos, aprovechó el Papa para lanzar un claro llamamiento a la paz en Oriente Medio tras la escalada entre Israel e Irán. "En estos días nos llegan noticias que nos causan mucha preocupación. Se ha deteriorado gravemente la situación entre Irán e Israel, en un momento delicado. Deseo renovar con fuerza mi llamamiento a la responsabilidad y a la razón", comenzó diciendo.
"El compromiso para construir un mundo más seguro y libre de la amenaza nuclear se tiene que conseguir a través de un encuentro respetuoso y en diálogo sincero para edificar la la duradera, fundada en la justicia, la fraternidad y el bien común. Nadie tendría que amenazar jamás la existencia del otro. Es un deber de todos los países sostener la causa de la paz, iniciando caminos de reconciliación y favoreciendo soluciones que garanticen la seguridad y la dignidad para todos", expresó el Papa en una contundente apelación a las partes, pero también a la comunidad internacional.
Catequesis del Papa
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz sea con vosotros! Queridos hermanos y hermanas:
Esta mañana se reanudan las Audiencias Jubilares especiales que el Papa Francisco inició en enero, proponiendo cada vez un aspecto particular de la virtud teologal de la esperanza y una figura espiritual que la ha testimoniado. ¡Continuemos, pues, el camino iniciado, como peregrinos de la esperanza!
Nos une la esperanza transmitida por los Apóstoles desde el principio. Los Apóstoles vieron la tierra unida al cielo en Jesús: con sus ojos, oídos y manos acogieron la Palabra de vida. El Jubileo es una puerta abierta a este misterio. El Año Jubilar conecta el mundo de Dios con el nuestro de forma más radical. Nos invita a tomar en serio lo que rezamos cada día: «En la tierra como en el cielo». Esta es nuestra esperanza. Este es el aspecto que nos gustaría explorar hoy: esperar es conectar.

Uno de los grandes teólogos cristianos, el obispo Ireneo de Lyon, nos ayudará a reconocer la belleza y la actualidad de esta esperanza. Ireneo nació en Asia Menor y se educó entre quienes habían conocido directamente a los Apóstoles. Luego vino a Europa, porque en Lyon ya se había formado una comunidad de cristianos de su tierra. ¡Qué bien nos hace recordar esto aquí, en Roma, en Europa! El Evangelio llegó a este continente desde fuera. Incluso hoy, las comunidades migrantes son presencias que reavivan la fe en los países que las acogen. El Evangelio viene de fuera. Ireneo conecta Oriente y Occidente. Esto ya es un signo de esperanza, porque nos recuerda cómo los pueblos se enriquecen mutuamente.
Sin embargo, Ireneo tiene un tesoro aún mayor que ofrecernos. Las divisiones doctrinales que encontró dentro de la comunidad cristiana, los conflictos internos y la persecución externa no lo desanimaron. Al contrario, en un mundo fragmentado, aprendió a pensar mejor, centrando su atención cada vez más en Jesús. Se convirtió en cantor de su persona, más aún, de su carne. Reconoció, de hecho, que en Él lo que nos parece opuesto se recompone en unidad. Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une. Debemos permanecer en Él y distinguir la realidad de las ideologías.
Queridos hermanos y hermanas, incluso hoy las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar. La carne, sin embargo, es de lo que estamos hechos todos; es lo que nos une a la tierra y a las demás criaturas. La carne de Jesús debe ser acogida y contemplada en cada hermano y hermana, en cada criatura. Escuchemos el grito de la carne, escuchemos cómo nos llama el dolor ajeno. El mandamiento que hemos recibido desde el principio es el del amor mutuo. Está escrito en nuestra carne, antes que cualquier ley.
Ireneo, maestro de unidad, nos enseña a no oponernos, sino a conectar. Hay inteligencia no donde separa, sino donde conecta. Distinguir es útil, pero nunca dividir. Jesús es vida eterna entre nosotros: une los opuestos y hace posible la comunión.
Somos peregrinos de esperanza, porque entre las personas, los pueblos y las criaturas se necesita alguien que decida caminar hacia la comunión. Otros nos seguirán. Como Ireneo en Lyon en el siglo II, así en cada una de nuestras ciudades volvemos a tender puentes donde hoy hay muros. Abramos puertas, conectemos mundos y habrá esperanza.
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