El Papa celebra sus 43 años de sacerdocio Luis Marín: "León XIV está convencido de que una Iglesia sinodal es más fiel al Evangelio"

Monseñor Luis Marín de San Martín pinta un intenso retrato del Papa León XIV, en el 43º aniversario de su ordenación sacerdotal
Destaca su espiritualidad agustiniana, su estilo sinodal, su atención a los signos de los tiempos y su pasión misionera: «Un Papa de diálogo, de paz, que vive el Evangelio junto al pueblo».
| Richard Benotti
(SIR).- Es un hombre de Dios, de profunda oración, que vive el sacerdocio al servicio de la Iglesia y del pueblo. Monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo, recuerda los 43 años de la ordenación sacerdotal del papa León XIV, que se celebran hoy. Agustino como él, compartió su espiritualidad y trayectoria eclesial. Relata su visión de la Iglesia, su espíritu misionero, su pasión por la sinodalidad y su confianza en una fe vivida con sencillez, escucha y caridad.
Excelencia, ¿qué tipo de sacerdote ha conocido en el Papa a lo largo de los años?
Es un hombre de Dios. Vive la experiencia de Cristo resucitado con fuerza y autenticidad. Es un hombre de profunda oración, que celebra la Eucaristía con intensidad, como el centro de su vida. Su sacerdocio está indisolublemente ligado al de Cristo, vivido como servicio, disponibilidad y amor a la Iglesia. Vive la dimensión agustiniana del «Cristo total», es decir, cabeza y miembros en una unidad inseparable: no hay Cristo sin la Iglesia, ni Iglesia sin Cristo.
¿Cuán presente está la huella agustiniana en su forma de ser sacerdote?
El Papa León se presentó desde el principio como «hijo de san Agustín, agustino». Es del carisma agustiniano que emana su servicio sacerdotal. Sobre todo en cuanto a la comunión con Cristo y, en Cristo, con todos los hermanos y hermanas.
La suya es una espiritualidad encarnada, que se traduce en amor concreto a la comunidad y en un servicio vivido con humildad y dedicación.
En la vida agustiniana, la comunidad es central, pero entendida en un sentido muy fuerte: el de tener una sola alma y un solo corazón que se acerca a Dios. Desde aquí, el discernimiento se realiza en conjunto, se vive la corresponsabilidad y la fraternidad se concreta. Todo esto se refleja en su estilo pastoral, profundamente eclesial y comunitario.

Es un Papa que impresiona por su sencillez. ¿De dónde proviene esta sensibilidad?
Es un hombre sencillo pero no ingenuo, amable pero no inseguro, paciente pero no débil. Es su carácter, pero cultivado en la oración y la actividad pastoral. Su gran sensibilidad proviene de la experiencia de Cristo, el Buen Pastor. Tiene una fuerte dimensión social que lo acerca a los que sufren, a los marginados. Es un hombre que ama la justicia, que camina con el pueblo, que escucha. Su sacerdocio es popular en el sentido más profundo: estar con, servir, compartir, acompañar.
En sus primeros pasos como Pontífice, habló a menudo de la sinodalidad. ¿Por qué es un tema tan central para él?
Porque la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia y también forma parte del modo de ser de la Orden Agustiniana. Caminar juntos, practicar la escucha mutua y la corresponsabilidad, es para él una realidad cotidiana, no un eslogan.
Lo vivió como religioso y como obispo, y lo vive hoy como Papa. Está convencido de que una Iglesia sinodal es más fiel al Evangelio.
¿Se ha convertido la sinodalidad en un estilo de gobierno?
Sí, siempre lo ha sido. Como prior general, trabajó en equipo y respetó el principio de subsidiariedad. En Chiclayo existían estructuras de corresponsabilidad e involucró a todos en la elaboración del programa pastoral. Como prefecto, participó activamente en el proceso sinodal, con intervenciones específicas y concretas, incluso en dos de los grupos de trabajo sinodales. Incluso hoy, no trabaja de forma individualista ni solitaria, sino que escucha, no centraliza y, tras reflexionar, decide con responsabilidad y resolución.

Uno de los aspectos centrales de su ministerio parece ser la atención a los «signos de los tiempos».
La Palabra se hace carne, el Evangelio se encarna en la historia. Es necesario conocer nuestro tiempo para responder a sus desafíos, para evangelizar.
El Papa León no es un hombre abstracto ni teórico, sino que está inmerso en el mundo.
Habló sobre inteligencia artificial, paz, guerra y la vida real de las personas. Sabe interpretar la realidad para servir mejor, para llevar el Evangelio donde aún no ha llegado.
¿Cuánto le ha influido su condición de misionero?
Profundamente. Tiene alma misionera y siente una fuerte vocación evangelizadora. Unos años después de su ordenación sacerdotal, viajó a Perú, a la zona de misión. Vivió en realidades muy diferentes: Chicago, Chiclayo, Roma. Siendo superior general, visitó las comunidades agustinas repartidas por todo el mundo. Tiene un gran corazón y una mente abierta; conoce idiomas, culturas y personas. Es un hombre que construye puentes, que une.
¿Qué clase de pastor es?
Sereno, reflexivo, incansable. Trabaja con ahínco, con método y precisión. Es teólogo, canonista, matemático. Pero sobre todo, es un hombre de escucha. Es un guía que acompaña, no domina. Tiene gran capacidad de liderazgo.

¿Y qué hay del papel de los laicos?
Partimos del bautismo, no de una perspectiva clerical. Todos los bautizados son corresponsables en la misión de la Iglesia. No es un don ni una concesión que se les da a los laicos, es su vocación. Podemos hablar de corresponsabilidad diferenciada, nunca de asamblearismo. Cada uno participa con lo que le es propio, sin confundir roles, sino valorando a todos. Es sinodalidad vivida.
Se decía que se necesitaba un Papa de síntesis. ¿Cree que León XIV lo es?
El papa León no fomenta la polarización. La Iglesia no es un espacio de confrontación, sino una comunión donde todos somos hermanos y hermanas, no enemigos. Y todos buscamos el bien de la Iglesia en colaboración. Él es un pontífice, en el sentido más profundo: un constructor de puentes. Busca la unidad, la comunión, pero valora las diferencias. ¿La clave? La caridad. Si hay caridad, la diversidad nos enriquece. Si falta, nos divide.
¿Qué imagen de la Iglesia puede resumir la visión del Papa?
La de la Iglesia como familia de Dios, porque en la Iglesia, como en una familia, todos tienen un papel, pero todos participan con amor. El padre, la madre, los hijos: todos son diferentes, pero nadie está excluido.

Es la imagen de una Iglesia viva, inclusiva, afectuosa y corresponsable. Un cuerpo en el que cada miembro es importante.
En estos tiempos marcados por la guerra, León XIV trae un mensaje de paz.
El cristiano vive de la esperanza. La paz no es una utopía: es Cristo resucitado. La fe del Papa es profunda, y de ella nace la esperanza. La guerra y la muerte no tienen la última palabra. La última palabra es la resurrección. Y esta es la paz que debemos presenciar, desde nuestra vida cotidiana.
En definitiva, ¿qué tipo de Papa será?
Un creyente, un hombre de fe, que ama profundamente a la Iglesia y conoce muy bien nuestro mundo. Que cree en la caridad como clave para la convivencia. Tranquilo y reflexivo, dinámico y valiente. León XIV llevará adelante con serenidad y profundidad una historia de servicio y comunión. Será un gran Papa, estoy seguro.
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