León XIV preside la ceremonia en una plaza de San Pedro abarrotada John Henry Newman ya es Doctor de la Iglesia: "¡No permitamos que el pesimismo nos venza!"
El Papa destacó "la imponente estatura cultural y espiritual de Newman", que "servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito"
"Cuando pienso en las escuelas y en las universidades, las considero como laboratorios de profecía, en donde la esperanza se vive, se manifiesta y se propone continuamente"
"La santidad se propone a todos, sin excepción, como un camino personal y comunitario trazado por las Bienaventuranzas"
"No lo olvidemos: en el centro de los itinerarios educativos no deben estar individuos abstractos, sino personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. Estamos llamados a formar personas, para que brillen como estrellas en su plena dignidad"
"La santidad se propone a todos, sin excepción, como un camino personal y comunitario trazado por las Bienaventuranzas"
"No lo olvidemos: en el centro de los itinerarios educativos no deben estar individuos abstractos, sino personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. Estamos llamados a formar personas, para que brillen como estrellas en su plena dignidad"
Todo estaba listo en el Vaticano para la primera declaración de un doctor de la Iglesia desde san Gregorio de Narek, designado por Francisco en 2015. Un gran tapiz con la imagen de John Henry Newman presidía la balconada de la plaza de San Pedro en el momento en que León XIV lo proclamaba nuevo doctor y, a la vez, copatrono, junto a Tomás de Aquino, de las personas que forman parte del proceso educativo.
Una ceremonia, inserta dentro del Jubileo del Mundo Educativo, que a lo largo de toda la semana ha llenado hasta los topes la mayor plaza de la Cristiandad. Además, en el contexto de la celebración del Día de Todos los Santos. En su homilía, Prevost trazó las bases de la educación católica sobre el ejemplo de las Bienaventuranzas, al tiempo que destacó "la imponente estatura cultural y espiritual de Newman", que "servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito, dispuestas a realizar, por medio de la investigación y del conocimiento, aquel viaje que, como decían los antiguos, nos hace pasar a través de las dificultades, hasta las estrellas".
Como ya hiciera en Dilexi Te, el Papa instó a educadores e instituciones a que "brillen hoy como haces de luz en el mundo", gracias a "la autenticidad de su compromiso en la investigación coral de la verdad, a su coherente y generoso compartir, a través del servicio a los jóvenes, particularmente a los pobres, y en la experiencia cotidiana de que el amor cristiano es profético, hace milagros".
"Cuando pienso en las escuelas y en las universidades, las considero como laboratorios de profecía, en donde la esperanza se vive, se manifiesta y se propone continuamente", añadió León XIV. Desde ahí, las Bienaventurazas "son el camino y el mensaje de Jesús educador".
Bienaventurados también, y especialmente, los pobres
¿Por qué? Porque "a primera vista, parece imposible declarar bienaventurados a los pobres, a aquellos que tienen hambre y sed de justicia, a los perseguidos o a los trabajan por la paz". En cambio, "en los santos vemos cómo ese Reino se acerca y se hace presente en medio de nosotros".
Y es que, como decía San Mateo, "las Bienaventuranzas son una enseñanza", y Jesús el "Maestro que transmite una nueva visión de las cosas y cuya perspectiva coincide con su camino". "Las Bienaventuranzas, sin embargo, no son una enseñanza más, son la enseñanza por excelencia. Del mismo modo, el Señor Jesús no es uno entre tantos maestros, sino el Maestro por excelencia. Más aún, es el Educador por excelencia".
"Nosotros, sus discípulos, estamos en su escuela, aprendiendo a descubrir en su vida, es decir, en el camino que Él recorrió, un horizonte de sentido capaz de iluminar todas las formas de conocimiento. ¡Ojalá que nuestras escuelas y universidades sean siempre lugares de escucha y de práctica del Evangelio!", soñó el Papa León.
Escuelas por la paz
Pese a la situación global, "¡no permitamos que el pesimismo nos venza!", rogó Prevost, evocando al Papa Francisco y al nuevo doctor de la Iglesia. "Desarmemos las falsas razones de la resignación y la impotencia, y difundamos en el mundo contemporáneo las grandes razones de la esperanza. Contemplemos y señalemos esas constelaciones que transmiten luz y orientación en nuestro presente oscurecido por tantas injusticias e incertidumbres", insistió el Papa, quien animó a los presentes a "hacer de las escuelas, las universidades y toda realidad educativa, incluso informal y callejera, los umbrales de una civilización del diálogo y la paz".
¿Los menos dotados no son personas humanas? ¿Los débiles no tienen nuestra misma dignidad? ¿Los que nacieron con menos posibilidades valen menos como seres humanos, y sólo deben limitarse a sobrevivir?
Para todos. Porque "¿los menos dotados no son personas humanas? ¿Los débiles no tienen nuestra misma dignidad? ¿Los que nacieron con menos posibilidades valen menos como seres humanos, y sólo deben limitarse a sobrevivir?", se preguntó. "De nuestra respuesta a estos interrogantes depende el valor de nuestras sociedades y también nuestro futuro". Es más, "de esta respuesta depende también la calidad evangélica de nuestra educación".
Tras destacar el "legado perdurable de san John Henry", el Papa destacó que "la vida se ilumina no porque seamos ricos, bellos o poderosos", sino al descubrir que "Dios me ha llamado, tengo una vocación, tengo una misión, mi vida sirve para algo más grande que yo mismo". Porque "cada criatura tiene un papel que desempeñar. La contribución que cada uno tiene para ofrecer es de un valor único, y la tarea de las comunidades educativas es alentar y valorar esa contribución".
"No lo olvidemos: en el centro de los itinerarios educativos no deben estar individuos abstractos, sino personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. Estamos llamados a formar personas, para que brillen como estrellas en su plena dignidad", finalizó, recordando que "la santidad se propone a todos, sin excepción, como un camino personal y comunitario trazado por las Bienaventuranzas".