(vatican News).- Cuando el Papa pide "vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta" - como en el mensaje de Navidad en este año de la pandemia - tiene en mente realidades concretas, los rostros de personas de carne y hueso: los de los más pobres entre los pobres, sobre todo en Asia, África y América Latina; y los de los que viven al margen en las sociedades más prósperas, como los migrantes y los refugiados sin atención de salud, o los ancianos y los niños que normalmente no producen ingresos pero tienen el mismo derecho a recibir atención. Está convencido de ello el padre Augusto Zampini, secretario adjunto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (Dssui), que conoce a Bergoglio desde que era cardenal arzobispo de Buenos Aires. Con motivo de la publicación de la Nota Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más justo y saludable de la Comisión Vaticana Covid-19 - coordinada por el Dssui- en colaboración con la Academia Pontificia para la Vida, el sacerdote argentino presenta el contenido del documento desde el punto de vista de la equidad y la justicia social.
¿Cómo pueden traducirse en la práctica los llamamientos del Pontífice acerca del acceso universal a estos recursos preventivos fundamentales para la salud?
"El descubrimiento de las vacunas... disponibles para todos": para que el deseo de Francisco no se quede en un simple eslogan, la Iglesia y los cristianos deben estar en primera línea. Por su parte, las instituciones y las empresas farmacéuticas están llamadas a coordinarse a nivel nacional e internacional, cooperando para que las vacunas sean utilizables. Y como no son gratuitas, deben considerarse un bien público, compartido, no oneroso, a un precio razonable, que tenga en cuenta la situación de emergencia; además, naturalmente, de ser seguras y eficaces incluso para quienes no pueden pagarlas. Por otra parte, estamos sufriendo la triple amenaza de crisis interconectadas a nivel sanitario, económico y ecológico-social, con graves repercusiones en los países más pobres y vulnerables, que se están endeudando cada vez más. Y esto es deshumanizante.
🦠El #Vaticano ofrece un documento titulado “Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más justo y saludable” #COVID19
— Zenit Español (@zenitespanol) December 29, 2020
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A partir de algunos primeros datos sobre los planes de vacunación que acaban de iniciarse en los distintos Estados, se observa que un pequeño porcentaje de la población mundial, la porción más rica, ya ha adquirido más de la mitad de las vacunas más eficaces. ¿Es esta la "marginalidad farmacéutica" denunciada por Francisco y retomada por la Nota?
¡Eso es! Cuando el Papa nos exhorta a no dejar que los "nacionalismos cerrados" nos impidan vivir como una verdadera familia humana y a no "poner las leyes del mercado y de las patentes de invención por encima de la salud", tiene ante sus ojos precisamente las enormes desigualdades que existen a escala planetaria; por ello estimula continuamente a los líderes mundiales a fomentar un proceso colaborativo y transparente entre los Estados, las empresas y otras organizaciones, para que la producción necesaria pueda llevarse a cabo simultáneamente en distintas zonas del mundo. No sólo eso: considerando todo el "ciclo de vida" -desde la financiación hasta la investigación, desde la fabricación hasta la comercialización, desde la distribución hasta la suministración- cada paso tiene repercusiones prácticas que pueden resolverse mejor en un espíritu de solidaridad y colaboración extra-nacional. Además, porque al adoptar las medidas necesarias de inmediato para hacer frente a la pandemia, es importante pensar también en sus efectos a largo plazo, a fin de esperar una "cura" mundial.