"La humanidad progresa y se desarrolla, pero los pobres están siempre con nosotros" El Papa, tras la COP26: "Animo a los políticos a actuar rápido, con valentía y magnanimidad"

Jornada mundial de los pobres
Jornada mundial de los pobres

“Y nosotros, ¿en qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas que pasan, como el dinero, el éxito, la  apariencia, el bienestar físico? ¿Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí  para siempre? La Palabra de Dios hoy nos advierte: la escena de este mundo pasa”

“Quien hace el bien invierte en la eternidad”

"La humanidad progresa y se desarrolla, pero los pobres están siempre con nosotros. En ellos está presente Cristo. En el pobre está Cristo presente"

"El grito de los pobres unido al grito de la tierra resonó en la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP26) en Glasgow"

En su catequesis antes del Ángelus, el Papa Francisco explica esta spalabras del Evangelio: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis  palabras no pasarán». No se trata, dice el Papa, de las palabras de un “Dios catastrofista”, sino “de un mensaje precioso” para “orientarnos en la vida”: que todo pasa. Porque “ estamos  tentados de agarrarnos a lo que vemos y tocamos y nos parece más seguro” y lo que tenemos que pensar, ante las grandes decisiones vitales es que “quien hace el bien invierte en eternidad”. Porque sólo los generosos y serviciales “construyen el Cielo en la tierra”.

En los saludos tras le bendición apostólica, Francisco recuerda su reciente visita a Asís y vuelve e arpetir que "La humanidad progresa y se desarrolla, pero los pobres están siempre con nosotros. En ellos está presente Cristo. En el pobre está Cristo presente". También menciona la recién terminada cumbre sobre el clima, celebrada en Glasgow e insta a los políticos a "actuar rápido, con valentía y magnanimidad".

Audiencia papal
Audiencia papal

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

El pasaje evangélico de este domingo se abre con una frase de Jesús que nos deja consternados:  «El sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo» (Mc 13,24-25). ¿Pero cómo,  también el Señor se pone catastrofista? No, no es esta su intención. Él quiere hacernos entender que todo  en este mundo, antes o después, pasa. Incluso el sol, la luna y las estrellas, que forman el “firmamento” -palabra que indica “firmeza”, “estabilidad”-, están destinados a pasar.  

Sin embargo, al final Jesús dice qué es lo que no colapsa: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis  palabras no pasarán» (v. 31). Establece una distinción entre las cosas penúltimas, que pasarán, y las  cosas últimas, que permanecerán. Es un mensaje precioso para nosotros, para orientarnos en las  decisiones importantes de la vida. ¿En qué conviene invertir la vida? ¿En lo que es transitorio, o en las  palabras del Señor, que permanecen para siempre? Evidentemente, en estas. Pero no es fácil.

De hecho,  las cosas que caen bajo nuestros sentidos y nos dan satisfacción inmediata nos atraen, mientras que las  palabras del Señor, aunque son hermosas, van más allá de lo inmediato y requieren paciencia. Estamos  tentados de agarrarnos a lo que vemos y tocamos y nos parece más seguro. Pero es un engaño, porque «el  cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». He aquí, por tanto, la invitación: no edifiquemos  la vida sobre la arena. Cuando se construye una casa, se excava en profundidad y se ponen cimientos  sólidos. Solo un ignorante diría que eso es tirar el dinero por algo que no se ve. El discípulo fiel, para  Jesús, es aquel que cimienta la vida sobre la roca, que es su Palabra (cfr. Mt 7, 24-27), que no pasa.

Y ahora preguntémonos: ¿cuál es el centro, el corazón de la Palabra de Dios? ¿Qué es lo que, en  definitiva, da solidez a la vida y jamás tendrá fin? Nos lo dice San Pablo: «La caridad no pasará jamás» (1 Cor 13, 8). Quien hace el bien invierte en la eternidad. Cuando vemos una persona generosa y servicial,  apacible, paciente, que no es envidiosa, no critica, no se jacta, no se hincha de orgullo, no falta al respeto  (cfr. 1 Cor 13, 4-7), esta es una persona que construye el Cielo en la tierra. Quizá no tenga visibilidad, no  haga carrera, y, sin embargo, lo que hace no se perderá. Porque el bien nunca se pierde, permanece para  siempre.  

Y nosotros, ¿en qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas que pasan, como el dinero, el éxito, la  apariencia, el bienestar físico? ¿Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí  para siempre? La Palabra de Dios hoy nos advierte: la escena de este mundo pasa. Y solamente  permanecerá el amor. Por consiguiente, fundar la vida sobre la Palabra de Dios no es evadirse de la  historia, es sumergirse en las realidades terrenas para hacerlas firmes, para transformarlas con el amor,  imprimiéndoles el sello de la eternidad, el signo de Dios. He aquí entonces un consejo para tomar las  decisiones importantes: antes de decidir, imaginemos que estamos ante Jesús, como al final de la vida,  ante Él que es amor. Pensando allí, en su presencia, en el umbral de la eternidad, tomemos la decisión  para el hoy. Quizá no sea la más fácil, la más inmediata, pero será la buena. (cfr. San Ignacio de Loyola,  Ejercicios espirituales, 187). 

Que la Virgen nos ayude a tomar las decisiones importantes de la vida como hizo ella: según el  amor, según Dios. 

Saludos del Papa tras la bendición del ángelus

Hoy, celebramos, la V Jornada mundial de los pobres, nacida como fruto del Jubileo de la misericordia. El tema de este año son las palabras de Jesús: 'A los pobres siempre los tenéis con vosotros'. Y es verdad. La humanidad progresa y se desarrolla, pero los pobres están siempre con nosotros. En ellos está presente Cristo. En el pobre está Cristo presente.

Anteayer, en Asís, vivimos un momento fuerte de testimonio y oración. Os invito a volver a verlo. Les hará bien. Estoy agradecido por tantas iniciativas de solidaridad, que se han organizado en diócesis, parroquias y organizaciones de todo el mundo.

El grito de los pobres unido al grito de la tierra resonó en la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP26) en Glasgow. Animo a todos los que tienen responsabilidad política y económica actuar rápido con valentía y magnanimidad. Al mismo tiempo, invito a todas las personas de buena voluntad a ejercer la ciudadanía activa para el cuidado de la casa común.

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