"Para Jesús no hay ir sin estar y no hay estar sin ir: contemplación y acción" El Papa explica cómo hay que anunciar el Evangelio: “Con sencillez y mansedumbre, sin apegos a los bienes materiales y juntos, en  comunidad”

Envío de dos en dos
Envío de dos en dos

¿Cómo anunciar? "Que la forma, el estilo es esencial en el testimonio: 'Como corderos en medio de lobos'"

¿Qué anunciar?: «Id proclamando que el Reino de los cielos está cerca»

¿Por qué anunciar? «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis»

 "Ir mansos y buenos como  corderos, sin mundanidad, juntos. Aquí está la clave del anuncio"

El Papa Francisco continúa con su ciclo catequético en torno a la “pasión por anunciar el Reino de Dios”, centrándose en la forma en que Jesús hace el primer envío de sus apóstoles. Acción y contemplación, es el lema del envío, porque “para Jesús no hay ir sin estar y no hay estar sin ir”.

Más en concreto, el Papa explica las claves del anuncio, según el Evangelio: ¿Por qué anunciar, qué anunciar y cómo anunciar? ¿Por qué? “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis". ¿Qué anunciar?: «Id proclamando que el Reino de los cielos está cerca». ¿Cómo anunciar? "Que la forma, el estilo es esencial en el testimonio: 'Como corderos en medio de lobos'".

En el saludo en italiano, el Papa volvió a recordar, una semana más, "al querido y atormentado pueblo de Ucrania, rezando para que pronto ponga fin a su cruel sufrimiento"

Audiencia
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Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Seguimos con nuestras catequesis sobre la pasión de evangelizar, el celo apostólico. Después de  haber visto en Jesús el modelo y el maestro del anuncio, pasamos hoy a los primeros discípulos. El  Evangelio dice que Jesús «instituyó a los Doce – que llamó apóstoles -, para que estuvieran con él, y  poder enviarlos a predicar» (Mc 3,14). Hay un aspecto que parece contradictorio: les llama para que estén con Él y para que vayan a predicar. Se podría decir: o una cosa o la otra, o estar o ir. Sin embargo, no:  para Jesús no hay ir sin estar y no hay estar sin ir. Tratemos de entender en qué sentido.  

En primer lugar, no hay ir sin estar: antes de enviar a los discípulos en misión, Cristo – dice el  Evangelio – les “llamó” (cfr Mt 10,1). El anuncio nace del encuentro con el Señor; toda actividad cristiana, sobre todo la misión, empieza ahí. Testimoniarlo, de hecho, significa irradiarlo; pero, si no recibimos su luz, estaremos apagados; si no lo frecuentamos, nos llevaremos a nosotros mismos en vez de a Él, y todo será en vano. Por tanto, puede llevar el Evangelio de Jesús solo quien está con Él. Pero, igualmente, no hay estar sin ir. De hecho, seguir a Cristo no es un hecho intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión la relación con Él no crece. Notamos que en el Evangelio el Señor envía a los discípulos antes de haber completado su preparación: pocos después de haberles llamado, ¡ya les envía!  Esto significa que la experiencia de la misión forma parte de la formación. Recordemos entonces estos dos momentos constitutivos para todo discípulo: estar e ir.  

Envío

Llamó a los discípulos antes de enviarles, Cristo les dirige un discurso, conocido como “discurso misionero”. Se encuentra en el capítulo 10 del Evangelio de Mateo y es como la “constitución” del anuncio. De ese discurso, que os aconsejo leer, extraigo tres aspectos: por qué anunciar, qué anunciar y cómo anunciar.  

Por qué anunciar. La motivación está en cinco palabras de Jesús que nos hará bien recordar: «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis» (v. 8). El anuncio no parte de nosotros, sino de la belleza de lo que hemos recibido gratis, sin mérito: encontrar a Jesús, conocerlo, descubrir ser amados y salvados. Es un don tan grande que no podemos guardarlo para nosotros, sentimos la necesidad de difundirlo; pero en el mismo estilo, en la gratuidad. En otras palabras: tenemos un don, por eso estamos llamados a hacernos don; está en nosotros la alegría de ser hijos de Dios, ¡debe ser compartida con los hermanos y las hermanas que todavía no lo saben! Este es el porqué del anuncio.  

Entonces, ¿qué anunciar? Jesús dice: «Id proclamando que el Reino de los cielos está cerca» (v.  7). Esto es lo que hay que decir, en primer lugar y ante todo: Dios está cerca. No olvidéis nunca esto. La realidad de Dios es cercanía, ternura yu misericordia. Nosotros, predicando, a menudo invitamos a la gente a hacer algo, y está bien; pero no nos olvidemos que el mensaje principal es que Él está cerca de nosotros. De hecho, es más fácil exhortar a amarlo que dejarse amar por Él. Acoger el amor de Dios es más difícil porque nosotros queremos estar siempre en el centro, protagonistas, estamos más inclinados a hacer que a dejarnos moldear, a hablar más que a escuchar. Pero, si en el primer lugar está lo que hacemos, los protagonistas seguiremos siendo nosotros. Sin embargo, el anuncio debe dar el primado a Dios, y a los otros la oportunidad de acogerlo, de darse cuenta que Él está cerca. 

Como ovejas en medio de lobos

Tercer punto: cómo anunciar. Es el aspecto sobre el cuál Jesús se explaya más; y esto es significativo: nos dice que la forma, el estilo es esencial en el testimonio. Los tres lenguajes de la persona: la mente, el corazón y las manos. Escuchemos cómo nos quiere: «Yo os envío como como ovejas en medio de lobos» (v. 16). No nos pide saber afrontar a los lobos, es decir ser capaces de argumentar, contraatacar y defendernos. Nosotros pensaríamos así: nos volvemos relevantes, numerosos, prestigiosos y el mundo nos escuchará y nos respetará. No, os mando como ovejas, como corderos.

Nos pide ser así, ser mansos e inocentes, dispuestos al sacrificio; de hecho, el  cordero representa esto: mansedumbre, inocencia, entrega. Y Él, el Pastor, reconocerá a sus corderos y les  protegerá de los lobos. Sin embargo, los corderos disfrazados de lobos son desenmascarados y devorados.  Un Padre de la Iglesia escribía: «Porque mientras somos ovejas, vencemos; aun cuando nos rodeen por todas partes manadas de lobos, los superamos y dominamos. «Pero si nos hacemos lobos, quedamos derrotados, pues nos falta al punto mismo la ayuda del pastor. Como quiera que Él apacienta ovejas y no  lobos» (S. juan Crisóstomo, homilía 33 sobre el Evangelio de Mateo). 

También sobre el cómo anunciar, llama la atención que Jesús, en vez de prescribir qué llevar a la misión, dice qué no llevar: «No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni aldeas» (vv. 9-10). Dice que no nos apoyemos en las certezas materiales, ir al mundo sin mundanidad. Caer en la mundanidad es lo peor para la Iglesia. Así se anuncia: mostrando a Jesús más que hablando de Jesús. Y finalmente, yendo juntos: el Señor envía a todos los discípulos, pero nadie va solo. La Iglesia apostólica es enteramente misionera y en la misión encuentra su unidad. Por tanto: ir mansos y buenos como corderos, sin mundanidad, juntos. Aquí está la clave del anuncio y del éxito de la evangelización. Acojamos estas invitaciones de Jesús:  sus palabras sean nuestro punto de referencia.  

Envío

Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: 

Continuamos el ciclo de catequesis dedicado a la pasión por evangelizar, y hoy reflexionamos  sobre los primeros discípulos. Nos dice el Evangelio que «Jesús instituyó a Doce para que estuvieran  con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14). Esto significa que “estar” con el Señor y “salir” a anunciarlo —podríamos decir, la contemplación y la acción— son dos dimensiones de la vida  cristiana que siempre van unidas.  

En el capítulo 10 del evangelio según san Mateo —que les invito a leer—, Jesús les dice a sus  discípulos porqué es necesario anunciar, qué es lo que se anuncia y cómo hay que hacerlo. El don de  conocer a Jesús, que hemos recibido gratuitamente, también gratuitamente estamos llamados a  compartirlo con los demás. Lo que anunciamos es el amor de Dios, que transforma nuestra vida. Y el  modo de transmitirlo es con sencillez y mansedumbre, sin apegos a los bienes materiales y juntos, en  comunidad. Nadie va solo, la Iglesia es misionera, y en la misión encuentra su unidad. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los animo a leer con frecuencia el  Evangelio y a confrontar nuestra vida y nuestros apostolados con las palabras de Jesús, que nos  muestran el camino para ser discípulos y misioneros a la medida de su Corazón. Que Dios los bendiga.  Muchas gracias.  

Saludo en italiano

Y no olvidemos al querido y atormentado pueblo de Ucrania, rezando para que pronto ponga fin a su cruel sufrimiento.

Audiencia
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