El Papa lo propone como inspiración "para quienes colaboran con el Sucesor de Pedro en la diplomacia” León XIV recuerda el legado de Merry del Val, un verdadero diplomático del encuentro

El Papa, en un momento de la audiencia
El Papa, en un momento de la audiencia @Vatican Media

León XIV recibió hoy en audiencia en el Vaticano a los participantes en el Encuentro de Estudios sobre el legado del cardenal Rafael Merry del Val, con motivo del 160º aniversario de su nacimiento

Supo unir “el servicio a la Iglesia universal con la atención concreta a los más pequeños” y nos "indicó cuál es el lugar del diplomático, buscar que la voluntad de Dios se cumpla a través del ministerio de Pedro, más allá de intereses personales"

(Vatican News).- Un ejemplo de “fidelidad, discreción y entrega”: así el Papa León XIV describió al cardenal Rafael Merry del Val, al recibir este mediodía en la Sala Clementina en el Vaticano a los participantes en el Encuentro de Estudios sobre la vida y el legado del siervo de Dios, “una de las figuras más significativas de la diplomacia pontificia del siglo XX”,en la conmemoración del 160º aniversario de su nacimiento.

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“Damos gracias al Señor por la figura del siervo de Dios Rafael Merry del Val”, expresó el Pontífice al inicio de su discurso, recordando, ante unos 250 presentes, las raíces del prelado nacido en Londres en 1865, hijo de padre diplomático español y de madre inglesa. “Creció respirando la universalidad, que después sabría reconocer como vocación de la Iglesia, y esa formación lo preparó como instrumento dócil al servicio diplomático de la Santa Sede en un tiempo marcado por grandes desafíos”, observó el Santo Padre.

Recorriendo la vida del cardenal, el Papa recordó que desde muy joven Merry del Val “fue llamado al servicio de León XIII para tratar cuestiones delicadas”. Fue enviado como Delegado apostólico a Canadá donde trabajó por la unidad de la Iglesia y por la educación católica; y también fue alumno de la actual Pontificia Academia Eclesiástica, “institución que más tarde llegaría a presidir y que hoy, al cumplir 325 años de historia, recuerda su larga tradición de formar corazones al servicio fiel y generoso de la Sede Apostólica”, acotó el Santo Padre.

Audiencia del Papa con. los participantes en el encuentro de estudio del legado de Merry del Val
Audiencia del Papa con. los participantes en el encuentro de estudio del legado de Merry del Val @Vatican Media

Allí fue comprendiendo —y transmitiendo con su ejemplo— que la diplomacia de la Iglesia florece cuando se vive dentro de la fidelidad sacerdotal, la de un corazón que ofrece sus talentos a Cristo y a la misión confiada al Sucesor de Pedro.

Identificarse con la medida de la plenitud de Cristo

Su juventud “no fue obstáculo”, señaló León XIV,  ya que con apenas 35 años Merry del Val fue nombrado arzobispo titular de Nicea, y pocos años después, en 1903, con sólo 38, san Pío X lo creó cardenal y lo eligió como su Secretario de Estado.

La historia de la Iglesia enseña que la verdadera madurez no depende de los años, sino de la identificación con la medida de la plenitud Cristo.

No sólo diplomático

“Fidelidad, discreción y entrega” fueron, según el Pontífice, las características del camino seguido por el prelado que no fue sólo “un diplomático de despacho”. Así lo atestigua su labor entre los niños y jóvenes del barrio romano de Trastevere, “a quienes catequizaba, confesaba y acompañaba con cariño”, y donde lo reconocían “como un sacerdote cercano, padre y amigo”.

Esa doble dimensión —la del diplomático de gobierno y la del pastor cercano— es la que da a su figura una riqueza particular, pues supo unir el servicio a la Iglesia universal con la atención concreta a los más pequeños.

“Espíritu de servicio” en las Letanías de la Humildad

El Obispo de Roma hizo una breve reflexión sobre las Letanías de la Humildad del cardenal Merry del Val, en donde “se transparenta el espíritu con que realizó su servicio”.  Ellas delinean “un modelo válido para todos los que ejercen responsabilidades en la Iglesia y en el mundo, y de modo especial para los diplomáticos de la Santa Sede”.

«Del deseo de ser alabado… ¡líbrame, Jesús!»; «Del deseo de ser consultado… ¡líbrame, Jesús!»; «Del miedo a ser humillado… ¡líbrame, Jesús!»; «Del deseo de ser aceptado… ¡líbrame, Jesús!»

“Pudo creerse indispensable – señaló el Papa – pero nos indicó cuál es el lugar del diplomático, buscar que la voluntad de Dios se cumpla a través del ministerio de Pedro, más allá de intereses personales”. Y añadió:

Quien sirve en la Iglesia no busca que su voz prevalezca, sino que la verdad de Cristo sea la que hable. Y en esa renuncia descubrió la libertad del auténtico servidor.

Un momento de la audiencia

Un momento de la audiencia   (@Vatican Media)

Un corazón de pastor

El Papa León citó a continuación dos breves frases que condensan la vida del cardenal Merry del Val. Para su tumba, que hoy se encuentra en las criptas de San Pedro, pidió que fuera escrito solamente su lema episcopal: «Da mihi animas, cetera tolle» o sea «Dame almas, quítame lo demás».  

“Bajo la cúpula que guarda la memoria del apóstol, quiso reducir su nombre a esa súplica desnuda. Ni honores, ni títulos, ni biografía; sólo el grito de un corazón de pastor”, notó el Santo Padre.

La santidad se mide por comunión

La segunda frase es la súplica conclusiva en las Letanías: «Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda».

Aquí se resalta un tesoro de la vida cristiana: la santidad no se mide por comparación, sino por comunión. El Cardenal comprendió que hemos de trabajar por la santidad propia mientras impulsamos la de los demás, caminando juntos hacia Cristo. Esa es la lógica del Evangelio y debe ser la de la diplomacia pontificia: la unidad y la comunión, sabiendo que cada uno está llamado a ser todo lo santo que pueda.

Un inspiración para los diplomáticos vaticanos

Que el recuerdo de este “verdadero diplomático del encuentro, sea motivo de gratitud profunda, y para todos nosotros una inspiración, especialmente para quienes colaboran con el Sucesor de Pedro en la diplomacia”, expresó el Pontífice antes de despedirse.

“Que la Virgen María – fue la oración final del Santo Padre -  a quien Rafael Merry del Val amó con ternura filial, enseñe a nuestras familias, a los diplomáticos de la Santa Sede, y a todos los que ejercen un servicio en la Iglesia, a unir verdad y caridad, prudencia y audacia, servicio y humildad, de modo que en todo resplandezca sólo Cristo”.

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