"Les deseo un sereno mes de agosto a todos, aunque sea caluroso" Papa: "Saludo a los peruanos que tenéis un nuevo presidente. Que el Señor bendiga siempre a Perú"

Bandera de Perú en el Vaticano
Bandera de Perú en el Vaticano

"¿Cuáles son las motivaciones de nuestra fe?"

"La tentación idolátrica es la que nos impulsa a buscar a Dios para nuestro propio provecho"

"El verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio!"

"¿Cómo pasar de una fe mágica, que sólo piensa en las propias necesidades, a la fe que agrada a Dios?"

"No es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús en nuestras vidas, vivir una historia de amor con Él"

El Papa Francisco regresa en agosto a la cátedra de la ventana: le falta el pueblo santo de Dios, que le espera con impaciencia. Parece totalmente recuperado y con la voz firme y pedagógica de siempre. Con las improvisaciones acostumbradas y con los gestos acostumbrados de cercanía y de alegría. Y la gente le responde con alborozo.

En los saludos, tras el ángelus, Francisco señaló a los peruanos presentes, "que tenéis un nuevo presidente" y les envila bendición de Dios: "Que el Señor bendiga siempre a Perú". Asimismo, deseó "un sereno mes de agosto aunque sea caluroso, pero sereno".

En la catequesis, el Papa advirtió contra la "tentación idolátrica", que "ss la que nos impulsa a buscar a Dios para nuestro propio provecho" e invitó a seguir a Jesús por amor, porque "el verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio!". Sólo asi conseguiremos pasar de una "fe mágina" a una fe "que agrada a Dios" y que "no es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús en nuestras vidas, vivir una historia de amor con Él"

Gente en el Vaticano
Gente en el Vaticano

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La escena inicial del Evangelio en la liturgia de hoy (cf. Jn 6,24-35) nos muestra algunas barcas que se dirigen hacia Cafarnaúm: la multitud está yendo a buscar a Jesús. Podríamos pensar que sea algo muy bueno, sin embargo, el Evangelio nos enseña que no basta con buscar a Dios, también hay que preguntarse por qué lo buscamos. De hecho, Jesús dice: "Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado".

La gente, efectivamente, había asistido al milagro de la multiplicación de los panes, pero no había captado el significado de aquel gesto: se había quedado en el milagro externo y en el pan material.

He aquí, una primera pregunta que podemos hacernos: ¿Por qué buscamos al Señor? ¿Cuáles son las motivaciones de nuestra fe? Necesitamos discernirlo porque entre las muchas tentaciones hay una que podríamos llamar la tentación idolátrica. Es la que nos impulsa a buscar a Dios para nuestro propio provecho, para resolver los problemas, para tener gracias a Él lo que no podemos conseguir por nosotros mismos. Por interés.

Papa en el ángelus

Pero así, la fe se queda en lo superficial y en lo milagroso: buscamos a Dios para que nos alimente y luego nos olvidamos de Él cuando estamos satisfechos. En el centro de esta fe inmadura no está Dios, sino nuestras necesidades e intereses. Es justo presentar nuestras necesidades al corazón de Dios, pero el Señor, que actúa mucho más allá de nuestras expectativas, desea vivir con nosotros ante todo en una relación de amor. Y el verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio!

Nos puede ayudar una segunda pregunta que la multitud dirige a Jesús: "¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios? (v. 28). Es como si la gente, provocada por Jesús, dijera: "¿Cómo podemos purificar nuestra búsqueda de Dios?, ¿Cómo pasar de una fe mágica, que sólo piensa en las propias necesidades, a la fe que agrada a Dios?". Y Jesús indica el camino: responde que la obra de Dios es acoger a quien el Padre ha enviado, es decir, a Él mismo, a Jesús. No es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús en nuestras vidas, vivir una historia de amor con Él. Será Él quien purifique nuestra fe. No podemos hacerlo por nosotros mismos. Pero el Señor desea una relación de amor con nosotros: antes de las cosas que recibimos y hacemos, está Él para amar. Hay una relación con Él que va más allá de la lógica del interés y del cálculo.

Papa, en el ángelus

Esto es así con respecto a Dios, pero también en nuestras relaciones humanas y sociales: cuando buscamos sobre todo la satisfacción de nuestras necesidades, corremos el riesgo de utilizar a las personas y explotar las situaciones para nuestros fines. Usar a la gente y olvidarse. Eso está mal. Y una sociedad cuyo centro sean los intereses en lugar de las personas es una sociedad que no genera vida. La invitación del Evangelio es ésta: en lugar de preocuparnos sólo por el pan material que nos quita el hambre, acojamos a Jesús como pan de vida y, a partir de nuestra amistad con Él, aprendamos a amarnos entre nosotros. Con gratuidad y sin cálculo. Amor gratuito y sin cálculo, con generosidad, con magnanimidad.

Recemos ahora a la Virgen Santa, a la que vivió la más bella historia de amor con Dios, para que nos dé la gracia de abrirnos al encuentro con su Hijo.

Saludos después del ángelus

"Saludo a los peruanos que tenéis un nuevo presidente. Que el Señor bendiga siempre a Perú"

"Les deseo un sereno mes de agosto a todos".

Papa, en el ángelus

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