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¿Salimos a su encuentro o seguimos nuestro camino, como si nada?", se pregunta en el ángelus
El línea con el relato evangélico, y también con la homilía pronunciada unos instantes antes en la misa de la Epifanía del Señor, el Papa lanzó al aire una interpelante pregunta durante la catequesis del ángelus de este 6 de enero, desde el balcón apostólico: "¿A qué categoría pertenecemos hoy? ¿Nos parecemos más a los pastores, que van de prisa a la gruta aquella noche, y a los Magos de Oriente, que parten confiadamente en busca del Hijo de Dios hecho hombre? ¿O somos más como aquellos que, aunque físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y de su vida, y permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús?".
"Dios vino a nuestro encuentro, salvó por amor toda la inmensa distancia que lo separaba de nosotros, fue «nacido de mujer», pequeño y necesitado de todo", señaló Francisco para, acto seguido, lanzar otro interrogante: "¿Y nosotros? ¿Salimos a su encuentro, intentamos conocerlo, o seguimos nuestro camino, como si nada?".
"Pidamos a la Virgen María que nos ayude para que, imitando a los pastores y a los Magos, sepamos reconocer a Jesús cerca de nosotros, en la Eucaristía, en los pobres, en los abandonados", señaló Francisco, quien, improvisando, recordó la historia del cuarto rey mago.
"Según una historia -comenzó Francisco-, un cuarto rey mago llegó tarde a Jerusalén, precisamente durante la crucifixión de Jesús. Es una historia bonita, no es histórica, pero es bella, porque se detuvo en el camino para ayudar a todos los necesitados dando preciosos dones que había traído para Jesús".
"Al final -prosiguió el Papa-, apareció un viejito, que le dijo: 'Todo lo que hiciste por el último de nosotros, hermano, lo hiciste por mí'. El Señor hace todo aquello que nosotros hemos hecho por los otros".
Finalmente, en su saludo a los fieles, además de pedir seguir rezando por Ucrania, y por todos los países que están sumidos en guerras y enfrentamientos, recordó que en este día de la Epifanía se celebra también la Jornada Mundial de la Infancia, por lo que saludó especialmente también a los misioneros y misioneras, alabando su entrega y testimonio.
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz fiesta de la Epifanía!
Hoy la Iglesia celebra la manifestación de Jesús, y el Evangelio se centra en los Magos, que tras un largo viaje llegan a Jerusalén para adorar al Rey de los judíos, guiados por la estrella (cf. Mt 2,1-12).
Si prestamos atención, descubriremos algo un poco extraño: mientras los sabios llegan desde lejos para encontrar a Jesús, los que están cerca no dan un paso hacia la gruta de Belén. Atraídos y guiados por la estrella, los Magos afrontan enormes gastos, ofrecen su tiempo y aceptan los riesgos e incertidumbres que nunca faltaban en aquellos días. Sin embargo, superan todas las dificultades para llegar a ver al Rey Mesías, porque saben que está sucediendo algo único en la historia de la humanidad y no quieren faltar a la cita.
En cambio, los que viven en Jerusalén, que deberían ser los más felices y los más dispuestos a llegar pronto, se quedan quietos. Los sacerdotes y teólogos interpretan correctamente las Sagradas Escrituras y dan indicaciones a los Magos sobre dónde encontrar al Mesías, pero no se mueven de sus «cátedras». Están satisfechos con lo que tienen y no emprenden la búsqueda, no creen que merezca la pena salir de Jerusalén, acompañar a los Magos hasta Belén, aunque sólo sean unos pocos kilómetros.
Este hecho, hermanos y hermanas, nos hace reflexionar y, en cierto sentido, nos provoca, porque nos plantea la pregunta: ¿a qué categoría pertenecemos hoy? ¿Nos parecemos más a los pastores, que van de prisa a la gruta aquella noche, y a los Magos de Oriente, que parten confiadamente en busca del Hijo de Dios hecho hombre?
¿O somos más como aquellos que, aunque físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y de su vida, y permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús? Dios vino a nuestro encuentro, salvó por amor toda la inmensa distancia que lo separaba de nosotros, fue «nacido de mujer», pequeño y necesitado de todo. ¿Y nosotros? ¿Salimos a su encuentro, intentamos conocerlo, o seguimos nuestro camino, como si nada?
Pidamos a la Virgen María que nos ayude para que, imitando a los pastores y a los Magos, sepamos reconocer a Jesús cerca de nosotros, en la Eucaristía, en los pobres, en los abandonados.
(Traducción no oficial)
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