León XIV exhorta a que "no nos dejemos arrastrar por la globalización de la indiferencia" "Tomemos posición donde se pisotea la dignidad humana": El paso adelante del Papa de la mano de Dorothy Day
"Dorothy Day involucró a miles de personas. Abrieron casas en muchas ciudades, en muchos barrios: no grandes centros de servicio, sino centros de caridad y justicia donde se llamaban por su nombre, se conocían uno a uno y transformaban la indignación en comunión y acción"
A la hora de los saludos a los peregrinos presentes, pidió también León XIV que "no nos dejemos arrastrar por la globalización de la indiferencia, que parece interminable en el mundo actual" y que, "alimentados por la Palabra de Dios, unamos nuestras mentes, corazones y manos para marcar la diferencia en la sociedad"
El primer Papa norteamericano de la historia de la Iglesia reivindicó con fuerza esta mañana, en la audiencia jubilar mantenida con miles de peregrinos en la plaza de San Pedro, la figura de una compatriota, Dorothy Day, "una pequeña y gran mujer estadounidense" que, en el siglo pasado, viendo la situación de muchas personas, "tomó posición" porque "tenía fuego interior".
"Vio que el modelo de desarrollo de su país no creaba las mismas oportunidades para todos, comprendió que para muchos, el sueño era una pesadilla, que como cristiana, tenía que interactuar con los trabajadores, con los migrantes, con los rechazados por una economía devastadora. Escribió y sirvió: es importante unir mente, corazón y manos. Esto es tomar posición", abundó León XIV, en una catequesis que llevaba por título "Esperar es tomar una decisión. Dorothy Day".
"Escribió como periodista; es decir, pensó e hizo pensar a otros. Escribir es importante. Y También lo es la lectura, hoy más que nunca. Y entonces Dorothy sirvió comidas, dio ropa, se vistió y comió como quienes servía: unió mente, corazón y manos. De esta manera, esperar es tomar partido", prosiguió el Papa en una invitación que tiene una fácil traslación a lo que está sucediendo hoy en los Estados Unidos.
"Dorothy Day involucró a miles de personas. Abrieron casas en muchas ciudades, en muchos barrios: no grandes centros de servicio, sino centros de caridad y justicia donde se llamaban por su nombre, se conocían uno a uno y transformaban la indignación en comunión y acción. Así son los pacificadores: toman partido y afrontan las consecuencias, pero siguen adelante", concretó un poco más el papa Prevost.
"En cierto modo, Jesús nos quita la paz, si pensamos en la paz como una calma inerte. Sin embargo, esta no es la verdadera paz. A veces deseamos que nos dejen en paz: que nadie nos moleste. No es la paz de Dios. La paz que Jesús trae es como un fuego y nos exige mucho. Sobre todo, nos pide que tomemos posición. Ante la injusticia, la desigualdad, donde se pisotea la dignidad humana, donde a los vulnerables se les niega el poder de hablar: tomemos posición", invitó el Papa.
A la hora de los saludos a los peregrinos presentes para el Jubileo de los Coros y las Sociedades Corales, pidió también León XIV que "no nos dejemos arrastrar por la globalización de la indiferencia, que parece interminable en el mundo actual" y que, "alimentados por la Palabra de Dios, unamos nuestras mentes, corazones y manos para marcar la diferencia en la sociedad".
Las palabras del Papa en la audiencia jubilar
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Para muchos de ustedes, estar hoy en Roma es la realización de un gran deseo. Para quienes peregrinan y llegan a su destino, es importante recordar el momento de la decisión. Algo, al principio, se movió dentro de ustedes, quizás gracias a la palabra o invitación de alguien. Así, el Señor mismo los tomó de la mano: un deseo y luego una decisión. Sin esto, no estarían aquí. Es importante recordarlo. Y lo que escuchamos del Evangelio hace un momento también es importante: «A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá; a quien mucho se le confió, mucho más se le pedirá». Jesús dice esto a sus discípulos más cercanos, a los que estuvieron con él más tiempo. Y nosotros también hemos recibido mucho del camino recorrido hasta ahora; hemos estado con Jesús y con la Iglesia, y aunque la Iglesia es una comunidad con limitaciones humanas, hemos recibido mucho. Por eso, Jesús espera mucho de nosotros. Es un signo de confianza, de amistad. Espera mucho porque nos conoce y sabe que podemos.
Jesús vino a traer fuego: el fuego del amor de Dios en la tierra y el fuego del deseo en nuestros corazones. En cierto modo, Jesús nos quita la paz, si pensamos en la paz como una calma inerte. Sin embargo, esta no es la verdadera paz. A veces deseamos que nos dejen en paz: que nadie nos moleste. No es la paz de Dios. La paz que Jesús trae es como un fuego y nos exige mucho. Sobre todo, nos pide que tomemos posición. Ante la injusticia, la desigualdad, donde se pisotea la dignidad humana, donde a los vulnerables se les niega el poder de hablar: tomemos posición. Esperar es tomar posición. Esperar es comprender de corazón y demostrar con acciones que las cosas no deben seguir como antes. Este también es el buen fuego del Evangelio.
Me gustaría recordar a una pequeña y gran mujer estadounidense, Dorothy Day, que vivió en el siglo pasado. Tenía fuego interior. Dorothy Day tomó posición. Vio que el modelo de desarrollo de su país no creaba las mismas oportunidades para todos, comprendió que para muchos, el sueño era una pesadilla, que como cristiana, tenía que interactuar con los trabajadores, con los migrantes, con los rechazados por una economía devastadora. Escribió y sirvió: es importante unir mente, corazón y manos. Esto es tomar posición. Escribió como periodista; es decir, pensó e hizo pensar a otros. Escribir es importante. Y También lo es la lectura, hoy más que nunca. Y entonces Dorothy sirvió comidas, dio ropa, sevistió y comió como quienes servía: unió mente, corazón y manos. De esta manera, esperar es tomar partido.
Dorothy Day involucró a miles de personas. Abrieron casas en muchas ciudades, en muchos barrios: no grandes centros de servicio, sino centros de caridad y justicia donde se llamaban por su nombre, se conocían uno a uno y transformaban la indignación en comunión y acción. Así son los pacificadores: toman partido y afrontan las consecuencias, pero siguen adelante. Esperar es tomar partido, como Jesús, con Jesús. Su fuego es nuestro fuego. ¡Que el Jubileo lo reavive en nosotros y en toda la Iglesia!