"Que Turquía sea un factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos, al servicio de una paz justa y duradera" "¡No hay que ceder a esta deriva!": Prevost pide a Erdogan ayuda para acabar con la "tercera guerra mundial a pedazos" que profetizó Francisco
"Hoy más que nunca se necesitan personas que favorezcan el diálogo y lo practiquen con firme voluntad y paciente tenacidad", señala el Papa en su primer discurso como pontífice en un viaje apostólico
El 1700 aniversario del Concilio de Nicea "nos habla de encuentro y diálogo, al igual que el hecho de que los ocho primeros concilios ecuménicos se celebraran en las tierras de la actual Turquía"
"Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas"
"Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas"
"Hoy más que nunca se necesitan personas que favorezcan el diálogo y lo practiquen con firme voluntad y paciente tenacidad". El 'bautismo de fuego' del Papa León en su primer viaje apostólico llegó de la mano del presidente turco, Taiyip Erdogan, a quien Prevost instó a unirse a él para acabar con la escalada bélica que amenaza el mundo global.
En su primer discurso, pronunciado en inglés en el Palacio Presidencial ante las autoridades políticas, civiles y militares en Ankara, el pontífice advirtió que "tras la época de construcción de las grandes organizaciones internacionales, que siguió a las tragedias de las dos guerras mundiales, estamos atravesando una fase de fuertes conflictos a nivel global, en la que prevalecen las estrategias de poder económico y militar, alimentando lo que el Papa Francisco llamaba 'la tercera guerra mundial a pedazos'".
"¡No hay que ceder en modo alguno a esta deriva!", clamó Prevost, subrayando que "está en juego el futuro de la humanidad", porque "las energías y los recursos absorbidos por esta dinámica destructiva se sustraen a los verdaderos retos que la familia humana debería afrontar unida, es decir, la paz, la lucha contra el hambre y la miseria, la salud, la educación y la salvaguarda de la creación".
"Que Turquía sea un factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos, al servicio de una paz justa y duradera", finalizó el Papa, evidenciando las "buenas relaciones" entre el país y la Santa Sede, y su deseo de "cooperar en la construcción de un mundo mejor con la aportación de este país, que constituye un puente entre Oriente y Occidente, entre Asia y Europa, y una encrucijada de culturas y religiones". La ocasión misma de este viaje, el 1700 aniversario del Concilio de Nicea, "nos habla de encuentro y diálogo, al igual que el hecho de que los ocho primeros concilios ecuménicos se celebraran en las tierras de la actual Turquía".
Fraternidad que aprecia las diferencias
Tras la bienvenida y un denso discurso del presidente turco, León XIV agradeció a Erdogan "su amable acogida", destacando su alegría por arrancar sus viajes apostólicos en Turquia, "tierra que está indisolublemente ligada a los orígenes del cristianismo", y que "hoy llama a los hijos de Abraham y a toda la humanidad a una fraternidad que reconoce y aprecia las diferencias".
"La belleza natural de su país nos exhorta a custodiar la creación de Dios", incidió, subrayando cómo "en el encuentro entre generaciones, tradiciones e ideas diferentes se forman las grandes civilizaciones, en las que el desarrollo y la sabiduría se van construyendo en unidad".
"Nuestro mundo tiene a sus espaldas siglos de conflictos y a nuestro alrededor sigue desestabilizado por ambiciones y decisiones que pisotean la justicia y la paz. Sin embargo, ante los retos que se nos plantean, ser un pueblo con un gran pasado representa un don y una responsabilidad"
"Es cierto, nuestro mundo tiene a sus espaldas siglos de conflictos y a nuestro alrededor sigue desestabilizado por ambiciones y decisiones que pisotean la justicia y la paz. Sin embargo, ante los retos que se nos plantean, ser un pueblo con un gran pasado representa un don y una responsabilidad", recalcó el Papa.
Refiriéndose al emblema de esta parte de su viaje, el puente sobre los Dardanelos, Prevost señaló el papel de Turquía como puente entre dos mundos. "Ustedes ocupan un lugar importante en el presente y en el futuro del Mediterráneo y del mundo entero, sobre todo valorizando sus diversidades internas", dijo el Papa. "Antes de conectar Asia y Europa, Oriente y Occidente, ese puente une a Turquía consigo misma, compone sus partes y la convierte, por así decirlo, desde dentro, en una encrucijada de sensibilidades, cuya homogeneización representaría un empobrecimiento".
"Una sociedad está viva si es plural: son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil. Hoy en día, las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan"
"Una sociedad está viva si es plural: son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil. Hoy en día, las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan", añadió, recordando la figura de Juan XXIII, reconocido en el país como "el Papa turco", por su estrecha vinculación con el país, y su trabajo para que "los católicos no se alejaran de la construcción" de la República de Turquía.
No a la globalización de la indiferencia
Junto a Roncalli, pero también al lado de Francisco, Prevost defendió "la cultura del encuentro". "Desde el corazón del Mediterráneo, de hecho, mi venerado predecesor se opuso a la 'globalización de la indiferencia' con la invitación a sentir el dolor ajeno, a escuchar el grito de los pobres y de la tierra, inspirando así una acción compasiva, reflejo del único Dios, que es clemente y misericordioso".
Y es que, añadió el Papa, "la justicia y la misericordia desafían la ley de la fuerza y se atreven a pedir que la compasión y la solidaridad sean consideradas criterios de desarrollo". Por eso, "en una sociedad como la turca, donde la religión tiene un papel visible, es fundamental honrar la dignidad y la libertad de todos los hijos de Dios: hombres y mujeres, compatriotas y extranjeros, pobres y ricos. Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas".
"Quien tiene un corazón dócil a la voluntad de Dios siempre promoverá el bien común y el respeto por todos. En la actualidad, esto supone un gran desafío, que debe remodelar las políticas locales y las relaciones internacionales, especialmente ante una evolución tecnológica que, de otro modo, podría acentuar las injusticias, en lugar de contribuir a disiparlas", señaló el Papa subrayando de nuevo el desafío de la inteligencia artificial. "Trabajemos juntos, pues, para modificar la trayectoria del desarrollo y para reparar los daños ya infligidos a la unidad de la familia humana".
Y de la "familia humana", a la familia, "el primer núcleo de la vida social, en el que hacemos experiencia de que sin el otro no hay “yo”"y que en Turquía es base real, y afronta problemas de toda índole, especialmente el del consumismo y el de la soledad hecha negocio. Ante ello, "conviene responder con una cultura que valore los afectos y los vínculos. Sólo juntos nos convertimos auténticamente en nosotros mismos".
"Quien desprecia los vínculos fundamentales y no aprende a soportar incluso sus límites y fragilidades, se vuelve más fácilmente intolerante e incapaz de interactuar con un mundo complejo", añadió, reivindicando el papel de las mujeres que, "también a través del estudio y la participación activa en la vida profesional, cultural y política, se ponen cada vez más al servicio del país y de la influencia positiva del mismo en el panorama internacional". Por lo tanto, "hay que apreciar mucho las importantes iniciativas en este sentido, en apoyo de la familia y de la contribución femenina al pleno florecimiento de la vida social".