"Es importante releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida" El Papa invita a los católicos a “dedicar un momento, cada noche, a un breve examen de conciencia”

Emaús
Emaús

"También para nosotros es importante releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida"

"El Evangelio de hoy nos invita a contarle todo a Jesús, con sinceridad, sin temer molestarlo, sin tener miedo de decir algo equivocado"

"El Señor está contento cuando nos abrimos a Él; solo de este modo puede tomarnos de la mano, acompañarnos y volver a hacer que arda nuestro corazón" 

"para hacer esto es importante quitar las defensas: dejar tiempo y espacio a Jesús, no esconderle nada, llevarle las miserias, dejarse herir por su verdad, permitir que el corazón vibre con el aliento de su Palabra"

Desde la cátedra de la ventana, el Papa Francisco glosó hoy el pasaje de los discípulos de Emaús. Un texto muy significativo y conocido, porque con esos discípulos se identifican muchos cristianos. Francisco explica que Cristo les hizo releer los hechos que habían acontecido. Y, por eso, invita a los católicos a hacer lo mismo y “dedicar un momento, cada noche, a un breve examen de conciencia”. Y, de esta forma, “releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida”.

 Las palabras del Papa en la oración del Regina Coeli 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

En este tercer domingo de Pascua, el Evangelio narra el encuentro de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35). Se trata de dos discípulos que, resignados ante la muerte del Maestro, el día de Pascua deciden abandonar Jerusalén y volver a casa. Y mientras caminan tristes hablando de lo sucedido, Jesús se les acerca, pero ellos no lo reconocen.

Emaús

Él les pregunta por qué están tan tristes, y ellos exclaman: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!»  (v. 18). Él pregunta de nuevo: «¿Qué ha ocurrido?» (v. 19). Jesús les pide que le cuenten aquello que Él sabe mejor que nadie, pero no se está burlando de ellos: quiere escuchar su narración. Luego, mientras caminan, les ayuda a releer los hechos de modo diverso, a la luz de la Palabra de Dios. Detengámonos en este aspecto. 

En efecto, también para nosotros es importante releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida, de un cierto periodo, de nuestras jornadas, con las desilusiones y las esperanzas. También nosotros, como aquellos discípulos, podemos encontrarnos perdidos en medio de los acontecimientos, solos y sin certezas, con muchas preguntas y preocupaciones.

El Evangelio de hoy nos invita a contarle todo a Jesús, con sinceridad, sin temer molestarlo, sin tener miedo de decir algo equivocado, sin avergonzarnos de lo que nos cuesta comprender. El Señor está contento cuando nos abrimos a Él; solo de este modo puede tomarnos de la mano, acompañarnos y volver a hacer que arda nuestro corazón (cfr. v.  32). También nosotros, como los discípulos de Emaús, estamos llamados a dialogar con Jesús, para que, al atardecer, Él se quede con nosotros (cfr. v. 29). 

Existe un buen modo para hacer esto, y hoy quisiera proponéroslo: consiste en dedicar un momento, cada noche, a un breve examen de conciencia. ¿De qué se trata? Precisamente de releer la jornada con Jesús: de abrirle el corazón, de llevarle las personas, las decisiones, los miedos, las caídas, las esperanzas, para aprender gradualmente a mirar las cosas con ojos diversos, con los suyos y no solo con los nuestros.

Emaús

Así podremos revivir la experiencia de aquellos dos discípulos. Ante el amor de Cristo, incluso lo que nos parece fatigoso e inútil puede aparecer bajo otra luz: una cruz difícil de abrazar, la elección de perdonar una ofensa, una victoria no alcanzada, el cansancio del trabajo, la sinceridad que cuesta, las pruebas de la vida familiar… nos aparecerán bajo una luz nueva, la del Crucificado Resucitado, que sabe transformar cada caída en un paso adelante. Pero para hacer esto es importante quitar las defensas: dejar tiempo y espacio a Jesús, no esconderle nada, llevarle las miserias, dejarse herir por su verdad, permitir que el corazón vibre con el aliento de su Palabra. 

Podemos comenzar hoy dedicando esta noche un momento de oración durante el que preguntarnos: ¿Cómo ha sido mi jornada? ¿Cuáles han sido sus perlas, quizá escondidas, por las que dar gracias? ¿Ha habido un poco de amor en lo que he hecho? ¿Y cuáles son las caídas, las tristezas, las dudas y los miedos que he de llevar a Jesús para que me abra vías nuevas, me conforte y me anime? 

Que María, Virgen sapiente, nos ayude a reconocer a Jesús que camina con nosotros y a releer ante Él cada día de nuestra vida. 

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