"Yo mismo pierdo la paciencia y, por eso pido disculpas por el mal ejemplo de ayer" El Papa, en año nuevo: “A todos, creyentes o no creyentes, les deseo que nunca dejen de esperar un mundo en paz, que hay que construir juntos día a día”

El Papa, en año nuevo
El Papa, en año nuevo

“Mis mejores deseos de paz y bien para el año nuevo”

Recuerda a voluntarios y soldados “que trabajan en las misiones de paz en muchas zonas en conflicto”

“Hoy la Madre de Dios nos bendice mostrándonos al Hijo. Lo toma en sus brazos y nos lo muestra, y así nos bendice”

“A los que son víctimas de la injusticia y la explotación y no ven salida, Jesús les abre la puerta de la fraternidad, donde pueden encontrar rostros, corazones y manos acogedores, donde pueden compartir la amargura y la desesperación, y recuperar algo de dignidad”

"Dejémonos bendecir, abramos nuestro corazón a su bondad. Así, el año que comienza será un camino de esperanza y paz, no con palabras, sino con gestos cotidianos de diálogo, reconciliación y cuidado de la creación"

Al final de la Santa Misa celebrada en la Basílica Vaticana para la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y con ocasión de la 53ª Jornada Mundial de la Paz, el Papa Francisco se asoma a la ventana de estudio del Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para la cita dominical habitual.

En la catequesis, el Papa deseó buen año a "creyentes y no creyentes" y les pidió que, juntos, sigan construyendo un mundo en paz con "la paciencia del amor". Esa paciencia que, como dijo el Papa, a veces perdemos. Y en un gesto que le honra, Bergoglio pidió humildemente perdón por su gesto brusco de ayer, al dar un manotazo a la mujer que lo cogió de la mano y lo zarandeó hasta que casi lo tiró. "Yo mismo pierdo la paciencia y, por eso pido disculpas por el mal ejemplo de ayer"

Catequesis del Papa antes del Ángelus (traducción propia)

Queridos hermanos y hermanas: ¡Buen día y buen año!

Ayer por la tarde concluimos el año 2019 dando gracias a Dios por el don del tiempo y por todos sus beneficios. Hoy comenzamos el año 2020 con la misma actitud de gratitud y elogio. No es obvio que nuestro planeta haya comenzado un nuevo giro alrededor del sol y que los humanos continuaremos viviendo en él. No se da por sentado, al contrario, siempre es un "milagro" para sorprenderse y dar gracias.

Un belén innovador en el Vaticano
Un belén innovador en el Vaticano

El primer día del año la liturgia celebra a la Santa Madre de Dios, María, la Virgen de Nazaret que dio a luz a Jesús, el Salvador. Ese Niño es la bendición de Dios para cada hombre y mujer, para la gran familia humana y para el mundo entero. Jesús no eliminó el mal del mundo, sino que lo derrotó en su raíz. Su salvación no es mágica, sino "paciente", es decir, implica la paciencia del amor, que se responsabiliza de la iniquidad y le quita su poder. El amor nos hace pacientes. A veces, perdemos la paciencia. Yo mismo pierdo la paciencia y, por eso pido disculpas por el mal ejemplo de ayer.

Por eso, contemplando el Pesebre, vemos con los ojos de la fe el mundo renovado, liberado del dominio del mal y puesto bajo el señorío real de Cristo, el Niño acostado en el pesebre.

Por eso, hoy la Madre de Dios nos bendice mostrándonos al Hijo. Lo toma en sus brazos y nos lo muestra, y así nos bendice. Bendice a toda la Iglesia, bendice al mundo entero. Jesús, como cantaban los ángeles en Belén, es "alegría para todos los pueblos", es gloria de Dios y paz para los hombres (cf. Lc 2,14). Por esta razón, el Santo Papa Pablo VI quiso dedicar el primer día del año

a la paz: a la oración, a la conciencia y a la responsabilidad por la paz. Para el año 2020 el Mensaje es éste: la paz es un camino de esperanza, un camino en el que se progresa a través del diálogo, la reconciliación y la conversión ecológica.

Por lo tanto, fijemos nuestra mirada en la Madre y el Hijo que Ella nos muestra. Al comienzo del año, ¡dejémonos bendecir!

Belén vaticano
Belén vaticano

Jesús es la bendición para aquellos que están oprimidos por el yugo de la esclavitud, tanto moral como material. Él libera con amor. A los que han perdido la autoestima por permanecer prisioneros de vicios, Jesús les dice: el Padre os ama, no os abandona, espera con una paciencia inquebrantable vuestro regreso (cf. Lc 15,20). A los que son víctimas de la injusticia y la explotación y no ven salida, Jesús les abre la puerta de la fraternidad, donde pueden encontrar rostros, corazones y manos acogedores, donde pueden compartir la amargura y la desesperación, y recuperar algo de dignidad. A los que están gravemente enfermos y se sienten abandonados y desanimados, Jesús se acerca, toca con ternura las heridas, derrama el aceite del consuelo y transforma la debilidad en fuerza del bien para desatar los nudos más enredados. A los que están encarcelados y son tentados a encerrarse en sí mismos, Jesús les vuelve a abrir un horizonte de esperanza, empezando por un pequeño rayo de luz.

Queridos hermanos y hermanas, bajemos de los pedestales de nuestro orgullo. Todos tenemos la tentación del orgullo. Y pidamos la bendición de la Santa Madre de Dios. Nos muestra a Jesús: dejémonos bendecir, abramos nuestro corazón a su bondad. Así, el año que comienza será un camino de esperanza y paz, no con palabras, sino con gestos cotidianos de diálogo, reconciliación y cuidado de la creación.

Digamos juntos tres veces: ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios!

Jornada mundial de la paz

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas!

A todos los presentes aquí en la Plaza de San Pedro y conectados a través de los medios de comunicación, les dirijo mis mejores deseos de paz y bien para el año nuevo.

Agradezco al Presidente de la República Italiana, Sr. Sergio Mattarella, la reflexión

que me dirigió en su Mensaje de fin de año, y se la devuelvo invocando la bendición de Dios sobre su alta misión.

Saludo con afecto a los participantes en el evento "La paz en todas las tierras", organizado por la Comunidad de Sant'Egidio en Roma y en muchas ciudades del mundo. También ellos tienen una escuela para la paz. Seguid adelante. Saludo a los peregrinos de Estados Unidos, Nueva Zelanda y España; a los jóvenes italianos, albaneses y malteses junto con las Hermanas de la Caridad; a los amigos y voluntarios de "Fraterna Domus".

Extiendo mi saludo y mi aliento a todas las iniciativas por la paz que las Iglesias particulares, las asociaciones y los movimientos eclesiales han promovido en esta Jornada de la Paz: encuentros de oración y de fraternidad acompañados de solidaridad con los más pobres. En particular recuerdo la marcha que tuvo lugar ayer por la tarde en Ravena.

Mi pensamiento se dirige también a los numerosos voluntarios que, en los lugares donde la paz y la justicia están amenazadas, deciden valientemente estar presentes de manera no violenta y desarmada; así como a los soldados que trabajan en las misiones de paz en muchas zonas en conflicto.

A todos, creyentes o no creyentes, les deseo que nunca dejen de esperar un mundo en paz, que hay que construir juntos día a día. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen apetito y hasta luego!

Volver arriba