Pide que "ante los escenarios bélicos", los cristianos sean "artífices de paz" El consejo del Papa: Para tomar buenas decisiones “hay que escuchar el propio corazón” y “prestar atención a las casualidades”

Discernimiento espiritual
Discernimiento espiritual

"San Ignacio se queda fascinado por las figuras de San Francisco y de Santo Domingo y siente el deseo de  imitarles"

"Los  pensamientos del mundo al principio son atractivos, pero después pierden brillo y dejan vacíos,  descontentos. Los pensamientos de Dios, al contrario, suscitan al principio una cierta resistencia, pero  cuando se les acoge traen una paz desconocida, que dura en el tiempo" 

"El discernimiento no es una especie de oráculo o de fatalismo, como echar a suertes dos posibilidades"

"Ante todos los escenarios bélicos de nuestro tiempo, pido a cada uno que sea artífice de la paz"

El Papa Francisco prosigue su ciclo de catequesis sobre el discernimiento, apoyándose para ello en la figura, tan conocida y tan querida para él, como San Ignacio. El Papa explica que, en su convalecencia, el fundador de la Compañía “queda fascinado por las figuras de San Francisco y de Santo Domingo y siente el deseo de  imitarles” y descubre que “Dios trabaja a través de los eventos no  programables, y también en los contratiempos” y, por eso, “el discernimiento no es una especie de oráculo o de fatalismo, como echar a suertes dos posibilidades”. Y concluye: “El discernimiento ayuda para reconocer las señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables”.

En esta dinámica explicativa del discernimiento espiritual, el Papa ofrece dos consejos: Para tomar decisiones buenas hay que “escuchar el propio corazón” y “prestar atención a las casualidades”.

En el saludo en italiano, recordó, una vez más, a "la martirizada población ucraniana" y pidió una vez más: ""¡Hoy estamos viviendo una guerra mundial, detengámonos por favor!"

Escuchar con el corazón

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!  

Proseguimos nuestra reflexión sobre el discernimiento, y para esto puede ayudarnos hacer  referencia a un testimonio concreto.  

Uno de los ejemplos más instructivos nos lo ofrece San Ignacio de Loyola, con un episodio  decisivo de su vida. Ignacio se encuentra en casa convaleciente, después de haber sido herido en batalla  en una pierna. Para liberarse del aburrimiento pide leer algo. A él le encantaban los cuentos de caballería,  pero lamentablemente en casa había solo vidas de santos. Un poco a regañadientes se adapta, pero durante  la lectura comienza a descubrir otro mundo, un mundo que lo conquista y parece competir con el de los  caballeros. Se queda fascinado por las figuras de San Francisco y de Santo Domingo y siente el deseo de  imitarles. Pero también el mundo caballeresco sigue ejerciendo su fascinación sobre él. Y así siente  dentro de sí esta alternancia de pensamientos, que parecen ser equivalentes.  

Pero Ignacio empieza también a notar las diferencias. En su autobiografía – en tercera persona – escribe así: «Pensaba en aquello del mundo, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo  dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir a Jerusalén descalzo, y en no comer sino yerbas, y en  hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba  en los tales pensamientos, mas aun después de dejando, quedaba contento y alegre» (n. 8).  

En esta experiencia podemos notar sobre todo dos aspectos. El primero es el tiempo: los  pensamientos del mundo al principio son atractivos, pero después pierden brillo y dejan vacíos,  descontentos. Los pensamientos de Dios, al contrario, suscitan al principio una cierta resistencia, pero  cuando se les acoge traen una paz desconocida, que dura en el tiempo.  

Discernimiento ignaciano

Este es entonces el otro aspecto: el punto de llegada de los pensamientos. Al principio la situación  no parece tan clara. Hay un desarrollo del discernimiento: entendemos qué es el bien para nosotros no de  forma abstracta, general, sino en el recorrido de nuestra vida. En las reglas para el discernimiento, fruto  de esta experiencia fundamental, Ignacio pone una premisa importante, que ayuda a comprender tal  proceso: «En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el  enemigo proponerles placeres aparentes, haciéndoles imaginar deleites y placeres de los sentidos, para  conservarlos y hacerlos crecer más en sus vicios y pecados; en dichas personas el buen espíritu actúa de  modo contrario, punzándoles y remordiéndoles la conciencia por el juicio recto de la razón» (Ejercicios  Espirituales, 314).  

Hay una historia que precede a quien discierne, una historia que es indispensable conocer, porque  el discernimiento no es una especie de oráculo o de fatalismo, como echar a suertes dos posibilidades. Las  grandes preguntas surgen cuando en la vida hemos hecho un tramo de camino, y es a ese recorrido que  debemos volver para entender qué estamos buscando. Ignacio, cuando estaba herido en la casa paterna, no  pensaba precisamente en Dios o en cómo reformar su vida. Él hace su primera experiencia de Dios  escuchando el propio corazón, que le muestra una inversión curiosa: las cosas a primera vista atractivas lo  dejan decepcionado y en otras, menos brillantes, siente una paz que dura en el tiempo. Nosotros también tenemos esta experiencia. ¿Sabes escuchar el propio corazón? Para tomar decisiones buenas hay que escuchar el propio corazón.

Por esto Ignacio sugerirá leer las vidas de los santos, porque muestran de forma narrativa y  comprensible el estilo de Dios en la vida de personas no muy diferentes de nosotros. Sus acciones hablan  a las nuestras y nos ayudan a comprender el significado.  

En ese famoso episodio podemos reconocer otro aspecto importante del discernimiento, que ya  mencionamos la vez pasada. Hay una aparente casualidad en los acontecimientos de la vida: todo parece  nacer de un banal contratiempo: no había libros de caballería, sino solo vidas de santos. Un contratiempo  que sin embargo encierra un posible punto de inflexión. Tan solo después de algún tiempo Ignacio se dará  cuenta, y en ese momento le dedicará toda su atención. Dios trabaja a través de los eventos no  programables, y también en los contratiempos. Lo hemos visto también en un pasaje del Evangelio de  Mateo: un hombre que está arando un campo se encuentra casualmente con un tesoro enterrado. Una  situación completamente inesperada. Pero lo importante es que lo reconoce como el golpe de suerte de su  vida y decide en consecuencia: vende todo y compra ese campo (cfr 13,44). Un consejo: estad atentos a las cosas inesperadas. Ahí habla Dios.

Discernimiento
Discernimiento

El discernimiento es la ayuda para reconocer las señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables, como fue para Ignacio la herida en la pierna. De  estas puede nacer un encuentro que cambia la vida, para siempre.  Que el Señor nos ayude a escuchar nuestro corazón.

Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas:  

Continuamos nuestra reflexión sobre el discernimiento, y para esto puede ayudarnos el  ejemplo concreto de un santo: Ignacio de Loyola. Cuando Ignacio estaba convaleciente, después de  haber sido herido en una pierna durante una batalla, se dedicó a leer. Él hubiera preferido las historias  de caballería, pero en su casa sólo había libros de santos. Sin embargo, leyendo esos relatos,  conociendo figuras como la de san Francisco y santo Domingo, sintió que el estilo de Dios le atraía  y lo invitaba a cambiar de vida.  

Durante ese tiempo, Ignacio fue descubriendo que en su interior había una alternancia de  pensamientos. Cuando pensaba en las cosas del mundo se sentía fascinado, pero después todo eso lo  dejaba vacío. En cambio, cuando pensaba en Dios, aunque al principio le suscitaba cierta resistencia,  finalmente experimentaba una profunda paz y alegría. Por eso, san Ignacio recomendaba leer las vidas  de los santos, porque nos ayudan a ver cómo actúa Dios en nuestra propia existencia, en nuestra  historia concreta. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que nos envíe su  Espíritu para que nos ayude a discernir y a reconocer su presencia, aun en las situaciones imprevistas  y dolorosas de nuestra vida, como fue para san Ignacio el tiempo de la convalecencia. Que Dios los  bendiga. Muchas gracias.  

Discernir
Discernir

Saludo en italiano

“Y no olvido a la martirizada Ucrania. Ante todos los escenarios bélicos de nuestro tiempo, pido a cada uno que sea artífice de la paz y que rece para que se extiendan por el mundo pensamientos y proyectos de concordia y reconciliación. Hoy estamos viviendo una guerra mundial. Detengámosla, por favor”.

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