Francisco suspende 'a divinis' al religioso, acusado de abusos a menores El Papa expulsa a McCarrick del Colegio cardenalicio

(Jesús Bastante).- El cardenal estadounidense, Theodore McCarrick, suspendido del ministerio el mes pasado tras ser acusado de abusos sexuales a menores, ha sido apartado del Colegio de Cardenales. Tal y como adelanta National Catholic Reporter, el purpurado, de 88 años, sigue los pasos del cardenal Keith O'Brien, quien renunció a su puesto pocas horas antes de comenzar el cónclave que eligió al Papa Francisco.

La medida, anunciada en un comunicado de prensa de los obispos estadounidenses, no tiene precedentes en la Iglesia de los EE.UU. Ni siquiera en el caso del cardenal de Boston, Bernard Law, quien tuvo que huir a Roma para escapar del procesamiento por el caso 'Spotlight', llegó a abandonar el Colegio cardenalicio.

En dicha nota, además, se asegura el que Papa Francisco "ha aceptado la renuncia del cardenal McCarrick al Colegio de Cardenales". A su vez, el Vaticano anuncia que el Pontífice "ha impuesto al cardenal McCarrick la suspensión 'a divinis'", al tiempo que le ordena "permanecer en una casa que se le indicará, para una vida de oración y penitencia, hasta que el las acusaciones que se dirigen a él se aclaren por el proceso canónico regular".


McCarrick, de 88 años, dirigió las comunidades católicas en Metuchen, NJ y Newark, NJ antes de ser nombrado arzobispo de Washington por el Papa Juan Pablo II en 2000. Más allá de su retiro en 2006, fue un influyente asesor de papas y presidentes.

Esta misma semana, el cardenal Sean O'Malley, presidente de la Comisión Antipederastia del Vaticano, declaraba las acciones de McCarrick "moralmente inaceptables e incompatibles con el papel de un sacerdote, obispo y cardenal". Al parecer, la presión ha sido suficiente para convencer al veterano religioso a renunciar a la púrpura.

En su nota, O'Malley aseguraba que las acusaciones contra McCarrick "han traumatizado a muchos católicos y miembros de la comunidad en general", asegurando que se necesitan "protocolos transparentes y consistentes" para proporcionar justicia a las víctimas y para responder adecuadamente a la "indignación legítima" de la comunidad cristiana.

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