Francisco pone en guardia contra “el diablo educado, el diablo que viene travestido de ángel” El Papa pide que "bajemos un poco el nivel de gastos de Navidad y ayudemos con eso al pueblo ucraniano que sufre tanto"

El Papa, en la audiencia
El Papa, en la audiencia

"El  riesgo está, y es que el 'aguafiestas', es decir el Maligno, puede arruinarlo todo, haciéndonos volver al  punto de partida, es más, en una condición aún peor. Por eso es indispensable estar vigilantes"

"El buen discípulo está vigilante, no se duerme, no se deja llevar por la excesiva seguridad cuando las cosas van bien, sino que  permanece atento y preparado para hacer el propio deber"

"Cuando confiamos  demasiado en nosotros mismos y no en la gracia de Dios, entonces el Maligno encuentra la puerta abierta"

El Papa Francisco concluye el ciclo de catequesis dedicado al discernimiento, explicando una actitud básica respecto a é: la vigilancia. A su juicio, “La  vigilancia es signo de sabiduría, es signo sobre todo de humildad, que es el camino maestro de la vida  cristiana”. Vigilar, pide el Papa, para “no confiar demasiado en nosotros mismos” y no permitir, con ello, la entrada del Maligno en nuestra casa y en nuestra vida y “lo arruine todo”. Por eso, “el buen discípulo está vigilante, no se duerme, no se deja llevar por la excesiva seguridad cuando las cosas van bien, sino que  permanece atento y preparado para hacer el propio deber”. De ahí la necesidad de la vigilancia del corazón, especialmente contra el “el diablo educado, el diablo que viene travestido de ángel”

Como tantas otras veces, en su saludo en italiano, el Papa recordó a la "martirizada Ucrania", para pedir a la gente un gesto concreto con "esos hermanos y hermanas que sufren tanto, tanto: tienen hambre, pasan frío y muchos mueren porque no tienen médicos". Para ellos, Francisco pide que "bajemos un poco el nivel de gastos de Navidad y ayudemos con eso al pueblo ucraniano que sufre tanto".

Ucrania

 Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Ya entramos en la fase final de este recorrido de catequesis sobre el discernimiento. Iniciamos por  el ejemplo de san Ignacio de Loyola; después consideramos los elementos del discernimiento – es decir la  oración, el conocerse a uno mismo, el deseo y el “libro de la vida”-; nos detuvimos en la desolación y la  consolación, que formar la “materia”, y así hemos llegado a la confirmación de la elección hecha.  

Considero necesario incluir en este punto la referencia a una actitud esencial para que no se pierda  todo el trabajo realizado para discernir lo mejor y tomar la decisión correcta: la actitud de la vigilancia. Porque de hecho el riesgo está, como hemos escuchado en el pasaje del Evangelio que se ha leído. El  riesgo está, y es que el “aguafiestas”, es decir el Maligno, puede arruinarlo todo, haciéndonos volver al  punto de partida, es más, en una condición aún peor. Por eso es indispensable estar vigilantes. Por tanto, hoy me ha parecido oportuno destacar esta actitud, que todos necesitamos para que el proceso de  discernimiento llegue a buen término. 

En efecto, Jesús en su predicación insiste mucho en el hecho de que el buen discípulo está vigilante, no se duerme, no se deja llevar por la excesiva seguridad cuando las cosas van bien, sino que  permanece atento y preparado para hacer el propio deber.  

Papa, con bastón
Papa, con bastón

Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas, Jesús dice: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas  encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuento llegue  y llame, al instante abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos» (12,35-37). Vigilar para custodiar nuestro corazón.

Se trata de la disposición de alma de los cristianos que esperan la venida final del Señor; pero se  puede entender también como la actitud ordinaria para tener en la conducta de vida, de forma que  nuestras buenas elecciones, realizadas a veces después de un arduo discernimiento, puedan proseguir de  forma perseverante y coherente y dar fruto.  

Si falta la vigilancia, es muy fuerte, como decíamos, el riesgo de que se pierda todo. No se trata de  un peligro de tipo psicológico, sino de tipo espiritual, una verdadera insidia del mal espíritu. Este, de  hecho, espera precisamente el momento en el que estamos demasiado seguros de nosotros mismos,  cuando todo va bien, cuando las cosas van “en alza” y tenemos, como se dice, “el viento en popa”. De  hecho, en la pequeña parábola evangélica que hemos escuchado, se dice que el espíritu impuro, cuando  vuelve a la casa de la que había salido, «la encuentra desocupada, barrida y en orden» (Mt 12,44). Todo  está bien, todo está en orden, pero ¿el dueño de la casa dónde está? No está. Este es el problema. El dueño  de la casa no está, ha salido, se ha distraído; o está en casa, pero dormido, y por tanto es como si no  estuviera. No está vigilante, no está atento, porque está demasiado seguro de sí y ha perdido la humildad  de custodiar el propio corazón. 

Entonces, el espíritu malo puede aprovecharse y volver a esa casa. Pero el Evangelio dice que no  vuelve solo, sino junto a otros «siete espíritus peores que él» (v. 45). Una mala compañía, una banda de  delincuentes. Pero – nos preguntamos - ¿cómo es posible que puedan entrar tranquilos? ¿Por qué el dueño  no se da cuenta? ¿No había sido tan bueno al hacer el discernimiento? ¿No había recibido también las felicitaciones de sus amigos y de los vecinos por esa casa tan hermosa y elegante, tan ordenada y limpia? 

Velad

Sí, pero quizá precisamente por esto se había enamorado demasiado de la casa, es decir de sí mismo, y  había dejado de esperar al Señor, de esperar la venida del Esposo; quizá por miedo a arruinar ese orden ya  no acogía a nadie, no invitaba a los pobres, a los sin techo, esos que molestan… Una cosa es cierta: aquí  se trata del orgullo malo, la presunción de ser justos, de ser buenos, de estar bien. Cuando confiamos  demasiado en nosotros mismos y no en la gracia de Dios, entonces el Maligno encuentra la puerta abierta.  Entonces organiza la expedición y toma posesión de esa casa. Y Jesús concluye: «Y el final de aquel  hombre viene a ser peor que el principio» (v. 45). Estos son los demonios educados. Entran sin que te des cuenta y, al final, dirigen el alma. Custodiar la casa del engaño de este demonio educado.

Queridos hermanos y hermanas, parece imposible, pero es así. Y lamentablemente la experiencia  lo confirma. Cada uno puede también verificarlo pensando en la propia historia personal. No basta con  hacer un buen discernimiento y realizar una buena elección. Es necesario permanecer vigilantes. El diablo viene travestido de ángel. La  vigilancia es signo de sabiduría, es signo sobre todo de humildad, que es el camino maestro de la vida  cristiana.  Vigilar el corazón.

 Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: 

Estamos llegando al final del ciclo de catequesis sobre el discernimiento. Una actitud esencial  para que el proceso de discernimiento llegue a buen término es la vigilancia. Jesús insiste mucho en  que los discípulos permanezcan vigilantes, que no se duerman ni estén demasiado seguros de sí  mismos, sino que estén atentos, porque el mal espíritu —como acabamos de escuchar en la lectura  del evangelio de Mateo— siempre aprovecha las ocasiones para “entrar en nuestra casa” y alejarnos  del Señor.  

Velad

Podríamos preguntarnos, ¿cuándo le dejamos la puerta abierta al mal espíritu? Por ejemplo,  cuando confiamos más en nosotros mismos que en la gracia de Dios, o cuando nos distraemos y nos  olvidamos de esperar al Señor. También cuando nos acomodamos y dejamos de ayudar a las personas  que nos necesitan. Por eso, no basta hacer un buen discernimiento y tomar buenas decisiones. Es necesario estar atentos, como el centinela de la mañana. Vigilar es signo de sabiduría y, sobre todo,  de humildad, que es el gran camino de la vida cristiana. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a María, Virgen de la Dulce  Espera, que nos enseñe a “velar y orar” para no distraernos en el seguimiento de su Hijo, y para  descubrir su presencia salvadora en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana. Que Dios los  bendiga. Muchas gracias.  

Virgen de la dulce espera

Saludo en italiano

Quiero deciros una cosa. Encontré tres cosas muy bellas en la sociedad italiana. Una de ellas es el voluntariado. Seguid adelante con esta espiritualidad del voluntariado.

 Renovemos nuestra cercanía al martirizado pueblo ucraniano. Perseverando en la oración por estos nuestros hermanos y hermanas que sufren tanto. Se sufre tanto, tanto en Ucrania. Es bello festejar la Navidad, pero bajemos un poco el nivel de los gastos de Navidad. Una Navidad más humilde y regalos  y ayudemos con eso al pueblo ucraniano que sufre tanto: tiene hambre, pasan frío y muchos mueren porque no tienen médicos. No olvidemos. Navidad, sí, con el Señor, sí, pero con Ucrania en el corazón. Y hagamos gestos concretos con ellos.

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