Francisco resume su viaje a Bahrein con tres palabras: "diálogo, encuentro y camino" Papa: La guerra en la martirizada Ucrania no se resolverá con las armas, "sino sólo con la fuerza mansa del diálogo"

Dos niños a los pies del Papa en la audiencia
Dos niños a los pies del Papa en la audiencia

"¿Por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima  mayoría islámica? Quisiera responder a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino"

"Lo exige la causa de  la paz, y el diálogo es 'el oxígeno de la paz'"

"Pienso en la insensata guerra de la que es víctima la martirizada Ucrania, y en tantos otros conflictos, que  nunca se resolverán a través de la infantil lógica de las armas, sino solo con la fuerza mansa del diálogo"

"Un nuevo paso en el camino entre creyentes cristianos  y musulmanes: no para confundirnos o aguar la fe, sino para construir alianzas fraternas en el nombre del  padre Abraham"

El Papa Francisco aprovecha la catequesis del miércoles para hacer balance de su reciente y exitoso viaje a Bahrein, un país de mayoría musulmana. Se pregunta: “¿Por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima  mayoría islámica?” Y responde: “Podríamos resumir este viaje en tres palabras:  diálogo, encuentro y camino”.

Porque “el diálogo es el oxígeno de la paz” y, sin diálogo, o hay encuentro en el camino “entre creyentes cristianos y musulmanes: no para confundirnos o aguar la fe, sino para construir alianzas fraternas en el nombre del padre Abraham”.

En el contexto de la paz querida, buscada y orada, el Papa mencionó de nuevo a Ucrania: “Pienso en la insensata guerra de la que es víctima la martirizada Ucrania, y en tantos otros conflictos, que  nunca se resolverán a través de la infantil lógica de las armas, sino solo con la fuerza mansa del diálogo”.

Se le nota especialmente contento y en forma al Papa. De hecho, se bajó del papamóvil y no utilizó la silla de ruedas para subirse al estrado, sino que le bastó apoyarse en su bastón. Y con buen humor saludó a dos niños que se acercaron a su lado y se sentaron a sus piés y los calificó de "valientes".

Niños a los pies del Papa
Niños a los pies del Papa

Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!  UN poco fresco, pero bonito.

Saludo a los dos chavales que se han acercado aquí. Y para venir no han pedido permiso ni han tenido miedo. Así tenemos que acercarnos nosotros siempre al Señor con libertad.

Hace tres días volví del viaje al Reino de Baréin. Deseo dar las gracias a todos aquellos que han  acompañado esta visita con el apoyo de la oración, y renovar mi reconocimiento a su majestad el rey, a  las otras autoridades, a la Iglesia local y a la población por la calurosa acogida.  

Resulta espontáneo preguntarse: ¿por qué el Papa quiso visitar este pequeño país de grandísima  mayoría islámica? Habiendo tantos países cristianos, ¿por qué no va primero a éstos?Quisiera responder a través de tres palabras: diálogo, encuentro y camino.  Diálogo: la ocasión del viaje, deseado desde hace tiempo, fue ofrecida por la invitación del rey a  un foro sobre el diálogo entre Oriente y Occidente. Diálogo que sirve para descubrir la riqueza de quien  pertenece a otras gentes, otras tradiciones, otros credos. Baréin, un archipiélago formado por muchas  islas, nos ha ayudado a entender que no se debe vivir aislándose, sino acercándose. Lo exige la causa de  la paz, y el diálogo es “el oxígeno de la paz”. No olvidéis esto. Incluso en la paz doméstica. En familia, dialogar también.

Papa, en Bahrein

Hace casi sesenta años el Concilio Vaticano II, hablando de  la construcción del edificio de la paz, afirmaba que tal obra «exige de ellos [los hombres] con toda certeza  que amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación, renuncien al egoísmo nacional ya a la  ambición de dominar a otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que corre  ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad» (Gaudium et spes, 82). Esto dice el Concilio.

En Baréin sentí esta  necesidad y deseé que, en todo el mundo, los responsables religiosos y civiles sepan mirar más allá de los  propios confines, de las propias comunidades, para cuidar del conjunto. Solo así se pueden afrontar  ciertos temas universales, como el olvido de Dios, la tragedia del hambre, la custodia de la creación, la  paz. En este sentido el Foro del diálogo, titulado “Oriente y Occidente por la convivencia humana”,  exhortó a elegir el camino del encuentro y a rechazar el del enfrentamiento. ¡Cuánto lo necesitamos! 

Pienso en la insensata guerra de la que es víctima la martirizada Ucrania, y en tantos otros conflictos, que  nunca se resolverán a través de la infantil lógica de las armas, sino solo con la fuerza mansa del diálogo.  Además, de Ucrania, en Siria, en Yemen, en Myammar. Las guerras destruyen la humanidad y todo.

El Papa, en Bahrein

Pero no puede haber diálogo sin – segunda palabra – encuentro. En Baréin nos hemos encontrado,  y muchas veces he sentido emerger el deseo que entre cristianos y musulmanes los encuentros aumenten,  que se construyan relaciones más fuertes, que se preocupen más los unos de los otros. En Baréin – como  se hace en oriente – las personas se llevan la mano al corazón cuando saludan a alguien. Yo también lo  hice, para dar espacio dentro de mí a quien encontraba. Porque, sin acogida, el diálogo queda vacío,  aparente, permanece cuestión de ideas y no de realidad.

Entre los muchos encuentros, pienso en el del  querido hermano, el gran imán de Al-Azhar; y con los jóvenes de la Escuela del Sagrado Corazón,  estudiantes que nos han dado una gran enseñanza: estudian juntos, cristianos y musulmanes. De jóvenes,  de adolescentes, de niños es necesario conocerse, para que el encuentro fraterno prevalezca a las  divisiones ideológicas. Quiero dar las gracias a la escuela y a Sor Rose. Pero también los ancianos han ofrecido un testimonio de sabiduría fraterna: pienso  en el encuentro con el Consejo Musulmán de Ancianos, una organización internacional nacida hace pocos  años, que promueve buenas relaciones entre las comunidades islámicas, en nombre del respeto, de la  moderación y de la paz, oponiéndose al integrismo y a la violencia. 

Llegamos así a la tercera palabra: camino. El viaje en Baréin no hay que verlo como un episodio  aislado, forma parte de un recorrido, inaugurado por San Juan Pablo II cuando viajó a Marruecos. Así, la  primera visita de un Papa a Baréin ha representado un nuevo paso en el camino entre creyentes cristianos  y musulmanes: no para confundirnos o aguar la fe, sino para construir alianzas fraternas en el nombre del  padre Abraham, que fue peregrino en la tierra bajo la mirada misericordiosa del único Dios del Cielo,  Dios de la paz. Por esto el lema del viaje era: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.  El diálogo no agua, porque, para dialogar, hay que partir de la identidad propia.

Papa y Al Tayed

Diálogo, encuentro y camino en Baréin se realizaron también entre los cristianos: el primer  encuentro, de hecho, fue ecuménico, de oración por la paz, con el querido patriarca y hermano Bartolomé  y con los hermanos y hermanas de varias confesiones y ritos. Tuvo lugar en la Catedral, dedicada a  Nuestra Señora de Arabia, cuya estructura evoca una tienda, esa en la que, según la Biblia, Dios  encontraba a Moisés en el desierto, a lo largo del camino. Los hermanos y las hermanas en la fe, que he  encontrado en Baréin, viven realmente “en camino”: la mayor parte son trabajadores inmigrantes que,  lejos de casa, encontraron sus raíces en el Pueblo de Dios y su familia en la gran familia de la Iglesia. Es maravilloso ver a estos emigrantes que se reúnen y se sostienen en la fe.

Y  van adelante con alegría, en la certeza de que la esperanza de Dios no decepcionada (cfr Rm 5,5).  Encontrando los pastores, los consagrados y las consagradas, los trabajadores pastorales y, en la festiva y  conmovedora misa celebrada en el estadio, muchos fieles, procedentes también de otros países del Golfo,  les llevé el afecto de toda la Iglesia.  

Y hoy quisiera transmitiros su alegría genuina, sencilla y hermosa. Encontrándonos y rezando  juntos, nos hemos sentido un corazón solo y un alma sola. Pensando en su camino, su experiencia  cotidiana de diálogo, sintámonos todos llamados a ampliar los horizontes, a abrirnos y ampliar los  intereses, a dedicarnos al conocimiento de los otros. Abrir los corazones, dilatar los horizontes. Porque el camino de la fraternidad y de la paz, para  proceder, necesita de todos y cada uno. ¡La Virgen nos ayude en esto! 

Papa y Bartolomé

Saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hace tres días regresé del viaje al Reino de Baréin, que tuvo como lema “Paz en la tierra a  los hombres de buena voluntad”. Agradezco nuevamente a Su Majestad el Rey, a las demás  autoridades y a la población su generosa hospitalidad. Podríamos resumir este viaje en tres palabras:  diálogo, encuentro y camino. El Foro para el diálogo: Oriente y Occidente por la Convivencia  humana fue una oportunidad para revalorizar el diálogo como el “oxígeno de la paz”, que nos ayuda  a acercarnos, a aprender a convivir y a rechazar la locura de la guerra. 

También destaco los encuentros que compartí tanto con los jóvenes, que viven la unidad en  la diversidad, como con los ancianos, que dan testimonio de sabiduría y de trabajo en favor de la  paz. Cristianos y musulmanes hemos expresado el deseo de seguir caminando juntos, bajo la mirada  del único Dios del cielo. Además, cristianos de diversos ritos y confesiones hemos rezado en  comunión, abriendo nuestros corazones a la esperanza. Todo ello se culminó en la celebración de la  Eucaristía. 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los animo a que sigamos  avanzando por el camino de la fraternidad y de la paz, abiertos al diálogo y al encuentro con los  demás. Que María nos acompañe en esta senda, y nos ayude especialmente a compartir nuestra vida  con los pobres, cuya Jornada Mundial celebraremos el próximo domingo. Que Jesús los bendiga y  la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.  

Papa, en Bahrein

Saludo en italiano

El pasado sábado, la hermana María Carola Cecchin, de la Congregación de las Hermanas de San José Benito Cottolengo, fallecida en 1925, a los 48 años, fue beatificada en Merù (Kenia) tras haber dado testimonio del Evangelio de la caridad a los pueblos de África. Que su ejemplo de mujer buena y sabia sostenga a todos los que trabajan para difundir el Reino de Dios.

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo a la comunidad vocacional del Seminario de Pordenone con el Obispo, a la escuela de fútbol de Bellante, a la Asociación de Marineros de Taranto.

Renuevo mi invitación a rezar por la atormentada Ucrania: pidamos al Señor la paz para este pueblo tan desgarrado y que sufre tanta crueldad, tanta crueldad por parte de los mercenarios que hacen la guerra.

Por último, mis pensamientos van, como siempre, a los jóvenes, los enfermos, los ancianos y los recién casados. Hoy celebramos la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, caput et mater omnium ecclesiarum. Junto a ella recordamos las iglesias donde vuestras comunidades se reúnen para celebrar los misterios divinos. Que el vínculo con tu Iglesia aumente en cada uno la alegría de caminar juntos en el servicio del Evangelio, en el ofrecimiento de la oración y en el compartir la caridad. A todas mis bendiciones.

Papa, en Bahrein

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