En el Día de la Tierra, Francisco denuncia que "la hemos dañado y saqueado" El Papa pide "crear un movimiento de base desde abajo hacia arriba" para conseguir la "conversión ecológica"

Dia mundial de la Tierra
Dia mundial de la Tierra

"Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a cuidar y respetar todas sus criaturas, pero con especial amor y compasión a nuestros hermanos, sobre todo a los más débiles"

"La presente pandemia nos está enseñando que sólo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivan en comunión y prosperidad"

"Hemos fallado en la protección de la tierra, nuestra casa jardín, y en la protección de nuestros hermanos. Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, en última instancia, contra el Creador, el Padre bueno"

"La profecía de la contemplación es algo que aprendemos especialmente de los pueblos originarios, que nos enseñan que no podemos cuidar la tierra a menos que la amemos y respetemos"

En el Día de la Tierra, el Papa Francisco urge a las autoridades mundiales a tomarse en serio, de una vez por todas, el cuidado de la casa común, y pide a la gente que "cree un movimiento de base desde abajo hacia arriba", para promer la "conversión ecológica". Porque, dado que "hemos dañado y saqueado la tierra", sólo juntos y todos a una, como nos enseña la actual pandemia, podemos "superar los actuales desafíos globales" y conquistar "el sagrado respeto por la tierra", como nos enseñan los pueblos originarios.

Lectura del libro del Génesis: “El Señor Dios plantó un jardín en el Edén, a Oriente...y plantó el árbol de la vida y del conocimiento del bien y del mal en medio del jardín...Y colocóa al hombre en medio del jardín, para que lo cultivase

Texto de la catequesis del Papa (traducción propia)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos el 50º Día Mundial de la Tierra. Es una oportunidad para renovar el nuestro compromiso de amar nuestro hogar común y cuidar de él y de los miembros más débiles de nuestra familia. Como nos muestra la trágica pandemia de coronavirus, sólo juntos y asumiendo los más frágiles podemos superar los desafíos mundiales. La Encíclica Laudato tiene este subtítulo: "sobre el cuidado del hogar común". Hoy reflexionaremos juntos sobre esta responsabilidad que caracteriza "nuestro paso por esta tierra" (LS, 160). Tenemos que crecer en la conciencia del cuidado de la casa común.

Cuadro de la Resurrección de la biblioteca vaticana
Cuadro de la Resurrección de la biblioteca vaticana

 Estamos hechos de materia terrestre, y los frutos de la tierra sostienen nuestras vidas. Pero, como nos recuerda el Libro del Génesis, no somos simplemente "terrestres": también llevamos dentro de nosotros el aliento de vida que viene de Dios (cf. Gn 2:4-7). Por lo tanto, vivimos en la casa común como una familia humana y en la biodiversidad con las otras criaturas de Dios. Como imago Dei, estamos llamados a cuidar y respetar a todas las criaturas y a alimentar el amor y la compasión por nuestros hermanos y hermanas, especialmente los más débiles, en imitación del amor de Dios por nosotros, manifestado en su Hijo Jesús.

Por egoísmo hemos fallado en nuestra responsabilidad como custodios y administradores de la tierra. "Basta con mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro en nuestra casa común" (ibíd., 61). La hemos contaminado y saqueado, poniendo en peligro nuestras vidas. Por esta razón, se han formado varios movimientos internacionales y locales para despertar las conciencias. Aprecio sinceramente estas iniciativas, y todavía será necesario que nuestros niños salgan a las calles para enseñarnos lo que es obvio, es decir, que no hay futuro para nosotros si destruimos el medio ambiente que nos sostiene.

Hemos fallado en la protección de la tierra, nuestra casa jardín, y en la protección de nuestros hermanos. Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, en última instancia, contra el Creador, el Padre bueno que provee a todos y quiere que vivamos juntos en comunión y prosperidad. ¿Cómo reccaiona la tierra? Un refrán español dice: Dios perdona siempre, nosotros, algunas vecees, la tierra, nunca perdona'. La tierra no perdona. Y su respuesta será muy dura.

¿Cómo podemos restaurar una relación armoniosa con la Tierra y el resto de la humanidad? Perdemos, a menudo, la visión de la armonía. Necesitamos una nueva forma de ver nuestro hogar común. No es un depósito de recursos para ser explotados. Para nosotros los creyentes el mundo natural es el "Evangelio de la Creación", que expresa el poder creativo de Dios para dar forma a la vida humana y hacer que el mundo exista junto con lo que contiene para sostener a la humanidad. El relato bíblico de la creación concluye de la siguiente manera: "Dios vio lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno" (Gn 1:31). Cuando vemos las tragedias naturales, que son la respuesta de la tierra a nuestro maltrato, si le pregunto a Dios qué piensa, no creo que me diga que es algo bueno.

Al celebrar hoy el Día Mundial de la Tierra, estamos llamados a redescubrir un sentido de respeto sagrado por la Tierra, ya que no sólo es nuestro hogar, sino también el hogar de Dios. ¡De esto surge en nosotros la conciencia de que estamos en tierra sagrada!

Queridos hermanos y hermanas, "despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios ha puesto en nosotros". (Exhortación ap. postsin. Querida Amazonia, 56). La profecía de la contemplación es algo que aprendemos especialmente de los pueblos originarios, que nos enseñan que no podemos cuidar la tierra a menos que la amemos y respetemos. Tienen la sabiduría del bien vivir, de vivir en armonía con la tierra.

Al mismo tiempo, necesitamos una conversión ecológica que se exprese en acciones concretas. Como una familia única e interdependiente, necesitamos un plan compartido para evitar las amenazas contra nuestro hogar común. "La interdependencia nos obliga a pensar en un mundo, en un proyecto común" (LS, 164). Somos conscientes de la importancia de trabajar juntos como comunidad internacional para la protección de nuestro hogar común. Insto a las autoridades a liderar el proceso que conducirá a dos grandes conferencias internacionales: COP15 sobre Biodiversidad en Kunming (China) y COP26 sobre Cambio Climático en Glasgow (Reino Unido). Dos encuentros importantísimos.

Yo alentaría la acción concertada también a nivel nacional y local. Es bueno converger desde todas las condiciones sociales y también crear un movimiento de base desde abajo hacia arriba. Así es como nació el propio Día Mundial de la Tierra, que celebramos hoy. Cada uno de nosotros puede hacer su pequeña contribución: "No debemos pensar que estos esfuerzos no cambiarán el mundo. Tales acciones difunden un bien en la sociedad que siempre da frutos más allá de lo que se puede ver, porque provocan dentro de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces de manera invisible" (LS, 212).

En este tiempo pascual de renovación, comprometámonos a amar y apreciar el magnífico regalo de la tierra, nuestro hogar común, y a cuidar de todos los miembros de la familia humana. Como hermanos y hermanas, imploremos juntos a nuestro Padre celestial: "Envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra" (cf. Sal 104,30).

Texto del saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas: Hoy celebramos la 5a Jornada mundial de la Tierra, y en línea con la Encíclica Laudato si’, que quise dedicar al cuidado de nuestra Casa Común, deseo reflexionar sobre el compromiso que tenemos de protegerla y que caracteriza nuestro «paso por esta tierra».

No somos sólo materia, sino que llevamos también el “aliento de vida” que procede de Dios, y vivimos en este mundo como una única familia humana, en medio de la biodiversidad de las criaturas del Señor. Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a cuidar y respetar todas sus criaturas, pero con especial amor y compasión a nuestros hermanos, sobre todo a los más débiles, imitando el amor que Dios nos tiene y nos manifiesta en su Hijo Jesús.

Por nuestra culpa, la tierra ha sufrido un gran deterioro, la hemos dañado y saqueado; no la hemos sabido respetar ni cuidar, tampoco a nuestros hermanos y hermanas. Hemos olvidado que somos custodios y administradores, y hemos ofendido al Padre bueno que vela sobre todas sus criaturas. La presente pandemia nos está enseñando que sólo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivan en comunión y prosperidad.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación social. En estos días iluminados por la Resurrección del Señor Jesús, pidámosle que con su Espíritu vivificante renueve todas las cosas, nos conceda encontrar el sentido del santo respeto por la tierra y estar más atentos a las necesidades de todos los hermanos. Que Dios los bendiga.

Audiencia del Papa en la biblioteca vaticana
Audiencia del Papa en la biblioteca vaticana

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