Recuerda a las misioneras asesinadas en El Salvador hace 40 años, "ejemplo para todos" El Papa condena la matanza de Nigeria y pide a Dios que "convierta el corazón de los que comenten tales horrores"

Bendición del Papa Francisco
Bendición del Papa Francisco

“Este mundo necesita bendición y nosotros se la podemos dar”

“La bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe”

“Dios es como un buen padre y como una buena madre: nunca dejan de amar a su hijo, por mucho que se equivoque”

“A veces ocurren milagros: hombres y mujeres que renacen. Porque la gracia de Dios cambia la vida: nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos”

“En las personas marginadas y rechazadas, Jesús veía la indeleble bendición del Padre”

“Que el Señor nos enseñe a no maldecir jamás y a bendecir siempre”

Catequesis del Papa Francisco en la biblioteca vaticana, dedicada a la oración de bendición, en la que el Papa sostiene que Dios “es como un buen padere o una buena madre” que no cesan de bendecir y amar a sus hijos. Y los católicos tenemos que hacer lo mismo. Bendecir y nunca maldecir, porque “el mundo necesita bendición y nosotros se la podemos dar”, conscientes de que “la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe”. En los saludos, condenó la reciente matanza de 100 personas en Nigeria y pidió a Dios que "convierta el corazón de los que comenten tales horrores", al tiempo que recordaba el 40 aniversario del asesinato de las misioneras en la guerra civil de El Salvador, poniéndolas de "ejemplo para todos".

Lecura de la Carta a los Efesios 1,3-6: “Bendito sea Dios, padre de nuestro señor Jesucristo que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bvienes materiales y espirituales...”

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy nos detenemos en una dimensión esencial de la oración: la bendición. En las narraciones de la creación (cfr Gen 1-2) Dios continuamente bendice la vida. Bendice a los animales (1,22), bendice al hombre y a la mujer (1,28), finalmente bendice el sábado,día de reposo y del disfrute de toda la creación (2,3).

En las primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones. Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 61).

Al principio del mundo está Dios que “dice-bien”. Él ve que cada obra de sus manos es buena y bella, y cuando llega al hombre, y la creación se realiza, reconoce que «estaba muy bien» (Gen 1,31).

Bendición del Papa a un niño

Poco después, esa belleza que Dios ha impreso en su obra se alterará, y el ser humano se convertirá en una criatura degenerada, capaz de difundir el mal y la muerte por el mundo; pero nada podrá cancelar nunca la primera huella de bondad que Dios ha puesto. Dios no se ha equivocado con la creación y tampoco con la creación del hombre. La esperanza del mundo reside completamente en la bendición de Dios: Él sigue queriéndonos, Él el primero, como dice el poeta Péguy[1], sigue esperando nuestro bien.

La gran bendición de Dios es Jesucristo. Él es la Palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido «siendo nosotros todavía pecadores» (Rm 5,8): Palabra hecha carne y ofrecida por nosotros en la cruz. San Pablo proclama con emoción el plan de amor de Dios: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado» (Ef 1,3-6).

No hay pecado que pueda cancelar completamente la imagen del Cristo presente en cada uno de nosotros. Ninguno. Puede desfigurarla, pero no puede quitarla de la misericordia de Dios. Un pecador puede permanecer en sus errores durante mucho tiempo, pero Dios es paciente hasta el último instante, esperando que al final ese corazón se abra y cambie. Dios es como un buen padre y como una buena madre: nunca dejan de amar a su hijo, por mucho que se equivoque. Siempre. Recuerdo tantas veces que he visto a la gente haciendo cola para entrar en la cárcel. Hay tantas madres allí, para ver a sus hijos encarcelados. No tiene vergüenza y siguen adelante. Es más importante el hijo que la vergüenza. Dios es amor puro.

La bendición del Papa en el regina coeli
La bendición del Papa en el regina coeli

Una experiencia intensa es la de leer estos textos bíblicos de bendición en una prisión, o en un centro de desintoxicación. Hacer sentir a esas personas que permanecen bendecidas no obstante sus graves errores, que el Padre celeste sigue queriendo su bien y esperando que se abran finalmente al bien. Si incluso sus parientes más cercanos les han abandonado, porque ya les juzgan como irrecuperables, para Dios son siempre hijos. A veces ocurren milagros: hombres y mujeres que renacen. Porque la gracia de Dios cambia la vida: nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos.

Pensemos en lo que hizo Jesús con Zaqueo (cfr Lc 19,1-10). Todos veían en él el mal; Jesús sin embargo ve un destello de bien, y de ahí, de su curiosidad por ver a Jesús, hace pasar la misericordia que salva. Así cambió primero el corazón y después la vida de Zaqueo.

En las personas marginadas y rechazadas, Jesús veía la indeleble bendición del Padre. Es más, llegó a identificarse a sí mismo con cada persona necesitada (cfr Mt 25,31-46). Ante la bendición de Dios, también nosotros respondemos bendiciendo: es la oración de alabanza, de adoración, de acción de gracias.

El Catecismo escribe: «La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición» (n. 2626). La oración es alegría y reconocimiento. Dios no ha esperado que nos convirtiéramos para comenzar a amarnos, sino que nos ha amado primero, cuando todavía estábamos en el pecado. Nosotros podemos tan solo bendecir a este Dios que nos bendice. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir. La capacidad de sentirnos bendecidos y la capacidad de bendecir. Si hiciésemos eso, no existirían las guerras. Este mundo necesita bendición y nosotros se la podemos dar.

Bendición
Bendición

A la gente que está acostumbrada a maldecir: que pidan al Señor la gracia de cambiar esta actitud. Que el Señor nos enseñe a no maldecir jamás y a bendecir siempre.

(1) Le porche du mystère de la deuxième vertu, primera ed. 1911. Ed. es. El pórtico del misterio de la segunda virtud

Saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas: Hoy nos detenemos en una dimensión esencial de la oración: la bendición. Como nos narra el libro del Génesis, desde el inicio Dios bendijo la creación, afirmando que todo era bueno. Por más que el pecado empañó la huella de Dios en nosotros, nada podrá cancelarla. La bendición de Dios, su benevolencia hacia nosotros, es el motivo de nuestra esperanza. Dios siempre nos ama. Cristo es la gran bendición de Dios para nosotros; con Él, con su Palabra eterna nos bendijo cuando todavía éramos pecadores.

Dios, en su designio de amor y con infinita paciencia, espera hasta el último instante a que cada pecador abra su corazón a Él. Es una experiencia intensa el poder leer esta bendición en una prisión o en un centro de desintoxicación. Las personas acogidas en estos lugares perciben que Dios las sigue bendiciendo y no las abandona aun cuando sus mismos parientes y amigos las consideren irrecuperables. La gracia de Dios obra en ellos y es capaz de transformarlas.

Matanza en Nigeria

Ante la bendición de Dios, le correspondemos bendiciendo con la oración de alabanza, de adoración, de acción de gracias. A través de la oración respondemos con gratitud a los dones que Dios nos concede. Dios no ha esperado que nos convirtiéramos para comenzar a amarnos, sino que nos ha amado primero, cuando todavía estábamos en el pecado. Caer en la cuenta del amor que Dios nos tiene llena nuestro corazón de paz y alegría.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a responder al amor de Dios Padre, que nos ha amado en su Hijo Jesucristo, con la alegría de bendecirlo y de darle gracias, y a aprender de su bondad a no responder jamás al mal con el mal, sino a bendecir siempre, porque para esto fuimos llamados, para heredar una bendición. Que el Señor los bendiga.

Saludo del Papa en italiano

Deseo asegurar mi oración por Nigeria, una vez más ensangrentada por una matanza terrorista. El pasado sábado, en el noroeste del país fueron brutalmente asesinados más de cien personas, que estaban trabajando. Dios los acoja en su paz y conforte a sus familiares, y convierta el corazón de los que cometen tales horrores que ofenden gravemente su nombre.

Hoy es el 40 aniversario de la muerte de cuatro misioneras norteamericanas asesinadas en El Salvador: Maura Clarke, Ita Ford, Dorothy Kazel y Jean Donovan. Las dos primeras, monjas de Maryknoll, la tercera, ursulina, y la última voluntaria.El 2 de diciembre del 80 fueron secuestradas, violadas y asesinadas por un grupo de paramilitares. Prestaban su servicio en El Salvador en el contexto de la guerra civil. Con generosidad evangélica y corriendo graves riesgos llevaban comida y medicinas a los hambrientos y enfermos, ayudando a las familias más pobres. Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para todos para ser fieles discípulos misioneros.

Mural de misioneras asesinadas en El Salvador

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