"Me siento muy feliz de viajar entre vosotros como el hermano de todos" El Papa pide oraciones por su visita a Mongolia, "Iglesia pequeña, pero viva en la fe" y "un pueblo noble y sabio"

El Papa, a Mongolia
El Papa, a Mongolia

"Jesús no quiere ser un protagonista de la historia, sino de tu presente; no un profeta lejano, sino el Dios cercano"

"Cristo no es un recuerdo del pasado, sino el Dios del presente"

"Él, guía experto y sabio, está feliz de acompañarnos en los senderos más difíciles y en las ascensiones más impracticables"

Desde la cátedra de la ventana, el Papa Francisco trató de responder a una de las más importantes preguntas que Jesús hace en el Evangelio: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (cf. v. 15). Para Bergolgio, “Cristo no es un recuerdo del pasado, sino el Dios del presente”. Porque “Jesús no quiere ser un protagonista de la historia, sino de tu presente; no un profeta lejano, sino el Dios cercano”, sino “guía experto y sabio, está feliz de acompañarnos en los senderos más difíciles y en las ascensiones más impracticables”.

 En los saludos tras el ángelus, el Papa aseguró sentirse feliz de viajar, en los próximos días, "al corazón de Asia, a Mongolia", donde hay "una Iglesia pequeña, pero de fe viva" y un pueblo "noble y sabio".

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Hoy en el Evangelio (cf. Mt 16,13-20) Jesús pregunta a los discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» (v. 13). 

Es una pregunta que podemos hacernos también nosotros: ¿Qué dice la gente de Jesús? En general, cosas hermosas: muchos lo ven como un gran maestro, como una persona especial: buena, justa, coherente, valiente… Pero, ¿esto es suficiente para entender quién es, y, sobre todo, es suficiente para Jesús? No.

De hecho, si Él fuera solamente un personaje del pasado – como lo eran para la gente de aquel tiempo las figuras citadas en el Evangelio, Juan Bautista, Moisés, Elías y los grandes profetas – sería solo un hermoso recuerdo de un tiempo pasado. Y esto para Jesús no está bien. Por eso, inmediatamente después, el Señor plantea a los discípulos la pregunta decisiva: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (v. 15). ¿Quién soy para vosotros, ahora? Jesús no quiere ser un protagonista de la historia, sino de tu presente y de mi presente; no un profeta lejano, sino el Dios cercano. 

Cristo no es un recuerdo del pasado, sino el Dios del presente. Si fuera solo un personaje histórico, imitarlo hoy sería imposible: nos encontraríamos frente al gran foso del tiempo y, sobre todo, ante su modelo, que es como una montaña altísima e inalcanzable; deseosos de escalarla, pero sin las capacidades ni los medios necesarios. En cambio, Jesús está vivo y nos acompaña, está a nuestro lado, nos ofrece su Palabra y su gracia, que iluminan y reconfortan en el camino: Él, guía experto y sabio, está feliz de acompañarnos en los senderos más difíciles y en las ascensiones más impracticables. 

Queridos hermanos y hermanas, en el camino de la vida no estamos solos, porque Cristo está con nosotros y nos ayuda a caminar, como hizo con Pedro y con los demás discípulos. Precisamente Pedro, en el Evangelio de hoy, lo comprende y por gracia reconoce en Jesús «el Hijo del Dios vivo» (v. 16): no es un personaje del pasado, sino el Cristo, es decir, el Mesías, el esperado en el presente; no es un héroe difunto, sino el Hijo de Dios vivo, hecho hombre y venido para compartir las alegrías y las fatigas de nuestro camino. No nos desanimemos, por lo tanto, si a veces la cima de la vida cristiana parece demasiado alta y el camino demasiado empinado. Miremos a Jesús, que camina junto a nosotros, que acoge nuestras fragilidades, comparte nuestros esfuerzos y apoya sobre nuestros hombros débiles su brazo firme y suave. Con Él cerca, también nosotros tendámonos la mano los unos a los otros y renovemos la confianza: ¡Con Jesús lo que parece imposible en solitario ya no lo es! 

Hoy nos hará bien repetirnos la pregunta decisiva, que sale de su boca: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (cf. v. 15). En otras palabras: Para mí, ¿quién es Jesús? ¿Un gran personaje, un punto de referencia, un modelo inalcanzable? ¿O el Hijo de Dios, que camina a mi lado, que puede llevarme hasta la cima de la santidad, allí donde en solitario no soy capaz de llegar? ¿Jesús está realmente vivo en mi vida, es mi Señor? ¿Me encomiendo a él en los momentos de dificultad? ¿Cultivo su presencia a través de la Palabra y los Sacramentos? ¿Me dejo guiar por Él, junto a mis hermanos y hermanas, en la comunidad? 

Que María, Madre del Camino, nos ayude a sentir a su Hijo vivo y presente junto a nosotros. 

 Saludos tras el ángelus

El próximo jueves partiré para un viaje de unos días al corazón de Asia, a Mongolia. Se trata de una visita tan deseada. Será ocasión para abrazar una Iglesia pequeña en número, pero viva en la fe y grande en la caridad. Y también para reunirme de cerca con un pueblo noble y sabio, al que conoceré bien en el seno de un acontecimiento interreligioso.

 Deseo dirigirme ahora a vosotros, hermanas y hermanos  de Mongolia, para decirles que me siento muy feliz de viajar entre vosotros como el hermano de todos. Gracias a las autoridades por la cortés invitación y a todos los que, con gran dedicación, están preparando mi visita.

A todos les pido que acompañen esta visita con la oración.

Recuerdo en la oración a las víctimas del incendio en el nordeste de Grecia y les expreso mi solidaridad y cercanía al pueblo griego.

Estemos siempre cercanos al pueblo ucraniano que sufre por la guerra y sufre tanto. No olvidemos nunca a Ucrania.

 Hoy se recuerda a Santa Mónica, mujer fuerte y brava. Pidamos por tantas madres que sufren cuando sus hijos caminan por caminos difíciles en la vida.

Marengo

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