Bajo un cielo nublado y salpicado por una leve lluvia, el Papa Francisco saludó con alegría a los fieles congregados en las calles de Maputo, mientras se trasladaba al aeropuerto para poner fin a la primera etapa en Mozambique, de este Viaje Apostólico que también lo llevará hacia Madagascar y las Islas Mauricio.
Alrededor del mediodía, hora local, del viernes 6 de septiembre, el Santo Padre saludó a una delegación encabezada por el presidente de la Nación, Filipe Nyusi, que lo acompañó hasta subir al avión rumbo a Antananarivo, capital de Madagascar, país donde estará hasta el domingo 8.
La última jornada del Pontífice en tierras mozambiqueñas estuvo marcada por la emotiva visita al Hospital de Zimpeto, que atiende especialmente a mujeres enfermas de SIDA/VIH, y que poco a poco ha ido creciendo hasta proporcionar tratamiento a quienes padecen cáncer, tuberculosis, así como a centenares de desnutridos, especialmente niños y jóvenes.
Una labor que el Santo Padre agradeció y definió como la manifestación del amor de Dios, "siempre dispuesto a soplar vida y esperanza donde abunda la muerte y el dolor”.
Otro de los puntos importantes de esta última jornada fue la celebración de la Santa Misa en el Estadio Nacional Zimpeto, donde el Santo Padre pronunció una profunda homilía invitando al pueblo a la paz y a la reconciliación: "Mozambique tiene derecho a la paz, por eso la vía a seguir es aquella de Jesús: un camino estrecho y que necesita de muchas virtudes, como la benevolencia activa y la erradicación de la ley del ojo por ojo y diente por diente. Esto porque ningún país tiene futuro si el motor que lo convoca es el odio y la venganza”.
Tras saludar de manera espontánea a un numero grupo de personas congregadas al pie de la escalera del avión, el Papa se despidió de Mozambique partiendo a las 12:30, rumbo a su próximo destino: Madagascar.
