Convoca a todos a rezar el Padre Nuestro, el próximo miércoles 25 de marzo al mediodía El Papa reconoce que vivimos “días de prueba, mientras la humanidad tiembla ante la amenaza de la pandemia”

Bendición del Papa desde la biblioteca
Bendición del Papa desde la biblioteca

"Queremos responder a la pandemia del virus con la pandemia de la oración, la compasión, la ternura. Permanezcamos unidos"

"Nuestra cercanía a los sanitarios, a los voluntarios. A la autoridad que tiene que tomar medidas duras por nuestro bien. A los policías"

"Expreso mi cercanía a la gente de Croacia afectada por el terremoto de esta mañana. Que el Señor Resucitado les dé la fuerza y la solidaridad para enfrentar esta calamidad"

"Coged el Evangelio y leed tranquilamente el capítulo 9 de Juan. Nos hará bien a todos. Yo también lo haré"

Ángelus triste el día del domingo 'Laetare'. El Papa Francisco confiesa que vivimos “días de prueba, mientras la humanidad tiembla ante la amenaza de la pandemia”, agradece la labor de los sanitarios, de los policías y de las autoridades "que tienen que tomar medidas duras por nuestro bien", y pide que "nos mantengamos unidos" y respondamos a la pandemia con otra "pandemia de oración". Por eso, invita a leer el capítulo 9 de San Juan y a participar a través de los medios de comunicación en el rezo del Padre Nuestro, el próximo miércoles 25 de marzo al mediodía desde la Plaza de San Pedro vacía.

Antes de entrar en la biblioteca pontifica, la cámara se pasea por la Plaza de San Pedro vacía y en silencio total. Un silencio que llama la atención, asi como la ventana del palacio apostólico cerrada. Todo evoca al coronavirus y sus consecuencias.

Texto de la catequesis papal antes del ángelus (Traducción propia)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el corazón de la liturgia de este cuarto domingo de Cuaresma está el tema de la luz. El Evangelio (cf. Jn 9,1-41) relata el episodio del ciego de nacimiento, al que Jesús da la vista. Este signo milagroso es la confirmación de la afirmación de Jesús sobre sí mismo: "Yo soy la luz del mundo" (v. 5), la luz que ilumina nuestras tinieblas. Jesús opera la iluminación en dos niveles: un nivel físico y un nivel espiritual. El ciego recibe primero la vista de los ojos y luego es llevado a la fe en el "Hijo del Hombre" (v. 35), es decir, en Jesús. Todo un recorrido. Hoy estaría bien que todos cojáis el Evangelio de Juan, capítulo 9 y lo leáis una o dos veces. Os hará bien. Es muy bellos. Las maravillas que realiza no son gestos espectaculares, sino que tienen el propósito de llevar a la fe a través de un viaje de transformación interior.

PLaza de San Pedro vacía
PLaza de San Pedro vacía

Los fariseos y los doctores de la ley persisten en no admitir el milagro, y hacen al hombre curado preguntas insidiosas. Pero los desconcierta con el poder de la realidad: "Una cosa sé: estaba ciego y ahora veo" (v. 25). En medio de la desconfianza y la hostilidad de los que le rodean y de sus incrédulos cuestionamientos, va tomando poco a poco un itinerario que le lleva a descubrir la identidad de Aquel que le abrió los ojos y a confesar su fe en él. Al principio lo considera un profeta (cf. v. 17); luego lo reconoce como alguien que viene de Dios (cf. v. 33); finalmente lo acoge como el Mesías y se postra ante Él (cf. vv. 36-38). Comprendió que al darle la vista, Jesús "manifestó las obras de Dios" (cf. v. 3).

¡Que nosotros también podamos tener esta experiencia! Con la luz de la fe, el ciego descubre su nueva identidad. Ahora es una "nueva criatura", capaz de ver su vida y el mundo que le rodea con una nueva luz, porque ha entrado en comunión con Cristo. Entró en otra dimensión. Ya no es un mendigo marginado por la comunidad; ya no es esclavo de la ceguera y los prejuicios. Su camino de iluminación es una metáfora del camino de liberación del pecado al que estamos llamados. El pecado es como un velo oscuro que cubre nuestra cara y nos impide vernos claramente a nosotros mismos y al mundo; el perdón del Señor nos quita este manto de sombra y oscuridad y nos da nueva luz. La Cuaresma que estamos viviendo es un tiempo oportuno y precioso para acercarnos al Señor, pidiendo su misericordia, en las diferentes formas que la Madre Iglesia nos propone.

El ciego curado, que ahora ve tanto con los ojos del cuerpo como con los del alma, es la imagen de todo bautizado, que inmerso en la Gracia ha sido arrancado de la oscuridad y puesto en la luz de la fe. Pero no basta con recibir la luz, hay que convertirse en luz. Cada uno de nosotros está llamado a recibir la luz divina para manifestarla con toda nuestra vida. Los primeros cristianos decían que la comunidad de los cristianos es el misterio de la luna. Daba luz, pero no propia: la recibía de Cristo. Nosotros también tenemos que ser el misterio de la luna.

San Pablo nos lo recuerda hoy: "Compórtense, pues, como hijos de la luz; el fruto de la luz consiste en todo bien, justicia y verdad" (Ef 5, 8-9). La semilla de la nueva vida puesta en nosotros en el Bautismo es como la chispa de un fuego, que nos purifica en primer lugar, quemando el mal en nuestros corazones, y nos permite brillar e iluminar.

Que María Santísima nos ayude a imitar al ciego del Evangelio, para que podamos ser inundados con la luz de Cristo y emprender con Él el camino de la salvación.

Bendición papal
Bendición papal

Saludo después del ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

en estos días de prueba, mientras la humanidad tiembla ante la amenaza de la pandemia, me gustaría proponer a todos los cristianos que unan sus voces hacia el Cielo. Invito a todos los Jefes de las Iglesias y a los líderes de todas las Comunidades Cristianas, junto con todos los cristianos de las distintas confesiones, a invocar al Dios Altísimo y Todopoderoso, mientras recitan la oración que nos enseñó Jesús Nuestro Señor. Por lo tanto, invito a todos a recitar el Padre Nuestro el próximo miércoles 25 de marzo al mediodía. Todos juntos. El día en que muchos cristianos recuerdan el anuncio a la Virgen María de la Encarnación del Verbo, que el Señor escuche la oración unánime de todos sus discípulos preparándose para celebrar la victoria de Cristo Resucitado.

Con la misma intención, el próximo viernes 27 de marzo, a las 18 horas, presidiré un momento de oración en la explanada de la Basílica de San Pedro. Con la plaza vacía. A partir de ahora invito a todos a participar espiritualmente a través de los medios de comunicación. Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos al Santísimo Sacramento, con el que al final daré la Bendición Urbi et Orbi, a la que se adjuntará la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria.

Queremos responder a la pandemia del virus con la pandemia de la oración, la compasión, la ternura. Permanezcamos unidos. Sentimos nuestra cercanía con las personas más solitarias y solitarias. Nuestra cercanía a los sanitarios, a los voluntarios. A la autoridad que tiene que tomar medidas duras por nuestro bien. A los policías.

Expreso mi cercanía a la gente de Croacia afectada por el terremoto de esta mañana. Que el Señor Resucitado les dé la fuerza y la solidaridad para enfrentar esta calamidad.

Coged el Evangelio y leed tranquilamente el capítulo 9 de Juan. Nos hará bien a todos. Yo también lo haré.

Les deseo a todos un buen domingo. No se olviden de rezar por mí. Que tengas un buen almuerzo y adiós.

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