Francisco se solidariza con las familias de las víctimas de la matanza de Burkina Fasso El Papa comparte el dolor del pueblo canadiense por el hallazgo de 215 niños muertos y pide alejarse "del modelo colonizador"

Protesta en Canadá por el hallazgo de los restos infantiles
Protesta en Canadá por el hallazgo de los restos infantiles

El Papa recuerda que “la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores”

“Hoy encontramos la grandeza de Dios en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir”

“El Pan de Vida cura las rigideces y las transforma en docilidad”

“Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades”

Como era de esperar, el Papa Francisco centró su catequesis del día del Corpus Christi en el significado de la partición del Pan y volvió a recordar, al respecto, que “la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores”. Porque la dinámica interna de la misa es el servicio, el donarse: “recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades”.

En los saludos después del ángelus, el Papa comparte el dolor del pueblo canadiense por el hallazgo de 215 niños muertos y pide alejarse "del modelo colonizador", se solidariza con las familias de las víctimas de la matanza de Burkina Fasso, pide un aplauso por la nueva beata asesinada por un grupo de chicos de una secta satánica, asi como rezar por la paz en Tierra Santa y en Myanmar.

Texto completo de la catequesis papal

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países, se celebra la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini. El Evangelio nos presenta el relato de la Última Cena (Mc 14, 12-16, 22-26). Las palabras y los gestos del Señor nos tocan el corazón: toma el pan en sus manos, pronuncia la bendición, lo parte y lo entrega a los discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi cuerpo" (v. 22).

Corpus
Corpus

Es así, con sencillez, que Jesús nos da el mayor sacramento. El suyo es un gesto humilde de donación, de compartir. En la culminación de su vida, no reparte pan en abundancia para alimentar a las multitudes, sino que se parte a sí mismo en la cena de la Pascua con los discípulos. De este modo, Jesús nos muestra que el objetivo de la vida es el donarse, que lo más grande es servir. Y hoy encontramos la grandeza de Dios en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir.

Fragilidades precisamente la palabra que me gustaría subrayar. Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente ahí radica su fuerza. En la Eucaristía la fragilidad es fuerza: fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad.

Y hay otra fuerza que destaca en la fragilidad de la Eucaristía: la fuerza de amar a quien se equivoca. Es en la noche en que fue traicionado que Jesús nos da el Pan de Vida. Nos hace el mayor regalo mientras siente en su corazón el abismo más profundo: el discípulo que come con él, que moja su bocado en el mismo plato, lo está traicionando. Y la traición es el mayor dolor para los que aman. ¿Y qué hace Jesús? Reacciona ante el mal con un bien mayor. Al "no" de Judas responde con el "sí" de la misericordia. No castiga al pecador, sino que da su vida por él.

Corpus
Corpus

Cuando recibimos la Eucaristía, Jesús hace lo mismo con nosotros: nos conoce, sabe que somos pecadores y que cometemos muchos errores, pero no renuncia a unir su vida a la nuestra. Él sabe que lo necesitamos, porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores. Por eso nos exhorta: "Tomen y coman".

Cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades. Nos recuerda que a sus ojos somos más valiosos de lo que pensamos. Nos dice que se complace si compartimos con Él nuestras fragilidades. Nos repite que su misericordia no teme nuestras miserias. Y, sobre todo, nos cura con amor de aquellas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos: la de sentir resentimiento hacia quienes nos han hecho daño; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nuestro interior; la de llorar sobre nosotros mismos y quejarnos sin encontrar la paz.

La Eucaristía es una medicina eficaz contra estas cerrazones. El Pan de Vida, de hecho, cura las rigideces y las transforma en docilidad. La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien. Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros. Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades. Que la Santísima Virgen, en quien Dios se hizo carne, nos ayude a acoger con corazón agradecido el don de la Eucaristía y a hacer también de nuestra vida un don.

Corpus

Saludos del Papa después del ángelus

Sigo con dolor las noticias que llegan del Canadá sobre el tremendo hallazgo de restos de 215 niños, alumnos del colegio Camloops, en la provincia de Columbia Británica.

Me uno a los obispos canadienses y a la Iglesia católica en Canadá, para expresar mi cercanía al pueblo canadiense, traumatizado de la terrible noticia.

El triste descubrimiento aumenta la conciencia del dolor y del sufrimiento del pasado. Las autoridades políticas y religiosas de Canadá sigan colaborando con determinación para hacer luz sobre esa triste vivencia y empeñarse humildemente en un camino de reconciliación y de sanación.

Estos momentos difíciles representan un fuerte reclamo para todos nosotros, para alejarnos del modelo colonizador, incluso de la colonización ideológica de hoy, y caminar juntos en el diálogo, en el respeto recíproco y en el reconocimiento de los derechos y de los valores culturales de todos los hijos e hijas de Canadá.

Confiemos al Señor el alma de todos los niños fallecidos en las escuelas de Canadá y recemos por las familias y la scomunidades autóctonas canadienses para que superen el dolor.

Recemos en silencio.

Deseo asegurar mi oración por las víctimas de la matanza de Burkina Fasso. Me siento cercano a los familiares y a todo el pueblo burkinés, que está sufriendo mucho a causa de estos repetidos ataques. Africa necesita paz y no violencia”

Hoy fue beatificada Sor María Laura Mainetti, de las Hijas de la Cruz, asesinada hace 21 años por tres chicos influidos por una secta satánica. La crueldad. Precisamente a ella, que amaba a los jóvenes más que nadie, perdonó a los chicos prisioneros del mal y nos deja su programa de vida: hacer las pequeñas cosas con fe, amor y entusiasmo.

Un aplauso a la nueva beata.

Pasado mañana, un minuto por la paz. Recemos especialmente por Tierra Santa y por Myanmar.

Duelo en Canadá por los niños indígenas muertos en escuelas cristianas
Duelo en Canadá por los niños indígenas muertos en escuelas cristianas

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