Francisco pide "diálogo y reconciliación" entre las partes en conflicto en eSwatini El Papa anuncia que visitará Budapest y Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre

El Papa anuncia que visitará Budapest y Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre
El Papa anuncia que visitará Budapest y Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre

"Los paisanos de Jesús conocen a Jesús, pero no lo reconocen"

"Es un riesgo que todos corremos: pensamos que sabemos mucho de una persona, la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios"

"Cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender"

"Nos gusta creer en un dios “de efectos especiales”, que hace solo cosas excepcionales y da siempre grandes emociones"

Desde la cátedra de la ventana, el Papa Francisco anunció, tras la catequesis del ángelus, que visitará Hungría y Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre. También aprovechó el Papa para invitar "al diálogo, la reconciliación y el entendimiento pacífico entre las diversas posturas" de la República de eSwatini, en el África meriodional, sacudida por enfrentamientos. En la catequésis recordó que "cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender".

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Mc 6,1-6) nos habla de la incredulidad de los paisanos de Jesús. Él, después de haber predicado en otros pueblos de Galilea, vuelve a Nazaret, donde había crecido con María y José; y, un sábado, se pone a enseñar en la sinagoga. Muchos, escuchándolo, se preguntan: “¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?” (cfr vv. 1-3).

Jesus en la sinagoga
Jesus en la sinagoga

Delante de esta reacción, Jesús afirma una verdad que ha entrado a formar parte también de la sabiduría popular: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio» (v.4).

Detengámonos en la actitud de los paisanos de Jesús. Podemos decir que ellos conocen a Jesús, pero no lo reconocen. En efecto, hay diferencia entre conocer y reconocer: podemos conocer varias cosas de una persona, hacernos una idea, fiarnos de lo que dicen los demás, quizá de vez en cuando verla por el barrio, pero todo esto no basta.

Se trata de un conocer superficial, que no reconoce la unicidad de una persona. Es un riesgo que todos corremos: pensamos que sabemos mucho de una persona, la etiquetamos y la encerramos en nuestros prejuicios. De la misma manera, los paisanos de Jesús lo conocen desde hace treinta años y piensan que lo saben todo; en realidad, no se han dado nunca cuenta de quién es realmente.

Se detienen en la exterioridad y rechazan la novedad de Jesús.

Cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender. Al final sucede que muchas veces, de la vida, de las experiencias e incluso de las personas buscamos solo confirmación a nuestras ideas y a nuestros esquemas, para nunca tener que hacer el esfuerzo de cambiar. Puede suceder también con Dios, precisamente a nosotros creyentes, a nosotros que pensamos que conocemos a Jesús, que sabemos ya mucho sobre Él y que nos basta con repetir las cosas de siempre. Pero sin apertura a la novedad y a las sorpresas de Dios, sin asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que lentamente se apaga y se convierte en una costumbre social.

Nadie es profeta en su tierra

Al final, ¿por qué los paisanos de Jesús no lo reconocen y no creen en Él? ¿Cuál es el motivo? Podemos decir, en pocas palabras, que no aceptan el escándalo de la Encarnación. Es escandaloso que la inmensidad de Dios se revele en la pequeñez de nuestra carne, que el Hijo de Dios sea el hijo del carpintero, que la divinidad se esconda en la humanidad, que Dios habite en el rostro, en las palabras, en los gestos de un simple hombre.

He aquí el escándalo: la encarnación de Dios, su concreción, su “cotidianidad”. En realidad, es más cómodo un dios abstracto y distante, que no se entromete en las situaciones y que acepta una fe lejana de la vida, de los problemas, de la sociedad. O nos gusta creer en un dios “de efectos especiales”, que hace solo cosas excepcionales y da siempre grandes emociones. Sin embargo, Dios se ha encarnado: humilde, tierno, escondido, se hace cercano a nosotros habitando la normalidad de nuestra vida cotidiana. Y entonces, como los paisanos de Jesús, corremos el riesgo de que, cuando pase, no lo reconozcamos, es más, nos escandalizamos de Él. Como decía San Agustín: “Tengo miedo del Señor, cuando pasa”.

Caos en Eswatini

Ahora, en la oración, pidamos a la Virgen, que ha acogido el misterio de Dios en la cotidianidad de Nazaret, tener ojos y corazón libres de los prejuicios y abiertos al asombro, a las sorpresas de Dios, a Su presencia humilde y escondida en la vida de cada día.

Saludos tras el ángelus

De la querida nación de eSwatini, en el África meridional, llegan noticas de tensiones y violencia. Invito a los responsables y a los que manifiestan sus aspiraciones de cara al futuro del país a un un esfuerzo común para el diálogo, la reconciliación y el entendimiento pacífico entre las diversas posturas.

Me alegra anunciar que, del 12 al 15 de septiembre próximo, si Dios quiere, me acercaré a Eslovaquia a hacer una visita pastoral. La tarde anterior, concelebraré en Budapest la misa conclusiva del Congreso eucarístico internacional. Gracias de corazón a todos los que están preparando este viaje y rezo por ellos.

Budapest

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