Entrevista: "(El Sodalicio) debería ser suprimido. Y sus bienes deberían ser incautados y vendidos para reparar a las víctimas" Pedro Salinas: "El Sodalicio es una organización sectaria que utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos"

Pedro Salinas (en el centro), junto a Scicluna (izquierda) y Jordi Bertomeu (derecha)
Pedro Salinas (en el centro), junto a Scicluna (izquierda) y Jordi Bertomeu (derecha) Pedro Salinas

"El asedio mediático-judicial que emprendieron contra Paola Ugaz, Daniel Yovera (otro periodista freelancer que participó en un reportaje de Al Jazeera sobre los negocios del Sodalicio en Piura, donde el arzobispo es José Antonio Eguren, miembro de la “generación fundacional” del Sodalicio), y contra mí, de una manera feroz y sostenida durante los últimos cinco años, derrochando una cantidad de recursos económicos impresionante en esta cacería implacable contra los denunciantes"

"Esa fue la pregunta final de Scicluna en mi caso:¿qué cosa recomendaría? Pedí la disolución. Por él me enteré de que el término canónico correcto era “supresión”. O sea, no se descarta ese escenario. La sola idea me conmovió hondamente"

"(El Sodalicio) debería ser suprimido. Y sus bienes deberían ser incautados y vendidos para reparar a las víctimas, quienes han sido revictimizadas de manera cruel e inclemente durante todos estos años"

"Figari fue presentado como un “lobo solitario”que actuó sin cómplices reales ni encubridores efectivos, en plan Maciel y Karadima, algo que no solo es imposible de creer, sino que está acreditado y corroborado que no fue así"

"Con pocas excepciones, como el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, el prelado de Caravelí, Reynaldo Nann, y el cardenal Pedro Barreto, el resto de pastores peruanos brilló por su ausencia e indiferencia en esta historia (...). Lo cierto es que la indolencia de las autoridades eclesiásticas fue lo que prevaleció en el Caso Sodalicio. Esa es una verdad de a puño"

Cipriani: "Sé que vive entre Roma y Madrid, y no ha vuelto al Perú ni a opinar sobre la política peruana, desde su polarizadora ideología de extrema derecha. Algo ocurrió, sin duda, pero la opinión pública peruana jamás se enteró"

"Voy a seguir, porque es lo que me toca, pero Pao y yo estamos en este segundo como los hobbits, Frodo y Sam, cuando llegaron a Mount Doom, en Mordor, antes de echar el anillo a la lava. Despellejados y extenuados". Paola Ugaz y Pedro Salinas son dos periodistas peruanos que se han dejado la piel (casi literalmente) por denunciar, y desmontar, el entramado de abusos y desmanes económicos y de poder en el Sodalicio de Vida Cristiana, logrando que el Papa Francisco ordenara una investigación, que en estos días han llevado a cabo los 'inquisidores' del Vaticano, Charles J. Scicluna y Jordi Bertomeu.

En esta entrevista exclusiva para RD, Salinas revela detalles inéditos de la investigación, apunta a la responsabilidad de jerarcas vaticanos en la protección del fundador del Sodalicio, Luis Figari, y reclama la "disolución" del movimiento. "El Sodalicio es una organización sectaria que utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos. Por lo menos así ha funcionado por más de cuatro décadas. Y eso, en el mundo real, no se borra de un plumazo, únicamente cambiando sus Constituciones y Estatutos, porque estamos hablando de una institución católica espuria y con vicios de origen", constata.

¿Qué valoración haces de la visita de Bertomeu-Scicluna? ¿Qué os preguntaron, qué contestasteis?

A ambos los conocí, en momentos distintos y por diferentes razones, en el 2019. Scicluna me invitó a una reunión precumbre antipederastia, el 20 de febrero de ese año, en una sala del Instituto Maria Bambina, en el Vaticano, junto a once víctimas sexuales de varios países. Sin haber sido una víctima sexual, se me convocó por haber padecido maltratos psicológicos y físicos en el Sodalicio(organización católica peruana de características sectarias, fundada en 1971), porque fui uno de los periodistas que reveló la cultura de abusos entronizada en dicha institución por más de cuatro décadas y por haber sido injustamente querellado por difamación por el arzobispo más representativo de esta sociedad de vida apostólica, José Antonio Eguren Anselmi SCV.

Salinas, con Bertomeu y Sciclina
Salinas, con Bertomeu y Sciclina Pedro Salinas

A Bertomeu lo conocí a través de Juan Carlos Cruz, víctima del célebre pederasta chileno Fernando Karadima y actualmente miembro del Comité para la Tutela de Menores y Adultos Vulnerables del Vaticano. Me invitó a conocer sus oficinas en la Congregación para la Doctrina de la Fe, y, para mi sorpresa, en su escritorio estaba la investigación periodística Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), que escribí junto a mi colega Paola Ugaz. Ya en ese momento me hizo notar que estaba al tanto del caso y lo estaba monitoreando.

Por lo demás, la reputación de ambos les precedía. Lo que habían logrado luego de su visita a Chile (2018) era algo que los exsodálites queríamos que se replicara en el Perú desde entonces. Sin embargo, el papa Francisco recién empieza a darle forma a la idea luego de recibir a mi colega y coautora Paola Ugaz. Esto ocurrió en noviembre del año pasado. La empatía de Bergoglio con Pao fue crucial. 

La agenda de reuniones comenzó conmigo el martes 25 de julio a las nueve de la mañana, y duró cerca de dos horas y media. Luego fue citada Paola Ugaz. Los temas, en mi caso, fueron variados, aunque muy específicos. El carisma. La estructura sectaria. El rol que jugaron determinados prelados, ya sea por indolencia u omisión luego de las denuncias periodísticas. El tratamiento que le dio el Vaticano a través de sus principales interventores, desde el nombramiento del primer visitador apostólico hasta el papel desempeñado por el español José Rodríguez Carballo, del dicasterio del que depende el Sodalicio, así como el del “acompañante espiritual”, Gianfranco Ghirlanda SJ. El asedio mediático-judicial que emprendieron contra Paola Ugaz, Daniel Yovera (otro periodista freelancer que participó en un reportaje de Al Jazeera sobre los negocios del Sodalicio en Piura, donde el arzobispo es José Antonio Eguren, miembro de la “generación fundacional” del Sodalicio), y contra mí, de una manera feroz y sostenida durante los últimos cinco años, derrochando una cantidad de recursos económicos impresionante en esta cacería implacable contra los denunciantes.

Salinas, con Sciclina en la Nunciatura de Perú
Salinas, con Sciclina en la Nunciatura de Perú Pedro Salinas

La verdad es que, me sentí escuchado por primera vez en estos larguísimos trece años, desde que iniciamos las pesquisas y fuimos denunciando, homeopáticamente, a esta organización católica. Pero lo que más me llamó la atención fue el nivel de información que manejaban ambos. Scicluna, quien llevó la voz cantante en el “interrogatorio”conmigo, me pedía precisiones sobre páginas y capítulos puntuales de mi último libro Sin noticias de dios. Sodalicio: crónica de una impunidad (Autopublicación, 2022). Estamos hablando de un libro de casi mil páginas. E incluso estaban al tanto del allanamiento a mi casa, en enero del 2022, con el propósito de incautar mi móvil (cosa que lograron, y se descargaron todos mis audios, chats y contactos con víctimas y autoridades eclesiásticas) y el ordenador donde estaba escribiendo Sin noticias de dios. El ordenador no pudieron llevárselo porque, pensando que eso podía ocurrir, lo empotré a una pared de mi habitación. Pero sí. Me impresionaron positivamente los inquisidores del papa. Tanto, que hasta me dejó la sensación de que algo podía pasar.

¿Han podido desarrollar su labor en libertad?

Hasta donde pudimos observar, sí. Todos los interrogatorios se llevaron a cabo en territorio vaticano: en el local de la nunciatura apostólica. Hubo un intento torpe de sugerir un sesgo por parte de la misión para descalificarla y desacreditarla, desde el Twitter y por parte de uno de los miembros de la “familia espiritual”. Eso sí, recularon rápidamente. Asumo que se dieron cuenta que no podían usar con ellos las mismas tácticas matonescas que utilizaron contra nosotros. Pero la sutileza no es un rasgo que les caracterice.

¿Qué le pediste a los investigadores vaticanos?

Esa fue la pregunta final de Scicluna en mi caso:¿qué cosa recomendaría? Pedí la disolución. Por él me enteré de que el término canónico correcto era “supresión”. O sea, no se descarta ese escenario. La sola idea me conmovió hondamente.

¿Cuánto se van a demorar en elaborar su informe?

Supongo que más tiempo que el que se tomaron en Chile (que fueron tres meses). Me quedó claro que este caso es más complejo y sofisticado que el chileno. Y la decisión final será del papa Francisco y de su conciencia. Él, cuando fue arzobispo de Buenos Aires, los invitó a fundar en Argentina y les ofreció vivir en el palacio arzobispal, cosa que ocurrió, y mantuvo buenas relaciones con algunos de los encubridores. Sin saberlo, claro. Actuó de buena fe y sin toda la información que ahora la misión se ha llevado a Roma.

¿Qué debería ocurrir con el Sodalicio?

Debería ser suprimido. Y sus bienes deberían ser incautados y vendidos para reparar a las víctimas, quienes han sido revictimizadas de manera cruel e inclemente durante todos estos años. Incluso no pocas víctimas fueron excluidas del proceso mezquino por el que las hicieron transitar. Y algo no menos importante. Si algo así ocurriese, movimientos de similares características, como Pro Ecclesia Sancta (o Avanzada Católica, en el Perú), Los Heraldos del Evangelio (de Brasil), o Lazos de Amor Mariano (de Colombia), entre otros, podrían seguir en la lista. El precedente de la hipotética supresión del Sodalicio podría ser histórico y ejemplarizador.

¿Qué ocurre con Figari?

Figari ya fue “sancionado” en el 2017, en un proceso farsesco. La “sanción” consistió en otorgarle una jubilación dorada en plan jeque de Emiratos Árabes. Y no exagero. Nunca lo expulsaron de la institución, pudiendo hacerlo. Trataron a sus víctimas sexuales como “cómplices”, sin contrastar con ellas. E incluso “se perdió” en el dicasterio una de las denuncias más graves contra Figari. Y fue presentado como un “lobo solitario”que actuó sin cómplices reales ni encubridores efectivos, en plan Maciel y Karadima, algo que no solo es imposible de creer, sino que está acreditado y corroborado que no fue así. El rol protector y favorecedor de José Rodríguez Carballo, desde el dicasterio, del cardenal jesuita Gianfranco Guirlanda, como “acompañante espiritual”, de Noel Antonio Londoño, desde su actuación como comisario, y del cardenal norteamericano Joseph Tobin, como delegado ad nutum, entre los principales, viene siendo un escándalo vergonzoso para la iglesia católica.

Luis Figari, fundador del Sodalicio
Luis Figari, fundador del Sodalicio

¿Merece la pena tantos años de lucha?

Lo lógico sería decir que “sí”, supongo, y quedaría muy bien. Pero es una pregunta que me viene rondando desde hace un buen tiempo, y no tengo una respuesta categórica ni feliz. El impacto que ha tenido esta guerra desigual, que jamás busqué, sino que se nos apareció a Paola y a mí, ha tenido un impacto tremendo en todos los ámbitos de mi vida personal. Honestamente, espero que esta historia sin fin se acabe, y pronto. Ha tenido demasiados daños colaterales con gente de mi entorno más cercano y me cambió la vida por completo, con consecuencias que son irreversibles e irreparables. Igual voy a seguir, porque es lo que me toca, pero Pao y yo estamos en este segundo como los hobbits, Frodo y Sam, cuando llegaron a Mount Doom, en Mordor, antes de echar el anillo a la lava. Despellejados y extenuados.

¿Cuál ha sido la respuesta del episcopado peruano?

Formalmente, han saludado públicamente la misión Scicluna-Bertomeu. Pero de puertas hacia dentro, adivino que algunos obispos deben estar un pelín nerviosos. Con pocas excepciones, como el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, el prelado de Caravelí, Reynaldo Nann, y el cardenal Pedro Barreto, el resto de pastores peruanos brilló por su ausencia e indiferencia en esta historia. Algunos se defienden esgrimiendo que publicaron notas de prensa, como si un comunicado de papel denotara una suerte de acción contundente. Lo cierto es que la indolencia de las autoridades eclesiásticas fue lo que prevaleció en el Caso Sodalicio. Esa es una verdad de a puño.

Pedro Salinas y Paola Ugaz, con Sciclina y Bertomeu
Pedro Salinas y Paola Ugaz, con Sciclina y Bertomeu Pedro Salinas

¿Cuál es la responsabilidad de Cipriani en este escándalo?

Desde un principio, su talante frente a las denuncias fue el de la apatía, la displicencia y la somnolencia. Más todavía. Por momentos hasta agredió desde su púlpito radial (tenía un espacio semanal en la radio más importante del Perú) a más de una víctima del Sodalicio. Por alguna razón el papa le aceptó sin chistar la renuncia al primer cardenal histórico del Opus Dei, apenas cumplió los 75 años, estando en buen estado de salud. Sé que vive entre Roma y Madrid, y no ha vuelto al Perú ni a opinar sobre la política peruana, desde su polarizadora ideología de extrema derecha. Algo ocurrió, sin duda, pero la opinión pública peruana jamás se enteró.

¿Algo más que quieras añadir?

Sí, quería hacer hincapié en el asunto del carisma, “gracia” que supuestamente habría recibido el fundador sodálite Luis Fernando Figari y su “núcleo fundacional”, y que el cardenal Ghirlanda defiende a rajatabla y pretende “salvar” a cualquier costo. El Sodalicio carece de carisma. Puede sonar audaz de mi parte meterme en asuntos de teólogos, pero si Ghirlanda leyese Mitad montes, mitad soldados o Sin noticias de dios, verá que, sobre todo en este último está documentado que, Figari, antes de crear el Sodalicio, hacia fines de los sesenta, ya tenía comportamientos de depredador sexual. Hay por lo menos un testimonio anónimo que así lo constata, y los primeros abusos del fundador se producen apenas fue creada esta institución, a inicios de los setenta. Más aún. La aprobación pontificia -ahora también se sabe- se obtuvo ocultando deliberadamente y echando un capote sobre los casos de abusos sexuales perpetrados por sus principales líderes. Así las cosas, estamos hablando de una “sociedad de vida apostólica” que se convirtió en lo que es de manera fraudulenta y con mentiras y trampas y lobbies. El Sodalicio es una organización sectaria que utiliza una fachada católica para perpetrar todo tipo de abusos. Por lo menos así ha funcionado por más de cuatro décadas. Y eso, en el mundo real, no se borra de un plumazo, únicamente cambiando sus Constituciones y Estatutos, porque estamos hablando de una institución católica espuria y con vicios de origen.

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