"Algunos nos ven a los latinoamericanos como menores de edad, como miembros de una Iglesia bonsai" Rodrigo Guerra: "Guadalupe es conversión y fraternidad, vida interior y lucha por la justicia"

Rodrigo Guerra
Rodrigo Guerra

"María de Guadalupe es una 'buena noticia' para todos los pueblos del mundo: anuncia el evangelio con los acentos que permiten abrir futuro para la presencia de la Iglesia"

"Sin forzar artificialmente su mensaje, no es difícil descubrir como Ella nos ayuda a asimilar con gran confianza, el magisterio del Papa Francisco"

"Tal vez sea el momento en que en Europa también pueda ser útil recibir la 'buena noticia' de la guadalupana. La Iglesia es pequeña en Europa y está muy necesitada de ayuda. Lamentablemente, muchos parecen no darse cuenta de ello"

"María de Guadalupe nos ayuda a que nuestra Iglesia no sea un “guetto”, una sectita, una “aristocracia de los buenos” o cosa parecida"

María de Guadalupe convocó a 11 millones de peregrinos en la Basílica de Guadalupe el año pasado. La “Virgen morena” no sólo es una devoción sino un signo de liberación para la Iglesia de México y de toda América. Entrevistamos a Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, quien afirma: “Guadalupe es conversión y fraternidad, vida interior y lucha por la justicia. Ella es realmente la 'Patrona de nuestra libertad'”. Y reivindica la potencia evangelizadora de la Virgen de Guadalupe, al tiempo que solicita a las iglesias de Europa y Estados Unidos que dejen de ver "a los latinoamericanos como menores de edad, como miembros de una Iglesia bonsai, o como fuente de algún divertido folclore".

¿Qué relevancia tiene el 12 de diciembre para los mexicanos?

Los mexicanos tenemos muchas fiestas cívicas y religiosas. Sin embargo, la Virgen de Guadalupe sigue siendo el factor-clave de la unidad religiosa y nacional del país. Nuestras muchas fracturas y mezquindades parecen encontrar un paréntesis ante la presencia de María en el Tepeyac. Jóvenes y ancianos, pobres y ricos, gente del campo y de la ciudad, se congregan por igual. Ella auspició la conversión y la reconciliación social hace 500 años y continúa mostrando su abrazo y su compasión a todos los que se acercan a su presencia. Martí Batres, secretario de Gobierno de la Ciudad de México, el año pasado informó que más de 11 millones de peregrinos visitaron la Basílica entre el 8 y al 12 de diciembre. Estos números son signo de un fenómeno que desborda cualquier intento de conceptualización o de interpretación meramente sociológica. Estamos delante de un fenómeno que desborda por mucho las categorías de interpretación social y pastoral convencionales.

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¿La guadalupana es una devoción meramente mexicana o tiene algo que decir a otras naciones?

María de Guadalupe es una advocación mexicana, latinoamericana y continental. Sin embargo, es interesante observar que los Papas, a través de su enseñanza, no han subrayado principalmente los aspectos más locales del acontecimiento guadalupano sino justamente los más universales. María de Guadalupe es una “buena noticia” para todos los pueblos del mundo: anuncia el evangelio con los acentos que permiten abrir futuro para la presencia de la Iglesia. Pensemos en la conversión radical a Jesucristo, la evangelización inculturada, la opción por los pobres, la redignificación del papel de la mujer en la pastoral, la redignificación de los fieles laicos. Estos y otros aspectos, están presenten en el Acontecimiento y nos ayudan a saber cómo colaborar a la renovación de la Iglesia. María es “typo”, es modelo”, de la Iglesia. En Ella podemos aprender la “forma” que la Iglesia debe asumir para lucir más bella, más atractiva, más “evangélica”. Sin forzar artificialmente su mensaje, no es difícil descubrir como Ella nos ayuda a asimilar con gran confianza, el magisterio del Papa Francisco, que en buena medida, avanza por estas mismas coordenadas.

¿Es posible transitar de la devoción guadalupana a la evangelización?

La devoción a la Virgen de Guadalupe es muy amplia e importante. Es una parte de la espiritualidad popular de muchos pueblos. No es un residuo supersticioso de la época prehispánica ni una religiosidad de segundo grado para los pobres e incultos. La espiritualidad popular en torno a la Virgen de Guadalupe es verdadera acción teologal en el alma de las personas y de los pueblos. Cuando sólo se contempla “extrínsecamente”, por sus formas exteriores, puede ser malinterpretada. De inmediato recuerdo al joven alemán que se escandalizó con los signos de los pueblos amazónicos durante el Sínodo de la Amazonia y que intentó destruir uno de ellos. ¡Qué pensaría este jovencito si participara de un 12 de diciembre en la Basílica! Miraría danzas prehispánicas, cientos de signos de la cultura nahuatl con sonoras caracolas saludando a María. ¡No le alcanzaría toda la vida para destruir todo aquello! 

¡Qué distintas se perciben las cosas cuando se participa “por dentro” de la religiosidad popular! Todos esos bailes y símbolos se ofrecen ante el altar cada año, desde hace cinco siglos, para que Jesús, a través de María, los abrace, los acoja, los purifique. La Virgen de Guadalupe no destruye los lenguajes y símbolos de la cultura indígena. Ella los integra dándoles plenitud en Jesucristo. La milagrosa imagen de María en la tilma de Juan Diego es señal justamente de esto. La verdadera evangelización siempre es así: no destruye sino que acoge el don de Dios, ahí donde se encuentre. El evangelio es anuncio de que la condición humana de todos, todos, todos ha quedado recogida y acogida en Jesucristo. 

Virgen de Guadalupe
Virgen de Guadalupe

En Europa cuesta trabajo imaginar que la fe pueda vivirse plenamente a través de una mediación cultural distinta a la europea. ¿Por qué?

Durante siglos la fe cristiana se inculturó en el contexto europeo y en ocasiones se perdió consciencia de que Jesucristo es irreductible a una sóla cultura. Más aún, se perdió consciencia que el misterio de la Encarnación posee una dimensión dinámica, como señalaba, san Juan Pablo II, en Novo millennio ineunte, n. 3. Una misma fe puede celebrarse en diversos contextos a través de distintas expresiones. María de Guadalupe, desde este punto de vista, es realmente modelo supremo de evangelización perfectamente inculturada. Tal vez sea el momento en que en Europa también pueda ser útil recibir la “buena noticia” de la guadalupana. La Iglesia es pequeña en Europa y está muy necesitada de ayuda. Lamentablemente, muchos parecen no darse cuenta de ello. Por ejemplo, nadie en América siente extraños a la Virgen de Fátima o a San Francisco de Asís. Sin embargo, en Europa algunos piensan que Guadalupe es una exótica devoción propia de los latinoamericanos. ¡Y es mucho más que eso! Me pregunto si los grandes pastores y teólogos europeos eventualmente se abrirán a recibir los dones de la Iglesia latinoamericana. Creo que parte de algunas resistencias en Europa y Estados Unidos a la persona del Papa Francisco proceden de este mismo fenómeno. Algunos nos ven a los latinoamericanos como menores de edad, como miembros de una Iglesia bonsai, o como fuente de algún divertido folclore.

¿Qué será lo más importante que el acontecimiento guadalupano puede enseñarnos a todos?

Creo que son muchas cosas. Subrayo dos que me parecen muy importantes en nuestro actual contexto: en primer lugar que los fieles laicos, como san Juan Diego, podemos y debemos vivir a plenitud nuestro bautismo, incluso llevando la “buena nueva” al sacerdote, al obispo. Sin arrogancia, sin petulancia, con sencillez. San Juan Diego es un santo olvidado y como eclipsado. En parte por ser pobre, en parte por ser indígena, y en parte por haber tenido el atrevimiento de evangelizar al pastor. Gracias a Dios san Juan Diego nos ha dejado un ejemplo extraordinario de humildad. El nos puede corregir si nos pasamos de listos. Pero él también nos muestra que confiando en Jesús y en María, los fieles laicos podemos vivir una “parresía” sin precedentes.

Y una segunda cosa, tremendamente importante: María de Guadalupe nos dice a todos, todos, todos: “no estoy yo aquí que soy tu Madre”. De este modo, Ella nos ayuda a que nuestra Iglesia no sea un “guetto”, una sectita, una “aristocracia de los buenos” o cosa parecida. La Iglesia debe ser tan amplia como lo es la Redención efectuada por Cristo, es decir, tan amplia como el conjunto total de las ovejas, aún de las más alejadas y desorientadas. Sólo una Iglesia así se vuelve testimonio creíble del amor misericordioso de Dios. Los grupitos cátaros, las asociaciones de “puros”, crean aduanas explícitas o encubiertas, sumamente lamentables.

Rodrigo Guerra
Rodrigo Guerra

El Papa Francisco, en el año 2022, habló durante su homilía dedicada a la Virgen de Guadalupe, de que a la “Madre no se le manipula”. ¿A qué se refiere con ello?

María de Guadalupe es madre de todos, no sólo de algunos. Cuando algún grupúsculo, algún experto, alguna facción política intenta instrumentalizar a la Virgen, corrompe su mensaje. Nadie tiene derecho a usar la oración, la devoción, la peregrinación, la celebración litúrgica guadalupana y similares, para fines partisanos. Todos los obispos, sacerdotes y agentes de pastoral, están muy obligados a evitar cualquier manipulación a este respecto.

¿Qué papel juega María de Guadalupe frente a los excluidos y humillados de América?

El “verdadero Dios por Quién se vive” no sólo ofrece reconstrucción de la vida interior. La conversión cristiana es interior y es exterior. Nuestro mundo privado y todas nuestras relaciones comunitarias están llamadas a transformarse con el amor liberador de Jesús. Santa María de Guadalupe, de hecho, escoge al excluido y maltratado, como embajador. Quisiera decir esto mismo de otra forma: existe una estrecha vinculación entre el “Magnificat” y la Virgen de Guadalupe. Dios, a través de María, “hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.  Guadalupe es llamado a la conversión interior y a la fraternidad social, a la más radical vida interior y a la lucha por la justicia. Ella es, como decía, José María Morelos y Pavón, la “Patrona de nuestra libertad”, la que busca a tiempo y a destiempo, liberarnos del pecado personal y del pecado social que lastima a todos, en especial, a los más pobres y marginados. María de Guadalupe es la defensora por antonomasia del no-nacido y del indígena, del cercano y del lejano, del diverso y hasta del adverso. Su mirada desafía nuestra indolencia, nuestro aburguesamiento, y sobre todo, nuestra complicidad con la mundanidad, con el reino de la apariencia y con la lógica del poder.

En los últimos meses, el Papa Francisco ha mencionado a san Juan Diego en varias ocasiones. ¿Podríamos decir que el Papa es “guadalupano”?

Estoy convencido que el Papa Francisco guarda un entrañable afecto a la Virgen de Guadalupe. Todos recordamos los momentos que pasó con Ella en el camarín de la Basílica. Todos vimos cómo acogió hace un año la invitación de los obispos mexicanos a organizar una “novena intercontinental guadalupana”. Y principalmente, todos podemos ver cómo la enseñanza de este Papa providencial coloca los acentos que a la Virgen de Guadalupe más le gustan del evangelio de Jesús. Estoy convencido que Ella sostiene de manera constante el ministerio del Sucesor de Pedro. El “principio mariano”, del que habla Balthasar, no es, pues, una abstracción. Es una relación personal concreta que atraviesa el misterio de la Iglesia.

Papa y Virgen de Guadalupe

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