Los sinodales quieren que el documento final "afecte a las conciencias" Ruffini: "La solución no está en el Derecho Canónico, sino en la profecía"

Briefing de hoy en el Sínodo de la Amazonía
Briefing de hoy en el Sínodo de la Amazonía Luis Miguel Modino

Yesica Patiachi: "Los pueblos indígenas tenemos miedo ante los ataques de una sociedad que nos quiere ver en una vitrina"

Monseñor Wellington de Queiroz Vieira: "Sin las mujeres, muchas de nuestras comunidades no existirían”

En una sociedad, y una Iglesia, en la que muchas veces nos quedamos en documentos, que no se llevan a la práctica, el Sínodo para la Amazonía, que este miércoles ha retomado el trabajo en pequeños grupos, quiere, como han expresado sobre todo los representantes de los pueblos originarios, que este momento no se quede en palabras, “en un discurso mercantilista, sino que afecte a las conciencias”.

Esas palabras de Yesica Patiachi, la indígena del pueblo harakbut que habló al Papa en Puerto Maldonado en enero de 2018, las expresaba en el briefing con los periodistas celebrado en la Sala Stampa del Vaticano, donde asumía ante los focos que “los pueblos indígenas tenemos miedo”, ante los ataques de una sociedad, que por una parte “nos quiere ver en una vitrina” y por otra, sobre todo entre los que representan a las grandes corporaciones empresariales, “nos quieren divididos y que desaparezcamos”. Todo eso porque “hemos sido, somos y seremos los guardianes de los bosques”, a pesar de que, como ella recordaba, “cuidar de la Casa Común es tarea de todos”.

No podemos olvidar que el Sínodo va definiendo sus temas fundamentales, que en palabras de Paolo Ruffini, se centrar en la Casa Común, la llamada a la conversión ecológica, la toma de conciencia eclesial sobre los pecados sociales y ecológicos, el diálogo intercultural que facilite una Iglesia misionera, profética y en salida, el problema del acceso a la Eucaristía, los ministerios, la migración a las ciudades, la dimensión social de la Iglesia. Todo ello, insistía Ruffini, buscando una visión conjunta que busca un enfoque global, elemento decisivo de todo proceso sinodal, sin detenerse en temas individuales. No se puede perder el norte del Sínodo y hay que tener claro que la solución no está en el Derecho Canónico sino en la profecía.

La unidad prevalece sobre el conflicto

Una vez se ha destacado la libertad presente dentro de la sala sinodal así como en los grupos de trabajo, todo ello en vista de un caminar juntos, de que la unidad debe permanecer sobre el conflicto, un elemento presente en Evangelii Gaudium, que recordaba el jesuita Giacomo Costa.

En muchos de los obispos presentes en el Sínodo para la Amazonía está presente la preocupación por lo que pasa fuera de la sacristía, algo de lo que daba testimonio Monseñor Ambrogio Spreafico, obispo de Frosinone – Veroli – Ferentino, quien decía ante los periodistas que “desde que fui nombrado obispo me di cuenta que era necesario no sólo cuidar de las almas, sino también de la tierra donde vivo”, algo fundamentado en el libro del Génesis y en la Laudato Sí, que “todavía no ha sido entendida como un modo de ser cristiano”, según el obispo italiano.

El celibato no es el mayor problema

Uno de los aspectos presentes en los debates es el del sacerdocio, sobre el que dentro de la asamblea hay ideas divergentes, como reconocía Monseñor Wellington de Queiroz Vieira, obispo de Cristalandia, aunque también destacaba el ambiente fraterno en medio de esas diferencias. En concreto, al hablar sobre los vivir probati, afirmaba que “para tener sacerdotes, el celibato no es el mayor problema, sino nuestra incoherencia, escándalos, falta de santidad”, algo que impide que los jóvenes se interesen por el sacerdocio. Todo eso sin olvidar que otro de los problemas es la desigual distribución del clero y el poco espíritu misionero de muchos sacerdotes para ir en misión a las regiones donde hay mayores necesidades.

En esa perspectiva cobra un papel fundamental el laicado, cuyo papel, especialmente en la Iglesia de la Amazonía, debe ser más valorado, como apuntaba Monseñor Pedro Conti, obispo de Macapá, por todo lo que hacen, tanto dentro como fuera de la Iglesia. De hecho, el laicado es quien muchas veces resuelve el deficiente acompañamiento eclesial a las comunidades, especialmente a los pueblos indígenas, lo que exige, como está siendo apuntado en la asamblea sinodal, pasar de una pastoral de visita a una pastoral de presencia. En ese sentido, las mujeres tienen una importancia decisiva, pues, como afirmaba Monseñor Wellington de Queiroz Vieira, “sin las mujeres, muchas de nuestras comunidades no existirían”.

Persecuciones y esclavitud

Los discursos de los indígenas, en los que expresan sus clamores, que son compartidos por los presentes, junto con la humildad y gestos de cercanía del Papa, han emocionado a muchos de los presentes en el aula sinodal, algo que se ha repetido en el encuentro con los periodistas este miércoles. Escuchar la historia del pueblo harkbut de los labios de Yesica Patiachi, de cómo su pueblo, que llegó a ser formado por 50.000 personas, vio como los caucheros metieron en una isla y mataron en un solo día a 10.000 indígenas, cuyos cuerpos, arrojados al Río Madre de Dios, provocó la muerte de muchos otros que bebieron el agua, todo ello por no estar dispuestos a trabajar como mano de obra barata.

En esa situación llegó a la región el dominico José Álvarez, el Apaktone, una figura de grata memoria entre los pueblos indígenas de la región del Madre de Dios, que en una situación similar a la actual, de gran aflicción para esos pueblos, como enfatizaba Yesica Patiachi, acudió en su auxilio, lo que hizo posible, ente otras cosas, que hoy ella esté aquí defendiendo a su pueblo, pues si no hubiese sido por él probablemente el pueblo harakbut hubiese desaparecido ante los ataques de los caucheros. Fortalecer esa compañía a los pueblos es sin duda uno de los grandes desafíos de la Iglesia, un camino en el que el Sínodo para la Amazonía puede tener una importancia decisiva.

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