Francisco visita la prisión para el Lavatorio de los Pies Sor María Pía, voluntaria en la cárcel de Rebibbia: "El Papa será acogido con gran alegría"

Mujer encarcelada (de la exposición 'Riscatti')
Mujer encarcelada (de la exposición 'Riscatti') Valerio Pamela

La religiosa de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, que trabaja como voluntaria en este centro penitenciario desde hace años, sor María Pía, habla del ambiente de espera en vista de la celebración de la Misa in Coena Domini que presidirá el papa Francisco en la prisión romana

Las mujeres en la cárcel tienen un sentimiento de culpa muy fuerte “por el sufrimiento que tienen por una madre anciana o, peor aún, por un niño pequeño al que no pueden ver crecer"

(Vatican Media).-Hay una gran emoción entre las personas que se encuentran en la cárcel romana de Rebibbia, a quienes el Papa Francisco visita esta tarde de Jueves Santo para celebrar la Misa in Coena Domini y el rito del Lavatorio de los Pies.

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"Desde hace días están incrédulas, en cuanto nos ven nos preguntan si es verdad y cuando se dan cuenta se alegran, dicen que el Papa ama realmente a las personas que sufren", así lo afirma sor María Pia Iammarino, religiosa de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, que desde hace años se dedican a la pastoral penitenciaria y son voluntarias en esta estructura. Luego, continúa la religiosa, "algunas se entristecen porque piensan que no será su turno de participar en la misa, pero hay que decir que la directora está trabajando duro para que la mayoría de los reclusos puedan estar presentes".

Mensaje de Francisco: nunca perder la esperanza

Cuando visita una institución penitenciaria, el Papa recomienda a menudo a los presos que nunca pierdan la esperanza, que miren siempre a Jesús, que nunca decepciona y nunca se cansa de amarnos, perdonarnos y abrazarnos. "Todo esto se comunica a las internas con gestos –explica sor María Pía–, no tengo que decirles que Dios las ama, sino ser un testimonio del amor que Dios siente por ellas, tener una mirada de benevolencia y de acogida sin juicio". Luego, cuando se han ganado la confianza de las internas, pueden actuar también con palabras: "A menudo nos preceden –prosigue la religiosa– a menudo afirman que se sienten amadas por Dios en su vida en la celda. Son experiencias de evangelización muy fuertes también para nosotros que venimos a visitarlas".

Francisco lava los pies a doce jóvenes presos, en una foto de archivo
Francisco lava los pies a doce jóvenes presos, en una foto de archivo

Hermana entre las hermanas

Sor María Pía es religiosa, voluntaria, pero antes que nada una mujer que está con otras mujeres que viven un doble drama en sus condiciones de detención: "He estado en secciones masculinas y femeninas, siempre hay un gran sufrimiento, pero para las mujeres –reconoce– es más duro. Sienten un gran sentimiento de culpa por el crimen cometido y un sentimiento de culpa aún más abrumador por el sufrimiento que han causado afuera, a una madre anciana o, peor aún, a un niño pequeño al que no pueden ver crecer, al que no pueden acompañar todos los días en el colegio, con quienes no pueden estar en momentos de dolor o enfermedad". Sor María Pía escucha este dolor, como una hermana: “Me acerco a ellas con sencillez, soy mujer al lado de otras mujeres y comparto con ellas; todavía recuerdo la primera vez que entré a Rebibbia y una interna me dijo que yo era buena porque no les tenía miedo".

“Misericordiados y Misericordiosos”

De la celebración con el papa Francisco, sor María Pía espera que las personas que se encuentran en Rebibbia lleven siempre consigo la alegría del Santo Padre y su fe absoluta en la misericordia de Dios: "Como él dice, somos 'misericordiosos porque somos misericordiados', es decir, podemos dar misericordia porque fuimos los primeros en recibirla. Espero –concluye la religiosa voluntari – que puedan experimentar esta plenitud en las relaciones entre sí y con sus familiares en el exterior. Y no olvidemos la esperanza, sin la cual no hay posibilidad de construir el futuro".

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