La Academia de la Vida advierte de los "comportamientos imprudentes" ante la pandemia El Vaticano, ante el coronavirus: "Toda la humanidad está siendo puesta a prueba"

Paglia, con el Papa
Paglia, con el Papa

"Sin una colaboración efectiva y una coordinación eficaz, que asuma decisiones aun a sabiendas de inevitables resistencias políticas, comerciales, ideológicas y relacionales, los virus no se detendrán"

"La edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles”

“El riesgo de una epidemia mundial requiere, en la lógica de la responsabilidad, la construcción de una coordinación mundial de los sistemas de salud”

Toda la humanidad está siendo puesta a prueba. La pandemia de Covid-19 nos pone en una situación de dificultad sin precedentes, dramática y de alcance mundial: su repercusión en la desestabilización de nuestro proyecto de vida crece cada día más”. Tras su encuentro con el Papa Francisco, el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Vicenzo Paglia, ha publicado el documento 'Pandemia y Fraternidad Universal'.

En el mismo, se apunta que “estamos experimentando dolorosamente una paradoja que nunca hubiéramos imaginado: para sobrevivir a la enfermedad debemos aislarnos unos de otros, pero si aprendiéramos a vivir aislados unos de otros nos daríamos cuenta de lo esencial que es para nuestras vidas vivir con los demás”.

“En medio de nuestra euforia tecnológica y gerencial, nos encontramos social y técnicamente impreparados ante la propagación del contagio: hemos tenido dificultades en reconocer y admitir su impacto”, constata la Pontificia Academia de la Vida, que añade cómo la pandemia sigue marcando la desigualdad presente en el mundo global. Pese a ello, ni siquiera en las sociedades más desarrolladas económica y tecnológicamente “ha sido posible frenar la pandemia”.

La ciencia tiene sus límites

En todo caso, “esta traumática situación nos parece dejar claro que no somos dueños de nuestro propio destino. Y hasta la ciencia muestra sus propios límites”, como lo muestra la incertidumbre ante el diagnóstico, la curación y el futuro de un mundo post coronavirus.

“Resulta palpable lo estrechamente conectados que estamos todos (...). El contagio se extiende muy rápidamente de un país a otro; lo que le sucede a alguien se convierte en algo decisivo para todos”, añade el organismo vaticano, que lee la cartilla a ciudadanos y gobiernos que no están tomando en serio el alcance de la pandemia .

“El comportamiento temerario o imprudente, que aparentemente sólo nos concierne a nosotros, se convierte en una amenaza para todos aquellos que están expuestos al riesgo del contagio, sin que ello afecte quizás ni siquiera a los sujetos de dicho comportamiento”.

Estamos conectados

“Debemos tomar nota de los efectos de nuestro modelo de desarrollo”, insiste la Academia por la Vida, que pide “darnos cuenta de que cada vida es una vida común, es la vida de unos y otros, de unos y otros”, frente a “dos formas de pensar bastante burdas” que no tiene en cuenta las libertades sociales ni la cooperación entre los ciudadanos. “Somos parte de la humanidad y la humanidad es parte de nosotros: debemos aceptar estas dependencias y apreciar la responsabilidad que nos hace participantes y protagonistas”.

El personal médico escucha al Papa
El personal médico escucha al Papa

Tras agradecer la profesionalidad y trabajo de los profesionales de la salud investigadores y científicos, el documento también recuerda los padres de familia, ancianos y jóvenes que se quedan en casa; los que teletrabajan; “los miles de voluntarios que no han cesado su servicio” o “los responsables de las comunidades religiosas que siguen sirviendo a las personas que les han sido confiadas, incluso a costa de sus vidas, como han puesto de relieve las historias de muchos sacerdotes italianos que han fallecido por Covid-19”.

La "lógica miope" de los "intereses nacionales"

En el plano político, la Academia por la Vida denuncia la “lógica miope e ilusoria que trata de dar respuestas en términos de 'intereses nacionales'” y recuerda que “sin una colaboración efectiva y una coordinación eficaz, que asuma decisiones aun a sabiendas de inevitables resistencias políticas, comerciales, ideológicas y relacionales, los virus no se detendrán”.

“Necesitamos una alizanza entre la ciencia y el humanismo (...). Una emergencia como la de Covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad”, recalca el escrito, que es consciente de que “las condiciones de emergencia en las que se encuentran muchos países pueden llegar a obligar a los médicos a tomar decisiones dramáticas y lacerantes para racionar los recursos limitados, que no están disponibles para todos al mismo tiempo”.

El personal sanitario, nuestros soldados en la guerra contra el coronavirus
El personal sanitario, nuestros soldados en la guerra contra el coronavirus

Pero, eso sí: “La edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles”. Y dejando claro que “el racionamiento debe ser la última opción”.

“Nunca debemos abandonar al enfermo, incluso cuando no hay más tratamientos disponibles: los cuidados paliativos, el tratamiento del dolor y el acompañamiento son una necesidad que nunca hay que descuidar”, recalca la Pontificia Academia de la Vida, que aboga por “una perspectiva global de la bioética”.

Coordinación mundial

“El riesgo de una epidemia mundial requiere, en la lógica de la responsabilidad, la construcción de una coordinación mundial de los sistemas de salud”, propone el Vaticano, que anima a una rápida respuesta y a una “autoridad que puede considerar las emergencias con una visión de conjunto, tomar decisiones y orquestar la comunicación” para evitar “la desorientación generada por la tormenta de comunicaciones que se desata (infodemia), con la incertidumbre de los datos y la fragmentación de las noticias”.

Al tiempo, el texto reitera “la obligación de proteger a los débiles”, recordando que “habrá muchas más muertes allí donde no se garantice a las personas una simple atención sanitaria básica en su vida cotidiana”.

“En esta coyuntura, por ejemplo, no podemos olvidar las otras calamidades que golpean a los más frágiles como los refugiados e inmigrantes o aquellos pueblos que siguen siendo azotados por los conflictos, la guerra y el hambre”, añade.

El mensaje, concluye, parte de la fe en Jesús, pero “también aquellos que no compartan la profesión de esta fe pueden extraer del testimonio de esta fraternidad universal las huellas que conducen a la mejor parte de la condición humana”, pues “la humanidad que no abandona el campo en el que los seres humanos aman y luchan juntos, por amor a la vida como un bien estrictamente común, se gana la gratitud de todos y es un signo del amor de Dios presente entre nosotros”.

Pandemia y fraternidad universal by Religión Digital on Scribd

Volver arriba