El Derecho Canónico exige que sea en el Vaticano, y prohibe el voto no presencial ¿Cómo sería un cónclave en tiempos de coronavirus?

Puertas del cónclave
Puertas del cónclave

Si continuara el cierre del espacio aéreo, a la Capilla Sixtina sólo podrían acudir los cardenales italianos, los curiales y los que vivieran en Roma

Un purpurado enfermo de coronavirus podría entrar el Cónclave una vez finalizada su enfermedad, aunque estuviera iniciado; un cardenal sano no podría retrasarse al 'extra omnes'

Si murieran Francisco o Benedicto XVI, no habría funerales de Estado ni ceremonias públicas en su honor, pero el reloj de la sucesión no se pararía: 15 días -ampliables a 20- para dar comienzo al Cónclave

Imagine, sólo por un momento, que Francisco muere mañana. O que, de repente, decide renunciar al pontificado, abriendo así el paso a su sucesión. Es sólo una hipótesis, no se alarmen. Pero, ¿qué sucedería? Seguimos en plena pandemia del coronavirus, con miles de muertos en Italia y decenas de miles (acaso más) en todo el mundo, con el Vaticano cerrado y el espacio aéreo italiano clausurado para todo el mundo. ¿Cómo sería un cónclave en tiempos de coronavirus?

Lo primero que habría que definir sería el dónde, y el cuándo. Según la Universi Dominici gregis, de Juan Pablo II, el cónclave "se desarrollará dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano". ¿Cuándo? Como mucho, en el plazo de 20 días después de la muerte, o renuncia efectiva del Pontífice.

'Extra Omnes'... ¿definitivo?

Así, Benedicto XVI estableció que "desde el momento en que la Sede Apostólica esté legítimamente vacante, se espere durante quince días completos a los ausentes antes de iniciar el Cónclave, aunque dejo al Colegio de los Cardenales la facultad de anticipar el comienzo del Cónclave si consta la presencia de todos los cardenales electores, así como la de retrasarlo algunos días si hubiera motivos graves. Pero pasados al máximo veinte días desde el inicio de la Sede vacante, todos los Cardenales electores presentes están obligados a proceder a la elección".

Cónclave
Cónclave

¿Significa eso que el 'Extra Omnes' es definitivo? No exactamente. "Si algunos Cardenales electores llegasen re integra, es decir, antes de que se haya procedido a elegir al Pastor de la Iglesia, serán admitidos a los trabajos de la elección en la fase en que éstos se hallen", se lee en la Dominici gregis, en su punto 39.

¿Quiénes pueden formar parte del Cónclave? "Todos los Cardenales electores, convocados por el Decano, o por otro Cardenal en su nombre, para la elección del nuevo Pontífice, están obligados, en virtud de santa obediencia, a dar cumplimiento al anuncio de convocatoria y a acudir al lugar designado al respecto, a no ser que estén imposibilitados por enfermedad u otro impedimento grave, que deberá ser reconocido por el Colegio de los Cardenales". En este punto, hay que concretar que al hablar de enfermedad, se habla de enfermedad personal, no de algún familiar, por muy cercano que sea. De modo que un cardenal enfermo de coronavirus podría reincorporarse al mismo, una vez comenzado, si logra recuperarse.

El 'impedimento grave' sí podría ser, por ejemplo, la imposibilidad de acudir a Roma porque, como sucedería en esta hipótesis, el espacio aéreo italiano, y las fronteras europeas, estuvieran cerradas.

¿Qué ocurriría entonces? Que, transcurridos veinte días de la muerte o renuncia del Papa, sólo los obispos con sede en Italia, los curiales o los que puedan llegar al Vaticano, podrían participar en un cónclave. Con la actual situación socio-sanitaria mundial, se antoja imposible, por ejemplo, que los cardenales españoles o norteamericanos pudieran votar en el mismo.

Ratzinger y Bergoglio, en la Capilla Sixtina
Ratzinger y Bergoglio, en la Capilla Sixtina

Sarah y Tagle como meras hipótesis

En realidad, si el cónclave fuera hoy, nadie podría entrar ni salir de Italia. Es más, tal vez ni los italianos no romanos pudieran llegar a la Capilla Sixtina. Sería, en todo caso, un cónclave muy 'curial', con dos candidatos claros: Robert Sarah y Luis Antonio Tagle. Pero estamos hablando de meras hipótesis de trabajo.

En su punto 40, la normativa aprobada por Juan Pablo II establece que si algún cardenal con derecho a voto "se negase a entrar en la Ciudad del Vaticano para llevar a cabo los trabajos de la elección o, a continuación, después que la misma haya comenzado, se negase a permanecer para cumplir su cometido sin una razón manifiesta de enfermedad reconocida bajo juramento por los médicos y comprobada por la mayor parte de los electores, los otros procederán libremente a los procesos de la elección, sin esperarle ni readmitirlo nuevamente".

Las urnas del cónclave
Las urnas del cónclave

¿Un Papa con coronavirus?

Por el contrario, "si un Cardenal elector debiera salir de la Ciudad del Vaticano por sobrevenirle una enfermedad, se puede proceder a la elección sin pedir su voto; pero si quisiera volver a la citada sede de la elección, después de la curación o incluso antes, debe ser readmitido". ¿Qué quiere decir esto? Que en el hipotético caso de que un purpurado enfermase de coronavirus en el cónclave, podría salir a curarse y, si una vez repuesto, los cardenales siguen sin nombrar Papa, reincorporarse y votar, o ser votado. Rizando el rizo, también podría exigir entrar aun estando enfermo ("después de su curación o incluso antes", dice el decreto).

En este improbable caso, podríamos asistir al primer pontífice con coronavirus de la Historia. Aunque, dada la edad de los purpurados, su condición de grupo de riesgo no haría albergar grandes esperanzas de longevidad. 

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