Un joven y un adolescente, las primeras canonizaciones del papa Prevost "No malgastar la vida, orientarla hacia lo alto": León XIV ofrece a los jóvenes "la fórmula" de los nuevos santos Frassati y Acutis

La basílica de San Pedro, con las imágenes de los nuevos santos
La basílica de San Pedro, con las imágenes de los nuevos santos RD/Captura

La plaza de San Pedro, plena de sol, resplandecía también como lo hace en las grandes ocasiones, con un mar de fieles congregado para asistir a un doble evento: indudablemente, las canonizaciones de dos jóvenes, entre ellos, el primer santo milenial; por otro lado, para asistir a la primera ceremonia de canonizaciones presididas por el papa León XIV

"La vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada"

"Carlo creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad"

"Cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística"

Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra

Una fecha muy esperada la de este 7 de septiembre, con las canonizaciones de dos jóvenes, uno de principios del siglo XX -Pier Giorgio Frassati-, otro de este nuevo siglo -Carlo Acutis-, tras el aplazamiento debido al fallecimiento del papa Francisco el pasado abril.

La plaza de San Pedro, plena de sol, resplandecía también como lo hace en las grandes ocasiones, con un mar de fieles congregado para asistir a un doble evento: indudablemente, las canonizaciones de quienes la Iglesia espera que sirvan de modelo para una juventud que en estos albores del tercer milenio sigue en parte errante, buscando su sitio, en tantos casos huérfana de sentido; por otro lado, para asistir a la primera ceremonia de canonizaciones presididas por el papa León XIV, quien además, pudo saludar a los padres y hermanos de uno de los nuevos santos, Carlo Acutis, algo que no es lo habitual. 

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Comenzó señalando el Papa agustino que, aunque solemos representar a los santos ya "como grandes personajes", la santidad a menudo les acompañó cuando, "aún jóvenes, respondieron “sí” a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí". "En este marco, contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él".

"Incluso cuando los aquejó la enfermedad y esta fue deteriorando sus jóvenes vidas, ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos", señaló León XIV, quien glosó brevemente la vida -corta, pero plena- de ambos muchachos que hoy forman parte del santoral de la Iglesia católica, remarcando además que ambos "cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística".

León XIV lee la fórmula de canonización para Frassati y Acutis
León XIV lee la fórmula de canonización para Frassati y Acutis RD/Captura

Durante la homilía, el Papa apuntó algunas de las cualidades que han adornado la vida, breve, que ha llevado a ambos muchachos a los altares. "También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres".

"Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia — presentes hoy aquí con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad", señaló en referencia al Acutis, el ya conocido como 'santo milenial'.

La madre de Carlo Acutis
La madre de Carlo Acutis RD/Captura

"Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: 'No yo, sino Dios', decía Carlo. Y Pier Giorgio: 'Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final'. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo", remarcó el Papa.

El saludo previo del Papa antes de la ceremonia

"Buenos días, buen domingo y ¡bienvenidos!". Veinte minutos antes de que comenzase la ceremonia de canonización, León XIV salió a las puertas de la basílica de San Pedro para saludar a los miles de fieles congregados en la plaza. "Hermanos y hermanas, la de hoy es una fiesta bellísima para toda Italia, para toda la Iglesia y para todo el mundo", comenzó señalando, y dedicando un saludo especial "a tantos jóvenes que han venido para esta santa misa".

"Después de la ceremonia, si tenéis paciencia, espero venir a saludaros en la plaza", les dijo, anuncio que fue ratificado con aplausos. Igualmente saludó "a los familiares de los casi santos", les agradeció su testimonio y recordó que, al igual que Pier Giorgio y Carlo, "todos nosotros estamos llamados a ser santos. Que dios o bendiga. Gracias por estar aquí".

Familiares de los nuevos santos, Frassati y Acutis, ante sus reliquias
Familiares de los nuevos santos, Frassati y Acutis, ante sus reliquias RD/Captura

Homilía del Papa

Queridos hermanos y hermanas:

En la primera lectura hemos escuchado una pregunta: «[Señor,] ¿y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?» (Sab 9,17). La hemos oído después de que dos jóvenes beatos, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, fueran proclamados santos, y eso es providencial. En el libro de la Sabiduría, esta pregunta está atribuida precisamente a un joven como ellos: el rey Salomón. Cuando murió David, su padre, él se dio cuenta de que disponía de muchas cosas: el poder, la riqueza, la salud, la juventud, la belleza, el reino. Pero esta gran abundancia de medios le había hecho surgir una pregunta en su corazón: “¿Qué  debo hacer para que nada se pierda?”. Y había entendido que el único camino para encontrar una respuesta era pedir a Dios un don aún mayor: su Sabiduría, para poder conocer sus proyectos y adherir a ellos fielmente. Se dio cuenta, en efecto, que de ese modo todas las cosas encontrarían su lugar en el gran designio del Señor. Sí, porque el riesgo más grande de la vida es desaprovecharla fuera del proyecto de Dios.

El tapiz de Frassati, en San Pedro
El tapiz de Frassati, en San Pedro RD/Captura

También Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: «El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,27); y agrega: «cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra.

El tapiz de Acutis, el santo milenial
El tapiz de Acutis, el santo milenial RD/Captura

Muchos jóvenes, a lo largo de los siglos, tuvieron que afrontar este momento decisivo de la vida. Pensemos en san Francisco de Asís: como Salomón, también él era joven y rico, y estaba sediento de gloria y de fama. Por eso partió a la guerra, esperando ser nombrado “caballero” y revestirse de honores. Pero Jesús se le apareció en el camino y le hizo reflexionar sobre lo que estaba haciendo. Vuelto en sí, dirigió a Dios una pregunta sencilla: «Señor, ¿qué quieres que haga?».[1] Y a partir de allí, volviendo sobre sus pasos, comenzó a escribir una historia diferente: la maravillosa historia de santidad que todos conocemos, despojándose de todo para seguir al Señor (cf. Lc 14,33), viviendo en pobreza y prefiriendo el amor a los hermanos, especialmente a los más débiles y pequeños, al oro, a la plata y a las telas preciosas de su padre.

¡Y cuántos otros santos y santas podríamos recordar! A veces nosotros los representamos como grandes personajes, olvidando que para ellos todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron “sí” a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí. A este respecto, san Agustín cuenta que, en el «nudo tortuosísimo y enredadísimo» de su vida, una voz, en lo profundo, le decía: «Sólo a ti quiero».[2] Y, de esa manera, Dios le dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica, donde nada de su existencia estuvo perdido.

Vista aérea de la plaza de San Pedro para las canonizaciones de Acutis y Frassati
Vista aérea de la plaza de San Pedro para las canonizaciones de Acutis y Frassati RD/Captura

En este marco, contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él.

Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la F.U.C.I. (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”. También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres.

Michele Acutis, hermano del nuevo santo Carlo
Michele Acutis, hermano del nuevo santo Carlo RD/Captura

Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia — presentes hoy aquí con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad.

Ambos, Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: «Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos», y también: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos». Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: «A lo único que debemos temer realmente es al pecado»; y se maravillaba porque —son palabras suyas— «los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma». Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: «Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos».[3] Llamaba a la caridad “el fundamento de nuestra religión” y, como Carlo, la ejercitaba sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos, viviendo lo que el Papa Francisco ha llamado «la santidad “de la puerta de al lado”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7). Incluso cuando los aquejó la enfermedad y esta fue deteriorando sus jóvenes vidas, ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos. Un día Pier Giorgio dijo: «El día de mi muerte será el día más bello de mi vida»;[4] y en su última foto, que lo retrata mientras escalaba una montaña de Val di Lanzo, con el rostro dirigido a la meta, había escrito: «Hacia lo alto».[5] Por otra parte, a Carlo, siendo aún más joven, le gustaba decir que el cielo nos espera desde siempre, y que amar el mañana es dar hoy nuestro mejor fruto.

Procesión con las ofrendas en la canonización de Acutis y Frassati
Procesión con las ofrendas en la canonización de Acutis y Frassati RD/Captura

Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: “No yo, sino Dios”, decía Carlo. Y Pier Giorgio: “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final”. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo.

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[1] Leyenda de los Tres Compañeros, cap. II, 6: Fuentes biográficas franciscanas.[2] Confesiones, II, 10,18.[3] Nicola Gori, Al prezzo della vita: L’Osservatore romano (11 febrero 2021).[4] Irene Funghi, I giovani assieme a Frassati: un compagno nei nostri cammini tortuosi: Avvenire (2 agosto 2025). [5] Ibíd.

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