¿Qué pide el Papa hoy a los sacerdotes?: Formación, humildad, sobriedad y colaboración con los laicos

Sesenta años después de los Decretos 'Optatam Totius' y 'Presbyterorum Ordinis', se publica la Carta Apostólica "Una Fidelidad que Genera Futuro", que reafirma la identidad y la función del sacerdote, enfatiza la formación continua, especialmente necesaria ante la crisis de confianza en la Iglesia causada por los abusos y la dolorosa realidad del abandono del ministerio

Sacerdotes en la basílica de san Pedro
Sacerdotes en la basílica de san Pedro | @Vatican Media
Antonella Palermo
22 dic 2025 - 13:20

(Vatican News).- Fidelidad expresada en el servicio humilde a cada persona, en el diálogo constante con Dios y su Pueblo a través de la formación continua, en la dimensión de fraternidad entre sacerdotes y con la Iglesia en su conjunto, y en el espíritu misionero y sinodal que trasciende cualquier tentación de autocelebración. Estas son algunas de las prioridades que León XIV espera que se intensifiquen en la vida sacerdotal, como se expresa en la carta apostólica "Una fidelidad que genera futuro", firmada el 8 de diciembre y publicada hoy, 22 de diciembre.

La ocasión coincide con el sexagésimo aniversario de los decretos conciliares Optatam Totius y Presbyterorum Ordinis, documentos considerados "un hito en la reflexión sobre la naturaleza y la misión del ministerio pastoral". Estos documentos deben releerse con frescura y relevancia, considerando el vínculo fundamental entre Cristo y la Iglesia que nunca debe perderse de vista, insiste el Papa. El Papa espera que la celebración de estos dos aniversarios genere un "Pentecostés vocacional renovado".

Formación integral para prevenir el abuso y el abandono

Mantener viva la memoria de estos dos documentos significa, según León, inspirarse ante todo en la voz del Espíritu que alimentó originalmente el deseo de esta vocación pastoral, "un don gratuito y gratuito de Dios". El Pontífice insta a promover iniciativas de formación sacerdotal continua, como la conferencia celebrada en febrero del año pasado, que reunió a más de ochocientos sacerdotes de unas ochenta naciones. El seminario, añade, debe ser una "escuela de afecto" que eduque para una solidez que garantice la correcta integración de cada dimensión humana y espiritual. De esta manera, los sacerdotes son capaces de "relacionarse auténticamente con todos" y pueden "asumir el compromiso del celibato y anunciar el Evangelio con credibilidad". En particular, la reflexión no ignora las heridas abiertas:

La basílica de San Pedro, en el Jubileo de los sacerdotes
La basílica de San Pedro, en el Jubileo de los sacerdotes | RD/Captura

En las últimas décadas, la crisis de confianza en la Iglesia, provocada por los abusos cometidos por miembros del clero, que nos llenan de vergüenza y nos llaman a la humildad, nos ha hecho aún más conscientes de la urgente necesidad de una formación integral que garantice el crecimiento y la madurez humana de los candidatos al sacerdocio, junto con una vida espiritual rica y sólida. La formación también es fundamental para abordar el fenómeno de quienes, después de algunos años o incluso décadas, abandonan el ministerio. Esta dolorosa realidad, de hecho, no debe interpretarse únicamente desde una perspectiva legal, sino que exige una mirada atenta y compasiva a la historia de estos hermanos y a las múltiples razones que pudieron haberlos llevado a tal decisión. Y la respuesta que debemos dar es, ante todo, un renovado compromiso con la formación.

Ningún pastor existe solo

El Papa León insiste en la tentación del ensimismamiento, que debe evitarse porque el sentido de la vocación sacerdotal es siempre relacional: "¡Ningún pastor existe solo!".

Nunca es un camino puramente individual, sino que nos compromete a cuidarnos unos a otros. Esta dinámica es siempre una obra de gracia que abraza nuestra frágil humanidad, sanándola del narcisismo y el egocentrismo. Con fe, esperanza y caridad, estamos llamados a vivir el discipulado cada día, depositando nuestra plena confianza en el Señor. La comunión, la sinodalidad y la misión no pueden lograrse si, en el corazón de los sacerdotes, la tentación del ensimismamiento no da paso a la lógica de la escucha y el servicio.

León XIV preside unas ordenaciones sacerdotales
León XIV preside unas ordenaciones sacerdotales | RD/Captura

La fraternidad sacerdotal, enfatiza el texto, no es solo un ideal o un eslogan, "sino un aspecto en el que debemos comprometernos con renovado vigor". Queda mucho por hacer en esta dirección, afirma el Pontífice. También aborda cuestiones específicas: "desde la equiparación económica entre quienes sirven en parroquias pobres y quienes ejercen su ministerio en comunidades ricas" hasta el seguro médico y de vejez, que aún no está garantizado en algunas diócesis o naciones. "El cuidado mutuo", especifica además, considerándolo una preocupación fundamental, "especialmente la atención a los hermanos más solos y aislados, así como a los enfermos y ancianos, no puede considerarse menos importante que la atención a las personas que nos han sido confiadas".

Promoción de formas de vida comunitaria

El Papa se refiere entonces a una de las "derivas" que pueden socavar la vida sacerdotal: la soledad, "que frena el impulso a Apostólico y puede provocar un triste repliegue en uno mismo. Por esta razón, también, siguiendo la guía de sus predecesores, León XIV espera que «en todas las Iglesias locales surja un renovado compromiso para invertir y promover posibles formas de vida en común» que contribuyan a fomentar la vida espiritual e intelectual y a colaborar más eficazmente en el ministerio.

En tiempos de gran fragilidad, todos los ministros ordenados están llamados a vivir la comunión volviendo a lo esencial y acercándose a las personas, para preservar la esperanza que se concreta en el servicio humilde y concreto. En este contexto, especialmente el ministerio del diácono permanente, configurado con Cristo Siervo, es signo vivo de un amor que no se queda en lo superficial, sino que se inclina, escucha y se entrega. La belleza de una Iglesia formada por sacerdotes y diáconos que colaboran, unidos por la misma pasión por el Evangelio y atentos a los más pobres, se convierte en un testimonio luminoso de comunión.

Valorar el diaconado y a los fieles laicos

El diaconado, sugiere el Papa, debe ser conocido, valorado y apoyado. Se trata de un «servicio discreto pero esencial», especifica. Asimismo, continúa el documento, el papel de los fieles laicos debe potenciarse desde una perspectiva plenamente sinodal. En este sentido, la exhortación insta a que se emprendan «iniciativas adecuadas» en todas las Iglesias para que los sacerdotes se familiaricen cada vez más con el Documento Final del Sínodo. Instrucciones del Papa:

Para implementar cada vez más una eclesiología de comunión, el ministerio del sacerdote debe trascender el modelo de liderazgo exclusivo, que determina la centralización de la vida pastoral y la carga de todas las responsabilidades confiadas únicamente a él, tendiendo hacia un liderazgo cada vez más colegial, en cooperación entre sacerdotes, diáconos y todo el Pueblo de Dios, en ese enriquecimiento mutuo que es fruto de la variedad de carismas inspirados por el Espíritu Santo. Como nos recuerda la Evangelii Gaudium, el sacerdocio ministerial y la configuración con Cristo Esposo no deben llevarnos a identificar la autoridad sacramental con el poder [...].

Relaciones diácono-prebítero
Relaciones diácono-prebítero

Las tentaciones de la eficiencia y el quietismo

La vocación sacerdotal se despliega, concluye León XIV, en la alegría del servicio a los hermanos. Observando algunas de las tendencias en boga en la sociedad contemporánea, en primer lugar la hiperconectividad, el Pontífice advierte contra la doble tentación: la eficiencia como fin en sí misma —que a menudo va acompañada de un uso excesivo de la exposición mediática— y el quietismo. La evangelización no se mide por el número de proyectos completados, explica el Papa, ni por el número de servicios ofrecidos. Por otro lado, un enfoque perezoso y derrotista es igualmente inapropiado. «En toda situación», insta el Papa León XIV, «los sacerdotes están llamados a dar una respuesta eficaz, mediante el testimonio de una vida sobria y casta, a la gran sed de relaciones auténticas y sinceras que se encuentra en la sociedad contemporánea».

La armonía entre la contemplación y la acción debe buscarse no mediante la adopción apresurada de esquemas operativos ni mediante un simple equilibrio de actividades, sino abrazando la dimensión pascual como elemento central del ministerio. La entrega sin reservas, en todo caso, no puede ni debe implicar la renuncia a la oración, al estudio, a la fraternidad sacerdotal, sino que, al contrario, se convierte en el horizonte en el que todo se comprende en la medida en que está orientado al Señor Jesús, muerto y resucitado para la salvación del mundo.

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