El secreto del Papa para el anuncio: "hablar poco, amar mucho" Los fieles acogen a Francisco al grito de 'viva el Papa', tras su reaparición para el rezo del ángelus

Francisco agradece los aplausos desde el balcón del palacio apostólico
Francisco agradece los aplausos desde el balcón del palacio apostólico RD/Captura

Expectación en la plaza de San Pedro para asistir al rezo del ángelus por parte del Papa, a quien los fieles no veían en un acto oficial desde el pasado 7 de junio

Apareció Francisco en el balcón del Palacio Apostólico y la plaza rompió en aplausos y saludos al Papa, que este agradeció, antes de nada, por esa "cercanía espiritual" que le hicieron llegar a través de la oración

Tras bendecir a los asistentes, la plaza le devolvió a coro un '¡viva en Papa!', que Francisco agradeció sonriente: "¡Gracias!"

Expectación en la plaza de San Pedro para asistir al rezo del ángelus por parte del Papa, a quien los fieles no veían en un acto oficial desde el pasado 7 de junio, tras la ciencia general del miércoles tras la cual se fue directamente al Policlínico Gemelli para que le operaran de una hernia abdominal, de la que le dieron el alta el pasado viernes.

Apareció Francisco en el balcón del Palacio Apostólico y la plaza rompió en aplausos y saludos al Papa, que este agradeció, antes de nada, por esa "cercanía espiritual" que le hicieron llegar a través de la oración, y que reiteró también al final de sus palabras del ángelus, recordando que "en los días pasados he recibido mucha cercanía y por ello bendigo a Dios y estoy agradecido a todos vosotros: ¡gracias de corazón!".

Los peregrinos, atentos a la salida del Papa al balcón
Los peregrinos, atentos a la salida del Papa al balcón RD/Captura

Con respecto a su comentario, centrado en el pasaje del evangelio del día, donde Jesús envía a los doce apóstoles, Francisco indicó que, "si queremos ser buenos apóstoles, debemos ser como los niños: sentarnos 'en las rodillas de Dios' y desde ahí mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre".

Un Padre, añadió, que "te conoce y te ama; quiere tomarte de la mano, también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes y te cuesta levantarte y retomar el camino", es decir, un Dios que "está cerca".

Una familia de peregrinos en la plaza de San Pedro
Una familia de peregrinos en la plaza de San Pedro RD/Captura

Pero, se preguntó el Papa, cómo anunciar a ese Dios que está a nuestro lado. "En el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor", indicó, subrayando a continuación que "este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio". "A mí ", enfatizó el Papa, improvisando.

En este sentido, y en ese giro final de sus comentarios en el que interpela a los oyentes, preguntó el Papa: "¿Sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quien está lejos y también a quien nos es hostil?".

Tras bendecir a los asistentes, la plaza le devolvió a coro un '¡viva en Papa!', que Francisco agradeció sonriente: "¡Gracias!"

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!  

Hoy, en el Evangelio, Jesús llama por su nombre y envía a los doce Apóstoles. Al enviarles, les pide que anuncien una sola cosa: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7). Es el mismo anuncio con el que Jesús inició su predicación: el reino de Dios, es decir su señorío de amor, se ha hecho cercano, viene en medio de nosotros. Y esta no es una noticia entre las otras, sino la realidad fundamental de la vida.  

De hecho, si el Dios de los cielos está cerca, nosotros no estamos solos en la tierra y en las dificultades  tampoco perdemos la fe. Esto es lo primero que hay que decir a la gente: Dios no es distante, sino que es Padre, te conoce y te ama; quiere tomarte de la mano, también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes y te cuesta levantarte y retomar el camino. Es más, a menudo en los momentos en los que eres  más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Él conoce el camino, Él está contigo, Él es tu Padre! 

Nos quedamos en esta imagen, porque anunciar a Dios cercano es invitar a pensar como un niño, que camina de la mano del padre: todo le parece diferente. El mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido. No tiene miedo y aprende a abrirse: encuentra otras personas, encuentra nuevos amigos, aprende con alegría cosas que no sabía y después vuelve a casa y cuenta a todos lo que ha visto, mientras crece en él el deseo de hacerse mayor y hacer las cosas que ha visto hacer al padre. Es por esto que Jesús parte de aquí, porque la cercanía de Dios es el primer anuncio: estando cerca de Dios vencemos el miedo, nos abrimos al amor, crecemos en el bien y sentimos la necesidad y la alegría de anunciar. 

Si queremos ser buenos apóstoles, debemos ser como los niños: sentarnos “en las rodillas de Dios” y de ahí mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre, que Él solo transforma nuestros corazones y nos da esa alegría y esa paz que nosotros mismos no podemos alcanzar.  

Anunciar que Dios está cerca. ¿Pero cómo hacerlo? En el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas  palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor: «Curad enfermos,  resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio.  

Llegados a este punto, hagámonos algunas preguntas: nosotros, que creemos en el Dios cercano, ¿confiamos en Él? ¿Sabemos mirar adelante con confianza, como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre? ¿Sabemos sentarnos en las rodillas del Padre con la oración, con la escucha de la Palabra, acercándonos a los Sacramentos? Y, finalmente, cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien nos es hostil? En los días pasados he recibido mucha cercanía y por ello bendigo a Dios y estoy agradecido a todos vosotros: ¡gracias de corazón! 

Y ahora rezamos a María, que nos ayude a sentirnos amados y a transmitirnos unos a otros confianza  y cercanía.

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