La declaración aparece en 'Il Ganglio', publicado en junio de 2014 por Fabrizio Peronaci, periodista del Corriere El secuestro de Emanuela: Declara un cómplice (III)

Emanuela y Pietro Orlandi
Emanuela y Pietro Orlandi

La desaparición de Emanuela estaría vinculada al complejo asunto Roberto Calvi-Banco Ambrosiano-Banco Vaticano

El secuestro de Emanuela está relacionado con el “asunto IOR” y con la “comisión entre la Santa Sede y el Estado italiano, creada para examinar los hechos del IOR” (Peronaci, 40)

El 5 de mayo de 2015 la Fiscalía de Roma plantea archivar la investigación de los secuestros de Emanuela y Mirella.El mismo día, Pietro Orlandi convoca una manifestación ante la Fiscalía con el lema: Nosotros NO ARCHIVAMOS

La declaración se presentó por escrito. Por tanto, es un memorial. Aparece en el libro Il Ganglio, publicado en junio de 2014 por Fabrizio Peronaci, periodista del Corriere della Sera.

Marco Fassoni Accetti (en adelante, MFA), treinta años después de los hechos, se acusa de haber participado en los secuestros de Emanuela Orlandi y de Mirella Gregori. Se da la circunstancia  de que MFA atropelló al niño uruguayo José Garramón, hijo de un diplomático. El niño había sido previamente secuestrado. Fue a la peluquería, que estaba cerca de su casa, y murió atropellado en el pinar de Castel Porziano, a 20 kilómetros de Roma.

El Ganglio es un grupo de poder, una célula dentro  del Vaticano que deja tras de sí una estela siniestra: secuestros, muertes, chantajes. A comienzos de verano de 2013, MFA entregó su memorial en el despacho del Procurador adjunto de Roma, Giancarlo Capaldo.

Il Ganglio

Identidad del personaje.

El extraño personaje conecta así con el autor del libro: “Buenas tardes. Soy MFA, desearía hablar de los conocidos eventos de 1983”. Para dar plena veracidad a cuanto ha comunicado ya a la autoridad judicial, dice: “He localizado la flauta de la chica, custodiada por mí”. Dice también: “En los años sesenta, cursé la enseñanza elemental en el colegio San Eugenio”, “desde 1967 hice la enseñanza media en el colegio San Giuseppe”, “el director espiritual y mi confesor era don Pierluigi Celata, que precisamente en aquellos años empezaba a formar parte del servicio diplomático del Estado Ciudad del Vaticano”.

Otros datos.

Nacido en Trípoli (Libia), es “hijo de un constructor”, “inscrito en una logia masónica vinculada a la P2”. Su padre, Aldo, declara el día después del trágico atropello del niño uruguayo: “Considero a Marco falto de todo sentido práctico, completamente incapaz de cualquier trabajo manual. Extremadamente fantasioso, concentra su interés en querer escribir espectáculos teatrales y poesías, en el hobby de la fotografía, en la música”. No terminó los estudios de bachillerato superior. Crecido y formado en centros religiosos, pasó “de la experiencia de colegial al repudio del orden establecido”, “maduró un fuerte anticlericalismo”. Según dice, descubrió “su ser natural de izquierda”, optando por “un comunismo que entonces parecía aún justo y posible”.

¿Comunista MFA?

Más bien, parece un “hijo de papá” que no le ha salido como su padre hubiera querido: “Vivíamos bien, no nos interesaba el dinero”, dice. Participó en 1972 en una manifestación por la libertad religiosa en Lituania: “Mis amigos sacerdotes me reprocharon el haberme unido a una realidad de derecha, pero reconocieron mi idealismo”. Estos sacerdotes estaban relacionados con monseñor Backis, lituano que vivió en Francia, pero que hacia 1973-1974 entró en el Consejo para Asuntos Públicos de la Iglesia. Se presenta como “fotógrafo de arte y autor cinematográfico independiente” (Peronaci, 10-11, 22-24, 47-48 y 51).

MFA

Tenso encuentro.

Lógicamente, es tenso el encuentro entre el secuestrador y Pietro, el hermano de Emanuela. Éste recuerda la entonación, las pausas, el fingido acento extranjero, la voz del que llamaba más veces y dictaba las condiciones del rescate, llamado por los Orlandi “el Americano” porque intercalaba palabras inglesas en un mal italiano. Pietro le pregunta si él era el Americano. Responde: “Esto no puedes preguntármelo, corresponde a la Fiscalía averiguarlo, también a través de una pericia fónica, si la consideran necesaria. Yo me limito a decir, y te lo confirmo, que he participado en la preparación del secuestro y he sido uno de los principales telefonistas”, “los nombres de mis compañeros no los doy”.

Dice MFA: “Yo en aquel tiempo formaba parte de un grupo, compuesto también de eclesiásticos, que se oponía a otro dentro del Vaticano”. Los temas de confrontación eran muchos. Por ejemplo, en 1983 salió un documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe sobre la condena de la masonería, “cuando en el Código de Derecho Canónico, entonces reformado, se había quitado”. Estaba “la gestión combatida por nosotros del IOR de monseñor Marcinkus y del doctor Macioce, que era el verdadero ‘dominus’ y aspiraba a ocupar su puesto”.

Otros detalles: “En 1979, con la muerte del cardenal Villot y el nuevo gobierno de la Iglesia, monseñor Backis es nombrado subsecretario del Consejo”, “en su coche, un Fiat, pusimos un micrófono”, “se forma una especie de Ganglio interno, que busca inspirar las opciones de la Secretaría dirigida por monseñor Silvestrini”, “estas pocas personas se habían unido a un creativo como yo, que conseguía visualizar, codificar” (Peronaci, 32, 54 y 176). 

Pero, ¿por qué la secuestraron?

Dice MFA: “Todo comienza a finales de 1981, con la promesa que los servicios secretos italianos hicieron a Agca de liberarlo en dos años mediante un secuestro”, “en realidad, a nosotros sólo nos interesaba que el turco retirase las falsas acusaciones a la delegación búlgara de complicidad en el atentado al papa”, “mientras tanto, las chicas a implicar eran dos, una con ciudadanía vaticana y la otra italiana”, “a través de dos quinceañeras, evocamos escenarios de pedofilia, no concretos y reales”, “pero capaces de asustar a ciertos adversarios nuestros, no extraños a tales asuntos”. El turco se retractó el 28 de junio: “De improviso, sin aparentes motivos, Agca comienza a hacer el loco y declara falsa la pista búlgara por él mismo sugerida”. 

MFA

MFA escribe un número, 158: “este era el código que habíamos usado para las comunicaciones reservadas con el Vaticano”. Dice haber hablado “muchísimas veces” con Emanuela: “La primera vez cuando contacté con ella a la salida de clase”, “cuando salía del lugar al que la llevamos, la hacíamos poner una peluca. La encontré con cierta regularidad desde el 22 de junio hasta el fin de aquel año, 1983. No se movió de Roma y del litoral, donde habitó en dos apartamentos. Muchas veces durmió en una caravana”, “entre nosotros se estableció también un cierto afecto”, “su desaparición debía prolongarse por un día, máximo dos, pero después la cosa se complicó”, “queríamos que la cúpula del IOR (el Banco Vaticano) asumiera la responsabilidad del crack del Ambrosiano”, “¿y sabes qué sucedió en mayo de 1984? Fue firmado el acuerdo de Ginebra, por el cual el IOR hubo de pagar”. Exactamente, fueron 240,9 millones de dólares.

Según MFA, “no fue un verdadero secuestro”: “Si hubiera sido un asesino, no sería el hombre que soy y no me habría presentado para aclarar mi responsabilidad. Emanuela, aquella tarde delante del Senado, sabía que encontraría a alguien y que no volvería a casa, pero estaba tranquila, convencida de que todo se resolvería pronto”, “hicimos una señal en el asfalto, una cruz con el yeso, y le dijimos que debía pararse en ese punto durante unos segundos, el tiempo de hacerle una fotografía en la que apareciera también, pero ella no lo sabía, el famoso coche, la BMW con De Pedis. Esa foto serviría para comunicar a otros: ¿Veis qué podemos hacer? La chica está a dos pasos del boss, antes de desaparecer”, “debía ser un fuerte elemento de presión”. Enrico De Pedis era el jefe de la Banda de la Magliana.

Las cosas se complicaron: “La tarde del 22 de junio, la policía rechazó formalizar la denuncia”, “la primera noche, llevamos a Emanuela a Villa Lante della Rovere, un centro religioso que alquilaba habitaciones”, “la presentamos como Fátima, una joven iraní. A Mirella la dimos el nombre de Rosi”, “el día después sucedió otra cosa. Nos llegó la noticia de que la Comisión entre la Santa Sede y el Estado Italiano, creada para examinar los hechos del IOR no había llegado a una conclusión. La decisión se aplazaba. La parte mía, sobre todo los laicos, desconfió y decidió retenerla”.

Pietro pregunta: ¿Emanuela está viva? MFA responde: “Por lo que yo sé, sí. Tras ser arrestado por haber atropellado a un chico en el pinar de Castel Porziano, se me dijo que había sido llevada a Francia, cerca de París”, “estuve en la cárcel más de un año, después en arresto domiciliario, y no he sabido más” (Peronaci, 46, 51, 194, 10 y 25-43).

Orlandi

* Algunas cuestiones. MFA dice no ser un asesino.  Sin embargo, atropelló al niño uruguayo José Garramón, previamente secuestrado. Fue a la peluquería, cerca de su casa, y murió atropellado en  el pinar de Castel Porziano, a 20 kilómetros de Roma. ¿Cómo se explica esto? Sorprende que en ninguno de los documentales aparezca el caso Garramón. Es un caso clave para valorar la responsabilidad global de MFA. En el primer documental, 

Pietro niega que MFA sea el Americano, pues, dice, este les habló de un problema físico que en los primeros días del secuestro tuvo Emanuela (se hizo daño en la muñeca) y MFA no lo recuerda. El periodista Andrea Purgatori comenta: MFA “no tiene que ver con el secuestro”. Me parece aventurado afirmarlo.

La investigación judicial tuvo que ocuparse del programa en directo, “Telefono giallo”, dirigido por el periodista Corrado Augias. Al finalizar la emisión del 27 de octubre de 1987, llamó una persona con acento “americano”, quería hablar con el abogado Egidio, presente en el estudio, y presentó como credenciales dos palabras decisivas: “Código 158”. Esto es, el código -entonces no hecho público- utilizado en 1983 por los secuestradores para contactar con la Secretaría de Estado vaticana.

La comunicación se interrumpió. Precisamente en la eventualidad de que el Americano apareciera, los magistrados habían dispuesto el control de la líneas telefónicas del programa. Los “carabinieri”, en colaboración con la sociedad telefónica Sip, estaban preparados para registrar las llamadas e individuar el aparato en cuestión: “La pericia fónica estableció que el Americano de las llamadas de 1983 y el hombre que había llamado al ‘Teléfono giallo’ citando el códice secreto, eran la misma persona” (Nicotri, 158). 

Sobre la prueba de la voz, dice Peronaci, “los indicios son serios, pero un área de indefinición permanece”. Según MFA, “pretendía ser una parodia del abogado Macioce, hombre fuerte del IOR”, el telefonista encargado de efectuar esas llamadas “se inspiraba con la voz en el doctor Macioce”. Un trozo de conversación se ha hecho público. Hablan el Secretario de Estado y el Americano. La confrontación entre las voces de MFA y del Americano están en un audio realizado por Corriere.it (Peronaci, 80, 249 y 321-322).

MFA

Gran imitador.

La voz del segundo telefonista, Mario, fue registrada por los Orlandi. En uno de sus encuentros, MFA le pidió a Peronaci que dejara el móvil en el suelo, para estar seguro de que no grababa, resopló varias veces, estiró el diafragma, se frotó la nariz soplando, cerró los ojos para concentrarse y comenzó a hablar velozmente: “Impresionante. El mismo timbre. El mismo intercalar del que se llamaba Mario, cuya voz registrada la he escuchado más de una vez”, dice Peronaci.

Siendo de un miembro de la mala vida, su hablar debía aparecer “sucio” y analfabeto.  El 25 de julio de 1999, “buscando hacer fortuna en USA”, MFA muestra sus dotes poco comunes de imitador. Hace de sosia del actor italiano Roberto Benigni y lo hace con éxito. Se le llama The impostor. El 24 de agosto dice el Corriere della Sera: “Vaya donde vaya, The impostor triunfa”, “su imitación de Benigni es tan impecable que nadie sospecha el truco” (Peronaci, 236-237 y 311-312).

Extraña coincidencia.

La abuela del niño José Garramón vive en Montevideo cerca de la  villa de Licio Gelli, jefe de la logia P2. La madre del niño, María Laura, está convencida de que “la extraña coincidencia tiene que ver con la muerte de su hijo”, “nosotros, a pesar de la presencia en Italia de nuestro abogado, no hemos sabido nada del proceso de Casación, del cual se ha ocupado, tutelando al imputado un famoso abogado que entonces era consultor del Secretario de Estado” (Il   Tempo, 22-12-2014). El niño estaba inscrito en el mismo colegio (titularidad distinta) donde MFA hizo la enseñanza elemental. El padre del niño es diplomático y entre los planes del Ganglio estaba “el secuestro del hijo de un diplomático” (Peronaci, 289 y 284).

Chantaje al Vaticano.

El Ganglio ve con preocupación creciente el flujo de dinero que el IOR envía al sindicato polaco Solidaridad. El Ganglio tiene al arzobispo Marcinkus “en el punto de mira”. Con el papa polaco, Marcinkus “se encuentra a sus anchas”. En el verano de 1979, el Ganglio aumenta la vigilancia sobre los recursos destinados al sindicato polaco: “en el punto de mira aparece el IOR, por el flujo de dinero que va a Solidaridad”. El secuestro de dos chicas y un chico fue propuesto por el Ganglio “para chantajear a Marcinkus”. El mensaje filtrado en el Vaticano era este: la operación deriva de una alianza criminal entre De Pedis y la mafia siciliana -los corleoneses presentes en la capital con el cajero Giuseppe Caló, llamado Pippo, rey del reciclado del dinero sucio- y los buenos oficios de comerciantes ligados a la masonería. El presidente del IOR aparece en escena, pero “en cuanto víctima de la extorsión realizada con el secuestro” (Peronaci, 70, 159, 133 y 163).

Marcinkus
Marcinkus

En el punto de mira está también el prelado checoslovaco Pavel Hnilica. El Ganglio le detesta “por su actividad de recogida de fondos en función anti-soviética”: “Enviaba financiación (a través de su fundación Pro fratribus, con sede en Grottaferrata) al núcleo radical polaco que se estaba formando en la Alemania federal”. Para intentar detener el flujo de dinero que se envía a Polonia, el Ganglio lanza la voz de que el KGB quiere matar al papa: “Fuimos nosotros quienes hicimos rebotar en Francia la voz de que el KGB quisiera matar al papa”, “información como siempre postiza y tendente a obtener, a través de la amenaza, el bloqueo de financiación a la célula radical polaca” (Peronaci, 81, 77- 78, 110-111, 84 y 63).

Flavio Carboni, brazo derecho de Calvi, declara lo siguiente: “Por cuenta de monseñor Marcinkus –él lo desmiente, pero yo lo confirmo-, Calvi financió a Solidaridad. La última vez fue un pago de veinte millones de dólares que Calvi anticipó a través de una operación extranjero-extranjero (con respecto a Italia)”, “el dinero era depositado en Austria y Suiza por un sacerdote polaco vinculado a Lech Walesa; no quiero dar su nombre”, “únicamente diré que ese sacerdote está vinculado a Casimir Przydatek, uno de los polacos más influyentes en el Vaticano de Wojtyla” (Domènech, Marcinkus, 184).

La desaparición de Emanuela estaría vinculada al complejo asunto Roberto Calvi-Banco Ambrosiano-Banco Vaticano. Emanuela habría terminado “en préstamo” a una organización que habría gestionado su secuestro con el fin de chantajear al Vaticano: “Los periodistas de los más autorizados diarios nacionales, por ejemplo Andrea        Purgatori, en el Corriere della Sera del 25 de julio de 1983, encuentran comprensible la disponibilidad del Secretario de Estado Agostino Casaroli para abrir una línea directa y secreta con los secuestradores, aunque no hayan probado disponer del rehén” (Fortichiari, 57-58).

Juan Pablo II cambia de bando.

Lo peor se veía venir. Hacia la Pascua de 1981, el ministro de Economía italiano Beniamino Andreatta avisó al cardenal Casaroli, Secretario de Estado: “Pude expresarle mi preocupación por la conexión IOR-Ambrosiano”, “le dije al cardenal que temía que se llegase a situaciones análogas a las que se dieron en su momento entre Sindona y el IOR”. El mensaje del ministro fue este: “Libraos de Calvi lo más rápidamente posible” (Coen-Sisti, Marcinkus, el banquero de Dios, 150).

Juan Pablo II y Marcinkus

En la primavera de 1981, con ocasión de la presentación del balance anual del IOR, el cardenal Casaroli se niega a aprobarlo, si no puede estudiar los documentos con antelación. Entonces Juan Pablo II cambia su posición en el asunto IOR-Ambrosiano. Según Flavio Carboni, brazo derecho de Calvi, sobre el asunto Calvi dijo el papa: “Que caiga todo. Dejemos que se encargue el cardenal Casaroli”.

Aquel mes de mayo fue tremendo.

El 13 de mayo, el papa sufre el brutal atentado. El 20, Calvi es detenido. Ese mismo día se publican las listas de la logia P2. El ministro Andreatta diría después en el Parlamento el 8 de octubre de 1982: “El contencioso Ambrosiano-IOR es una de las causas fundamentales de la caída del Banco Ambrosiano” (Domènech, 190-191 y 213).

El empresario sardo Flavio Carboni declaró ante el juez Rosario Priore: “Hasta el momento de la detención de Calvi (20-5-1981), el Vaticano, plenamente consciente de la estrategia del Banco Ambrosiano, había apoyado la actuación del banquero, que le había aportado considerables beneficios. En la obstrucción de tal estrategia, Calvi situaba las causas del atentado contra el Papa”, “él no conseguía explicarse por qué tras su arresto la actitud del grupo IOR, adoptando una línea común a la del cardenal Agostino Casaroli, había cambiado radicalmente en relación a él”, lo que era “contraproducente para los intereses del Vaticano”. En el Vaticano había “una lucha de poder” entre dos bandos: “el encabezado por monseñor Marcinkus, el potente presidente del IOR comprometido -también a través de Calvi- en la estrategia de  anticomunista político-financiera querida por Juan Pablo II; y el dirigido por el cardenal Agostino Casaroli, el Secretario de Estado hostil a la política exterior wojtyliana de confrontación abierta con los Países del Este, el cual pretendía conseguir el control del IOR y por esto se oponía al rescate del Banco Ambrosiano”  (Nicotri, 141-142).

Frente a la posición de Casaroli, Marcinkus no quería pagar los más de 240 millones de dólares devueltos por el Banco Vaticano a los acreedores del Ambrosiano: “prefería hacer frente a las demandas civiles con que amenazaban los banqueros acreedores antes que vaciar las arcas del IOR. El motivo era sencillo: si el Vaticano pagaba a los banqueros extranjeros, no sólo Marcinkus salía derrotado, sino que, sobre todo, se derrumbaría su imperio” (Coen-Sisti, 245).

Roberto Calvi

Muerte de un periodista.

En junio de 2013, el periodista Dino Marafioti preparó un programa dedicado al treinta aniversario de la desaparición de Emanuela. Fue el primero en mostrar el rostro de MFA y en grabar sus relevantes declaraciones. Dice Peronaci: “Lo conocí a comienzos de junio junto con Pietro Orlandi. Fijamos la cita frente a la puerta de Santa Ana. Los guardias suizos miraban con sospecha la cámara de grabación. Quería filmar desde el exterior la casa de Emanuela, el trozo de calle que ella hacía, recoger nuevos testimonios sobre un caso increíblemente arraigado en la conciencia colectiva”, “lo recuerdo orgulloso, casi entusiasta por lo que su trabajo –una hora y 13 minutos cara a cara con el supertestigo indagado- podía aportar a la solución de uno de los misterios de Italia. Pensaba volver a ocuparse del asunto, con documentales y servicios, también con un libro”.

Pues bien, la mañana del 17 de agosto, el periodista apareció muerto en su habitación del barrio Marconi, tras haber ingerido alcohol y barbitúricos. En su último post escribía: “Hoy finalmente he entendido que todos somos diversos. Uno tiene belleza, otro talento, otro dinero, y después estoy yo, que tengo ansia”. Llama la atención el enlace al video musical de Simon & Garfunkel The sound of silence, presentado por él con una frase seca: “No way out”. No hay salida. El mismo trozo había sido introducido como banda sonora en una grabación de la manifestación por Emanuela, que tuvo lugar el 22 de junio de 2013, 30 aniversario de su desaparición.

El periodista contó a un amigo que “llevaba un tiempo viendo bajo su casa un coche Station Wagon, con una mujer sentada dentro, ocupada en peinar con insistencia y ostentación una muñeca, cuando le veía salir”. Episodio inquietante, comenta Peronaci: “¿Era una alusión a su empeño en el caso Orlandi? El gesto, peinar una muñeca, remite a una expresión popular romana que indica un comportamiento inútil, de incapaces, y suena a provocación, a reto”.

Según el informe de la policía, fue un “suicidio”. Sin embargo, cabe la pregunta: “¿Cuál era el motivo del ansia? El programa realizado pocas semanas antes es un documento significativo y una de esas coincidencias que hacen pensar”. También hace pensar el mensaje enigmático de la mujer peinando a la muñeca (Peronaci, 49-50).

El papa en el punto de mira.

El Ganglio se hace “cómplice del atentado al sumo pontífice”. Precisa MFA: “Queríamos cambiar el intento de homicidio en algo diverso, un aviso, un acto no mortal”, “el Ganglio se tomó la molestia de contactar a los idealistas turcos, es decir, a la organización paramilitar y filonazi de los Lobos Grises de Agca”. MFA buscó pensiones y hoteles al agresor turco.

Il Papa nel mirino

Según el juez Carlo Palermo, en el atentado al papa hubo “una complicidad criminal vinculada a ambientes de la masonería católica”, “es la pista de matriz occidental, con enganches en la masonería, en el terrorismo y en las mafias”, “Bulgaria es al KGB como Turquía es a la CIA” (Peronaci, 12, 94-99 y 107-108).

El 24 de noviembre de 1982, el juez Carlo Palermo anuncia órdenes de detención contra doscientas personas de diversas nacionalidades, que trabajan para el círculo de traficantes de armas y drogas más importante de todos los descubiertos en nuestra época. Los principales imputados “serán después implicados en los asuntos Calvi-Ambrosiano y en el atentado contra el papa Wojtyla”.

Dice el juez Palermo: “En mi investigación sobre armas y drogas habían emergido los mismos nombres de hoy, en coordinación con una misteriosa sociedad, TGS. Me dijo la (Guardia de) Finanza: TGS significa Theodore G. Schackley, ex jefe de la CIA en Roma y director de todas las acciones encubiertas de la CIA en los años 70. Siguiendo esa pista, aparecieron los nombres de otros bancos y también las huellas de la P2” (De Angeli, Le guide di Mafia Connection, III, 663-664).

Según el juez Palermo, “no se ha prestado suficiente atención al dominico belga Félix Morlion, durante muchos años “agente de la CIA” en el Vaticano, “vecino de casa del búlgaro Antonov, acusado por Ali Agca de ser uno de los mandantes del atentado al Papa”. La CIA pretendió confirmar la pista búlgara: “Las declaraciones recogidas entonces en la prensa de personajes como Kissinger, Brzezinski, Clines, se basaron todas en el presupuesto, enteramente por demostrar, de la complicidad en el atentado de los servicios secretos de los países del bloque soviético” (Palermo, 104-112).

El Tribunal de Primera Instancia de Roma, en noviembre de 1986, dicta sentencia absolutoria a favor de los búlgaros “por insuficiencia de pruebas”. Agca    había    sido    “dirigido”    por    servicios occidentales, los cuales le habían proporcionado nombres y costumbres de los funcionarios búlgaros a acusar. Agca “se equivocó en la descripción de la casa de Antonov, que sin embargo correspondía al piso de abajo, de Félix Morlion, un dominico  al servicio de la CIA” (Peronaci, 109).

Juan Pablo II visitó a Alí Agca
Juan Pablo II visitó a Alí Agca AGencias

Según el profesor Francesco Bruno, colaborador del SISDE y consultor del ministerio del Interior italiano, la desaparición de Emanuela sirvió para lanzar un nuevo aviso al papa. Lo mismo sucedió con el atentado: “Enseguida se vio claro que el atentado debía servir de advertencia y que venía del Occidente, no del Este”. Pero Wojtyla no se dio por enterado. Entonces “los mismos que habían armado la mano de Agca proyectan inteligentemente la única acción capaz de condicionarlo: raptar a Emanuela Orlandi”, “ha sido asesinada inmediatamente después del secuestro”, “sólo con la supresión inmediata de Emanuela tras el secuestro se explica por qué los raptores no han dado nunca alguna prueba de que estuviera viva”, “se puede imaginar que hayan intervenido elementos de la banda de la Magliana, cuyos componentes terminan después asesinados” (Nicotri, 190- 191; Fortichiari, 190-193 y 270-271).

El 2 de marzo de 1994, el juez instructor Adele Rando pide al Vaticano documentos pertinentes a la desaparición de Emanuela, así como poder escuchar a los altos prelados que se han ocupado del asunto: Casaroli, Sodano, Re, Martínez Somalo, Monduzzi. Las autoridades vaticanas rechazan la petición: “La posibilidad de la presencia de la Autoridad judicial italiana no está contemplada en los acuerdos concordatarios” (Nicotri, 160-161).

Manipulación del mensaje de Fátima.

Según MFA, el Ganglio se hace cómplice de manipular “uno de los secretos más venerados de la cristiandad”, el secreto de Fátima. La fecha del atentado contra el papa es elegida: el 13 de mayo. A partir de ahí, se desarrolla la “pista búlgara” del mismo. De este modo, el móvil del atentado pasa de ser un vergonzoso “chantaje económico” al papa Wojtyla a una gloriosa causa, la “lucha contra el comunismo” del papa polaco. El mito lo completa el propio Wojtyla: “Una mano disparó, otra mano desvió la bala” (Lecomte, 161).

La manipulación continúa.

Tres años después del atentado, coincidiendo con el segundo viaje de Juan Pablo II a Polonia, se produce el secuestro de dos chicas que no han vuelto  a aparecer y la extraña muerte de un chico, previamente secuestrado. Según MFA, el Ganglio elige “dos chicas jóvenes y un chico aún más joven, de modo que evocaran las figuras del episodio de Fátima”, Lucía, Jacinta y Francisco, “el uso de esta simbología extrema debía contribuir al condicionamiento de monseñor Hnilica, amenazándolo con revelar su actividad de financiación ilícita”, “un eclesiástico nuestro había tomado el texto  del tercer secreto de Fátima de otro prelado de la Congregación de la Doctrina de la Fe” (Peronaci, 73 y 338). Para ellos Hnilica es un fanático difusor del mensaje de Fátima y un canalizador del dinero enviado a Solidaridad.

Atentado contra Juan Pablo II

Diversos mensajes, informe secreto.

Según un informe secreto, redactado en gran parte por Vincenzo Parisi, entonces director en funciones del SISDE, servicio secreto civil italiano, en total, hubo 34 mensajes. De ellos, 6 proceden seguramente de mitómanos, 4 son de difícil atribución, 8 comunicados (cuatro cada uno) son firmados por dos supuestos grupos (Frente Turkes y Phoenix), los 16 restantes “provienen con mucha probabilidad del grupo que ha realizado y gestionado directamente el secuestro, o bien que ha conseguido ponerse en contacto con los verdaderos responsables de la desaparición de Emanuela Orlandi”.

El análisis de las 16 comunicaciones, atribuidas a los presuntos secuestradores de Emanuela, permite pensar que “casi seguramente han sido producidas por una misma mente”. El informe traza un retrato robot del director del secuestro: “Extranjero, verosímilmente de cultura anglosajona; nivel intelectual y cultural elevadísimo; conocedor de la lengua latina y, sucesivamente, de la italiana; perteneciente (o inserto) en el mundo eclesial; formalista, irónico, preciso y ordenado en el modo de comportarse, frío, calculador, lleno de sí, seguro del propio rol y de la propia fuerza, sexualmente amorfo; ha vivido largo tiempo en Roma, conoce bien sobre todo las zonas de la ciudad que representan algo para su actividad; bien informado sobre las reglas jurídicas italianas y sobre la estructura logística del Vaticano”.

El informe considera “del todo plausible” la hipótesis de que la dirección del secuestro de Emanuela estuviera “dentro de la jerarquía y del ordenamiento eclesiástico”, es decir, dentro del Vaticano (Il Messaggero, 7-5-1995). Sin embargo, la mayoría de los rasgos (incluso el de extranjero, pues el Americano finge un acento extranjero), encaja bien con la personalidad de MFA.

El 19 de julio, el Americano llamó varias veces a la línea reservada en el Vaticano. Dijo ser un “colombo” de la organización, en alusión a Macioce, de los Cavalieri di Colombo, Caballeros de Colón. Finalmente, conecta con el cardenal Casaroli.

El 27 de septiembre llega una carta enviada desde Phoenix (USA) a la redacción del Telediario 2. En ella se dice que han decidido poner fin a esa “jactanciosa farsa turca” que ha durado mucho tiempo. Además, dan un claro aviso de tipo mafioso: “Pierluigi, es muy peligroso estar en ese restaurante con la espalda hacia la puerta, porque hay muchas corrientes de aire; un viejo amigo nuestro ha tenido un feo final delante de un plato de espaguetis. Queremos generosamente recordar a Mario que en el pinar hay mucho espacio para aumentar la vegetación” (Nicotri, 61 y 95-96; Fortichiari, 92).

Orlandi

El grupo Phoenix amenaza a Pierluigi y a Mario.

La referencia al restaurante hace pensar en Pippo l’Abbruzzese, el restaurante frecuentado por De Pedis en Torvaianica. La referencia al pinar remite precisamente al pinar de Castel Porziano.

El 8 de octubre llega un nuevo mensaje del grupo Phoenix. Contiene otro aviso a los responsables del secuestro de Emanuela: “Es cosa nuestra poner fin a la situación Orlandi”. La expresión “cosa nuestra” es una referencia a la mafia (Fortichiari, 93-94). Anillo de conjunción. Según la juez Adele Rando, hay un “anillo de conjunción” entre el secuestro de Mirella y el de Emanuela. Reivindicó la desaparición de Mirella el mismo desconocido telefonista del caso Orlandi conocido como el Americano: el mismo que hacía todas las llamadas por Emanuela dando pruebas de ser el verdadero secuestrador y que telefoneó el 24 de octubre de 1983 al corresponsal en Roma de la CBS. Según las pericias fónicas, el Americano telefoneó al bar del padre de Mirella y dictó un minucioso elenco de efectos personales de Mirella en el momento del secuestro: “El Americano trató en nombre de los secuestradores de Mirella y de Emanuela”, “incluso consiguió de la Secretaría de Estado vaticana un hilo directo con monseñor Casaroli” (Fortichiari, 172- 173).

El 1 de julio de 1993 la madre de Mirella, María Vittoria Arzenton, declaró haber reconocido en el funcionario de la Vigilancia vaticana Raúl Bonarelli la persona que muchas veces había visto entretenerse con su hija y con la amiga de la hija, Sonia De Vito, en el bar de vía Nomentana llevado por los De Vito. La juez Adele Rando llamó (a declarar) a Bonarelli el 13 de octubre, controlando al mismo tiempo el teléfono de su casa. En una de las llamadas se escuchó la siguiente conversación entre el jefe de la Vigilancia vaticana (Camilo Cibin) y Bonarelli:

Jefe: “¿Qué sabes de Orlandi? ¡Nada! ¡Nosotros no sabemos nada! Sabemos lo que dicen los periódicos… De un hecho que ha sucedido fuera de competencia… del orden italiano”. 

Bonarelli: “¡Ah, eso debo decir?”. 

Jefe: “¿Qué sabemos nosotros?”. Si tú dices: yo no he investigado… La Oficina ha indagado dentro… esto es una cosa que ha ido después… No decir que ha ido a la Secretaría de Estado” (Nicotri, 165-167).

Gelli y la P2

Por su parte, el juez Ilario Martella dice al periodista Aldo de Luca: “Tras la desaparición de Emanuela hay un hecho tan gordo que probablemente solo el tribunal de la historia podrá juzgar”, “si le dijese las cosas que he descubierto, se le pondría la piel de gallina, como me pasó a mí. Hay elementos en las actas de instrucción que deber quedar reservados porque son cosas que hacen pensar… y una línea muy misteriosa que lleva muy alto” (Il Messaggero, 20-6-1993).

El Ganglio y la logia P2.

MFA habla del Ganglio como “grupo de poder cubierto dentro de la Santa Sede” (Peronaci, 45). Pero, ¿de qué grupo se trata?, ¿tiene que ver con la logia P2?, ¿se evita nombrarla? Según el diccionario, ganglio es un agregado celular que forma un órgano pequeño, la célula es el elemento de menor tamaño que puede considerarse vivo. Según la masonería, “la Logia es la célula primaria de la Orden”.

MFA es “hijo de un constructor”, “inscrito en una logia masónica vinculada a la P2”. Se opone al documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe sobre la condena de la masonería. El Ganglio es financiado por la “masonería inglesa”, “la Gran Logia de Londres”. Las acciones del Ganglio son “secretas” (Peronaci, 11, 32. 60 y 91).

El Ganglio y la P2 están bajo la misma obediencia, la Gran Logia de Londres. El presidente del Banco Ambrosiano Roberto Calvi motivará así su adhesión a la logia P2: “En efecto di mi adhesión a la P2 de Licio Gelli… el cual se presentaba como hombre de iniciativas importantes como jefe de la Institución P2, y solía presentar sus iniciativas en el campo de los negocios como tomadas bajo la égida de la Gran Logia Madre de Londres” (Flamigni, 287).

El secuestrador de Emanuela, Enrico de Pedis, “estaba inscrito en la P2”, “en el archivo secreto” (Sabrina Minardi).

Parece clara la connivencia entre el Ganglio y los servicios secretos italianos. Según MFA, “todo comienza a finales de 1981 con la promesa que los servicios secretos italianos hicieron a Agca de liberarlo en dos años mediante un secuestro” (Peronaci, 32- 33). Precisamente fueron los servicios secretos italianos los que “instruyeron” a Agca sobre la pista búlgara.

Caso Orlandi

El secuestro de Emanuela está relacionado con el “asunto IOR” y con la “comisión entre la Santa Sede y el Estado italiano, creada para examinar los hechos del IOR” (Peronaci, 40). Al final, el resultado de la comisión es una transacción. El acuerdo se firma en Ginebra el 25 de mayo de 1984. El IOR pagó más de 240 millones de dólares.

El 20 de febrero de 1987, los magistrados de Milán Antonio Prizzi y Renato Bricchetti firman órdenes de arresto contra los responsables del IOR, Paul Marcinkus, Pellegrino De Stroebel y Luigi Mennini. El IOR “es responsable de distracción, ocultación y, en cualquier caso, de destrucción” del patrimonio del Banco Ambrosiano. La orden fue anulada el 6 de junio de 1988 por el Tribunal Constitucional, que confirmó la inmunidad del Vaticano garantizada por el Tratado de Letrán.

Unos sacan dinero por un lado (el Vaticano) y otros lo sacan por otro (la logia P2).

El saqueo del Ambrosiano por parte de la P2 vino sobre todo a través de las sociedades de Lima, Managua, Panamá y Nassau y mediante operaciones muy tortuosas. El Tribunal de Milán escribirá “impresionantes cifras objeto de la distracción consumada por Gelli y Ortolani con perjuicio del Banco Ambrosiano”, cuantificadas por Gelli en “82 millones y 370 mil dólares; más 2 millones y 450 mil francos suizos”, y por Ortolani en “223 millones y 903 mil dólares; más 15 millones y 154 mil francos suizos”, “enormes cantidades destinadas a financiar también la actividad oculta de la Logia secreta, en Italia y en el extranjero” (Flamigni, Trame atlantiche, 320-321). 

La quiebra del Ambrosiano fue “el culmen de años de correrías financieras, también por cuenta de las finanzas vaticanas, de Michele Sindona y de Roberto Calvi, llamados ‘los banqueros de Dios’, ambos afiliados a la P2 y ambos muertos en circunstancias oscuras” (Pinotri, 21). En el juicio por la quiebra del Banco Ambrosiano (1992), las principales condenas caen sobre los jefes de la P2: 18 años y medio de cárcel para Licio Gelli y 19 para Umberto Ortolani (El País, 17-4-1992). 

Logia P2

El senador Attilio Bastianini dijo en la Comisión parlamentaria de investigación sobre la P2: “La P2 ha sido un hecho grave, más grave de lo que la opinión pública pueda imaginar. Todos los más inquietantes escándalos de la Italia contemporánea (la carrera y la caída de Sindona, la quiebra del Banco Ambrosiano y las relaciones con el IOR, el suicidio y el homicidio de Calvi, el asesinato de Pecorelli…) están marcados de algún modo por la presencia de hombres de la P2” (Doc. XXIII, n.2-bis/5, Roma, 1984).

El Ganglio estrecha un pacto con el jefe de la Banda de la Magliana, Enrico De Pedis: “El capo estaba interesado en recuperar el dinero prestado a través del Ambrosiano y el Ganglio le hizo creer que el secuestro de dos chicas era un camino eficaz para convencer a los jefes del IOR a pagar” (Peronaci, 150-152).

Una atenta lectura de los comunicados del grupo Phoenix manifiesta que muchos  términos usados “son claramente masónicos”. Por ejemplo, “irregular obediencia”, también la expresión final “Order NY-ADC”. Y las cuatro piedrecitas encontradas en septiembre de 1983 en el interior de un sobre amarillo tienen significado masónico (Roberto Calvi fue encontrado con piedras en el bolsillo), “si no se sigue esta pista, la única que prácticamente nadie ha seguido, el caso Gregori-Orlandi permanecerá por siempre sin solución” (Peronaci, 362).

La pregunta es: ¿Por qué no se sigue esa pista? El juez Ferdinando Impossimato necesitó muchos años para reconocer que Italia era “la República de las masacres impunes” (2012). En el trágico caso Aldo Moro, dice el juez, “el general Carlo Alberto Dalla Chiesa encontró la prisión cuatro días después del secuestro, el 20 de marzo”, pero “llegó la orden de dos hombres políticos de que él no debía irrumpir”. Estando allí cuatro militares (Santovito, Musumeci, Maletti y otro), “llegaron dos hombres políticos, Andreotti y Cossiga”. Cossiga le hizo creer a Dalla Chiesa que “una irrupción de los carabineros podía llevar a la muerte de Aldo Moro”. Le dijo: “De momento, no lo puedes hacer”. El 8 de agosto de 2009, el juez recibió este testimonio: “Yo soy un ex carabinero, me encontraba bajo la prisión de Aldo Moro, fui llevado allí por Dalla Chiesa, debíamos irrumpir y el 7 de mayo nos dieron la orden de que debíamos marchar” (You Tube, 30-10-2013). 

Vaticano

Se archiva la investigación.

Pietro critica al procurador jefe: “Emanuela sigue siendo un tabú no  sólo en el Vaticano. Tengo la triste sensación de que  al procurador jefe no le importa la cuestión, menos aún llegar a la verdad. Hace dos años un magistrado  dijo públicamente, y me sorprendió positivamente, ‘en el Vaticano hay personas aún vivas que saben lo    que sucedió’. Esta declaración fue frenada en seco por el procurador jefe Giuseppe Pignatone” (Peronaci, 178-179).

Por su parte, María Laura Bulanti, la madre de niño José Garramón, dice en su libro Señales: “En abril de 2013 cuando todo esto recomenzó, mi primera reacción fue  contactar en el Vaticano a dos personas que sentía cercanas. Por distintos motivos, no fueron de ayuda”. A través de una persona de su país, con fuertes vínculos con el Vaticano, le llegó un mensaje de la Nunciatura en Uruguay: “Según ellos, no era conveniente continuar pidiendo información. El tema era considerado no grato para la Santa Sede”. Sin embargo, el 21 de mayo de 2013 le escribió al papa Francisco: “Su respuesta no tardó en llegar, se solidarizó conmigo y me prometió hacer lo que estuviera a su alcance para esclarecer los hechos”. María Laura y su marido asistieron a la Misa en Santa Marta. El papa se interesó por su caso y designó una persona de la Secretaria de Estado para ayudarles, pero esta persona “hizo muy poco”. 

María Laura recuerda cómo se cerró el caso: “Yo volví a Uruguay cuatro días después trayendo conmigo las cenizas de mi hijo. Y mientras el duelo y mi bebé recién nacido ocupaban todo mi tiempo, el equipo de abogados contratado por el padre del asesino, con el profesor Giuseppe De Luca a la cabeza, se encargó de hacer los 3 juicios necesarios para cerrar el caso rápidamente, convertirlo en “cosa juzgada” y de esta manera no reabrirlo nunca más. El Profesor  Giuseppe De Luca figura en un informe del año 1997 (G. Nuzzi, Vaticano S.p.A., 89) como asesor penal del cuestionado presidente del IOR, Ángelo Caloia, así como también asesor del entonces Cardenal Sodano”, “el padre del responsable de la muerte de mi hijo, Aldo Accetti, integró la logia masónica Accademia Mediterránea, vinculada a Trípoli y Sicilia, cuyo presidente era el príncipe Alliata de  Montereale, quien a su vez fué Gran Maestro de la logia masónica di Piazza del Gesù  e integraba la P2, carnet n. 361” (Bulanti, 32-36, 65-66 y 70-75).

Volviendo al caso de Emanuela, los interrogatorios iban a buen ritmo: trece en tres meses. Sin embargo, coincidiendo con la pausa de verano, algo sucedió. El reloj de la justicia, en la reanudación otoñal, comenzó a pararse: “Las pruebas (vocal, gráfica, dactiloscópica, del DNA) se encasquillaron. Audiciones testimoniales y verificaciones fueron aplazadas sine die. Las peticiones de rogatoria para escuchar a prelados reclamados en causa no se hacían” (Peronaci, 243).

Orlandi

El 5 de mayo de 2015 la Fiscalía de Roma plantea archivar la investigación de los secuestros de Emanuela y Mirella. MFA es descrito como un “sujeto ansioso de protagonismo”. El 30 de septiembre, el procurador Giuseppe Pignatone pide archivar la investigación: “No hay elementos idóneos para pedir el reenvío a juicio de alguno de los investigados”. Los investigados son: Pietro Vergari, Sabrina Minardi, el chófer Sergio Virtú, Angelo Cassano (Ciletto), Gianfranco Cerboni (Giggetto) y MFA.

El mismo día, Pietro Orlandi convoca una manifestación ante la Fiscalía con el lema: Nosotros NO ARCHIVAMOS. La manifestación es apoyada por 80.000 firmas. En desacuerdo con la decisión de archivar la investigación se manifiesta el procurador adjunto Giancarlo Capaldo. Llama la atención. Hace tres años, Giuseppe Pignatone fue nombrado Presidente del Tribunal del Estado Vaticano (3-10-2019).

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