Entrevista al padre provincial de los Jesuitas en España Antonio España sj.: "Hemos de colaborar con las administraciones en la tarea de reconstrucción"

Antonio España sj., provincial de los Jesuitas en España
Antonio España sj., provincial de los Jesuitas en España

RD entrevista al padre provincial de los Jesuitas en España

"Las residencias con un número elevado de jesuitas mayores son lugares especialmente sensibles"

"La vida comunitaria durante la pandemia no ha parado su actividad, respetando todas las precauciones. La Provincia ha mostrado un gran dinamismo en el cuidado de las necesidades pastorales, educativas y sociales"

"Nuestra principal contribución, sea cual sea la labor que hagamos, es dar testimonio de la esperanza del Resucitado en estos tiempos de zozobra y seguir a Jesús desde el cuidado cercano y compasivo"

"En esta crisis, la voz de la Iglesia en favor de la protección de los más débiles ha sido profética a este respecto, y puede resonar ahora en muchas personas"

Antonio España, sj. es el provincial de los jesuitas en España. La Compañía está sufriendo en primera línea los efectos del coronavirus, y también está respondiendo a nivel educativo, social, pastoral y solidario.

"La voz de la Iglesia en favor de la protección de los más débiles ha sido profética a este respecto, y puede resonar ahora en muchas personas. Desde esa sensibilidad hemos de colaborar con las administraciones ante la tarea de reconstrucción que se ha de iniciar una vez que superemos la crisis sanitaria", recalca en esta entrevista.

¿Cómo está viviendo vuestra congregación la crisis provocada por el coronavirus?

Lo vivimos como un tiempo de Pascua muy especial. El Papa nos recordaba el «derecho a la esperanza» que surge de la resurrección de Jesucristo. A eso estamos llamados desde un contexto nuevo.

Para ser testigos de esa esperanza probablemente debamos releer documentos importantes que hemos aprobado recientemente: las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía y el Proyecto Apostólico de Provincia. Se trata de una nueva mentalidad desde esta experiencia de shock global y de vulnerabilidad humana. No cambian las prioridades fundamentales, pero con la pandemia se subrayan con fuerza algunos aspectos, como la importancia del cuidado a nivel social o la necesidad de responder a la pregunta sobre Dios.

¿De qué modo ha afectado a la vida comunitaria, a las obras...?

A nivel comunitario vivimos el estado de alarma como el resto de la sociedad, respetando los criterios e indicaciones que establecen las autoridades. Debido a casos positivos, son varias las comunidades de jesuitas que han tenido que pasar periodos de cuarentena estricta. Las respuestas personales varían entre la incomodidad, la resignación y el buen ánimo. Ponemos especial cuidado en la atención y protección de los sectores de mayor riesgo dentro del cuerpo de jesuitas de la Provincia. Las residencias con un número elevado de jesuitas mayores son lugares especialmente sensibles. Por ejemplo, en Alcalá han fallecido cinco en torno al tiempo de confinamiento, y tres de ellos eran positivos en COVD-19. Ahora mismo, en Villagarcía de Campos hay dos decenas de jesuitas mayores infectados, con un desarrollo variado de la enfermedad. En Málaga, tras dos personas fallecidas, se ha superado con éxito en las dos comunidades de la ciudad, pero no hay que bajar la guardia. También seguimos con medidas comunitarias severas en Zaragoza donde hay dos ingresados a la espera de una evolución favorable.

En cuanto a nuestros diversos apostolados, ninguno ha parado su actividad debido a la crisis: colegios, universidades, actividad pastoral o sector social. Sobre todo hay que señalar la disponibilidad de los jesuitas más jóvenes para articular respuestas online, para ofrecerse a cuidar a mayores,… y hacerlo junto con las fuerzas que tiene la Provincia.

¿Qué acciones habéis tomado? ¿Qué iniciativas relevantes nos podéis contar?

Creo que la Provincia ha mostrado un gran dinamismo en el cuidado de las necesidades pastorales. La eucaristía que se retransmite diariamente desde Madrid se convirtió muy pronto en una referencia, en particular para la familia ignaciana; lo mismo cabe decir de iniciativas en redes como #EnCasaconDios o #SemanaSantaenCasa que han ofrecido materiales, dinámicas y celebraciones que nos han facilitado la vivencia de nuestra fe y nos dejarán importantes aprendizajes. También destacaría la red de apoyo y comunicación No estás solo en la que se han implicado muchísimos voluntarios.

Instituciones del sector social, como las que conforman el SJM o el área de menores, están trabajando intensamente con colectivos particularmente vulnerables, ofreciéndoles acogida, ayuda y defensa de sus derechos; Entreculturas y Alboan han puesto en marcha iniciativas específicas para comprometernos también en la asistencia a poblaciones del mundo con escasa capacidad de respuesta y sistemas sanitarios débiles o inexistentes.

Por último, los centros educativos y universidades jesuitas han realizado un formidable esfuerzo para seguir desempeñando su función social a través de medios telemáticos, intentando paliar la brecha tecnológica cuando era posible. Desde estas instituciones han surgido además diferentes iniciativas para contribuir a la gestión de la crisis: fabricación de equipos de protección, estudio de la evolución de la pandemia en colaboración con las administraciones, colaboraciones educativas. En el aspecto de reflexión, estamos iniciando con Cristianisme i Justicia y diversos agentes apostólicos la profundización en el momento que vivimos y las sendas sociales en las que habría que incidir.

¿Qué se puede hacer, desde la vida religiosa, para paliar el impacto del coronavirus en la sociedad?

Hay una función que nos corresponde de forma natural por la condición de sacerdotes o diáconos de muchos de nosotros. Estamos colaborando con las diócesis, en hospitales y cementerios, ofreciendo responsos y acompañando a familiares. Una tarea valiosísima en las actuales circunstancias. Pero en un plano más general, nuestra principal contribución, sea cual sea la labor que hagamos, es dar testimonio de la esperanza del Resucitado en estos tiempos de zozobra y seguir a Jesús desde el cuidado cercano y compasivo en la educación, en la investigación, en la respuesta social o en la dimensión espiritual.

¿Cómo crees que saldremos de esta crisis, como sociedad y como Iglesia?

El P. General, el pasado 2 de abril, mencionaba las nuevas posibilidades de esta dramática situación para no dejar a nadie atrás y propiciar relaciones más justas. Antes me he referido a la importancia del cuidado, que han solido destacar pensadores como Alain Tourain. Algo que afecta a todos los ámbitos de la sociedad y que habíamos olvidado o pospuesto dando prioridad al rendimiento, la efectividad, el logro económico... A nivel global necesitamos una Constitución de la Tierra, una forma dialogada de proteger la justicia entre naciones en esta Casa Común.

La voz de la Iglesia en favor de la protección de los más débiles ha sido profética a este respecto, y puede resonar ahora en muchas personas. Desde esa sensibilidad hemos de colaborar con las administraciones ante la tarea de reconstrucción que se ha de iniciar una vez que superemos la crisis sanitaria.

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