La misionera colombiana en Malí, protagonista de la campaña de Manos Unidas Janeth Aguirre: "Un misionero se deja el corazón allí donde está"

Janeth Aguirre, misionera colombiana en Malí
Janeth Aguirre, misionera colombiana en Malí

"La población que encontramos en Malí es mayormente femenina y en edad productiva, por eso trabajamos fundamentalmente en proyectos de mujeres"

"Manos Unidas está en el comienzo, en el corazón y hasta ahora. Ha sido el eslabón primero, que logró ayudarnos a tener esperanza de poderle ofrecer a las mujeres otras condiciones de vida"

"En África, públicamente, la autoridad la tiene el hombre, pero es una sociedad matriarcal. En la familia siempre hay una mujer mayor que es la que determina muchas cosas"

Actualmente, los proyectos que desarrollan ofrecen a las mujeres actividades muy básicas como aprender a leer y escribir, formación profesional, formación humana y nutrición

Janeth Aguirre lo tiene claro, está donde quiere estar. Misionera colombiana en Malí, a la pregunta que un día le hicieron de si tenía miedo por la violencia terrorista que últimamente se da en el país, ella cotestó: "miedo tendría a que mi madre superiora me diga: "mira te vas de Malí". Esto sería fatal".

Trabaja en proyectos donde Manos Unidas está desde el comienzo. Agradecida, comenta: "Ha sido el eslabón primero que logró ayudarnos a tener esperanza de poderle ofrecer a las mujeres otras condiciones de vida"

Desarrolla su trabajo en proyectos de mujeres -que son la población mayoritaria y que se dedican a trabajos de mucho desgaste físico- para que tengan una formación. "La idea es ofrecerles y enseñarles otros oficios para que sigan ganándose la vida, pero de una manera más digna". "Todo lo demás es asistencialismo y la verdad es que no entramos en eso. Lo que hacemos es formarlas y darles las herramientas cuando ellas estén listas, no antes", asegura.

Nos acompaña Janeth Aguirre, misionera colombiana que llevas ¿cuántos años en Malí?

15 años.

Trabajando con proyectos de mujeres. La mujer es fundamental en todo África, pero en Malí especialmente.

Sí, porque allí, desde el momento en que llegamos, encontramos una población mayoritariamente femenina. Sobre todo, en la edad más productiva por decirlo así, en términos laborales. Y las vemos confrontadas en distintas culturas. Esos trabajos son de mucho esfuerzo físico: sacar la arena del río, cultivar la tierra o recoger leña en el monte para luego venderla o lavar la ropa a la orilla del río. Son trabajos de mucho desgaste físico. Están expuestas también a situaciones de enfermedad y otras situaciones muy degradantes. Por ello, la idea es ofrecerles y enseñarles otros oficios. Para que ellas sigan ganándose la vida, pero de una manera más digna.

Es sorprendente cómo en casi toda África el papel de la mujer es tan relevante en una sociedad, por otro lado, tan machista.

Sí. Públicamente, la autoridad la tiene el hombre, pero es una sociedad matriarcal. En la familia siempre hay una mujer mayor que es la que determina muchas cosas. Las decisiones. Un dato muy curioso para ilustrar esto es que en la fiesta musulmana el Tasbasquí, que es la Fiesta del cordero, se deben inmolar tantos corderos como mujeres mayores haya para honrar el papel de esta mujer.

La mujer en Malí tiene trabajos de mucho desgaste físico

Cuéntanos cómo son los proyectos en los que colabora Manos Unidas con vosotras.

Manos Unidas está en el comienzo, en el corazón y hasta ahora. Ha sido el eslabón primero que logró ayudarnos a tener esperanza de poderle ofrecer a las mujeres otras condiciones de vida.

Empezamos con la construcción de un centro de promoción femenina en el que se ofrece a las mujeres actividades muy básicas, como aprender a leer y escribir. Luego se les ofrece un plan de formación humana en cuestiones de vida asociativa, cuestiones de salud, género y equidad, liderazgo..., que no hay que enseñarles mucho porque ellas ya son muy líderes, pero un proceso de empoderamiento: vida asociativa, cooperativas; el empoderamiento de la mujer como tal hasta llevarlas a organizarse en cooperativas de actividades propias del medio en donde ellas puedan trabajar. Tener sus beneficios sin ese desgaste físico tan brutal al que están sometidas. Eso generó una inquietud fuerte por su parte. Algunas de ellas, un poco más jóvenes, que se habían hecho hasta quinto, sexto, en la escuela, dijeron: "pero ¿por qué no nos enseñan a nosotras otras cosas más profundas, de más exigencia? Nosotros podemos dar más". Entonces, abrimos un centro profesional con cuatro disciplinas para la mujer donde el financiamiento también lo hizo Manos Unidas. Este centro está reconocido por el Ministerio de la Formación Profesional. Los diplomas los da Ministerio y estas mujeres son capacitadas para trabajar en empresas o abrir su propio negocio.

Ahora estamos trabajando con nutrición en un proyecto de apoyo a la mujer embarazada, financiado por el Principado de Asturias. Trabajando en él comprobamos que la malnutrición, en lugar de mejorar, está aumentando a consecuencia de las sequías provocadas por cambio climático: si no hay agua, no pueden cultivar. Al no poder cultivar comen los granos, pero sin ningún nutriente. Vimos ahí una causa clara de la malnutrición de un 70 por ciento de las mujeres y los niños consultados. Por ello, con Manos Unidas y también con Alemania, se está construyendo un centro de nutrición y de atención a la madre y al niño cuyo objetivo es formarlas porque ningún proyecto funciona si no hay capacitación. Todo lo demás es asistencialismo y la verdad es que no entramos en eso. Lo que hacemos es formarlas y darles las herramientas cuando ellas estén listas, no antes.

Que sean ellas las que marquen su propio desarrollo. Las protagonistas a todos los niveles.

Exactamente. Ahora necesitan agua y necesitamos hacer pozos para que ellas puedan cultivar y mejorar la nutrición de sus hijos.

Malí es uno de los países donde se está introduciendo una suerte de violencia terrorista, no sé exactamente cómo definirla. Cómo lo estáis viendo los cristianos y especialmente vosotras, que sé que estáis pasando por situación complicada.

Sí. Lo vemos con mucha tristeza porque Malí es un país laico por Constitución y la población defiende esta la categoría de laicidad con la piel. La población no quiere cambiar; no quiere aceptar este proyecto del que se habla y es que se quiere que Malí, como otros países de África, se convierta en estado islámico. La población no quiere eso.

Nosotros vivimos allí como hermanos cristianos, musulmanes..., cualquier confesión religiosa, cabe decir, porque ellos tienen claro que la relación con Dios es algo personal. Los ritos, la manera como tú te relaciones con tu Dios es algo particular y lo tiene el musulmán, lo tiene el cristiano, todo el mundo lo concebimos así. Entonces, en cuestión de religión no hay discusión porque no se discute, es nuestra mayor fortaleza allí. Esta situación es como una ola que quiere acabar con toda esta confraternización y la vemos como una amenaza. Nos toca la piel. Pero la idea es contrarrestarlo dándole a la gente oportunidades para vivir, para trabajar y para mantenerse a flote. Aunque es así como se ve; en plan amenazador.

¿No os habéis planteado salir del país?

Jamás. Un misionero se deja el corazón allí donde está. En alguna ocasión alguien me preguntaba: "¿tiene miedo?" Y contesté que miedo tendría a que mi madre superiora me diga: "mira te vas de Malí". Esto sería fatal.

Pero no. Nosotros vivimos en una población que aunque haya todas estas amenazas está, nos protege, nos cuida, nos alerta.

Formáis parte de la comunidad.

Exactamente.

Janeth, muchísimas gracias, mucha suerte y mucho ánimo.

Muchas gracias y oren por nosotras.

Así lo haremos.

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