La religiosa se pone en contacto con las clarisas cismáticas para evitar su ruptura con Roma Sor Lucía Caram, ¿mediadora en Belorado?

Lucía Caram, con Risto Mejide, ayer
Lucía Caram, con Risto Mejide, ayer Todo es Mentira

Ya se ha puesto en contacto con ellas. Les ha enviado "un mensaje a través del correo de Instagram y de la página web"

El jefe la Oficina de Prensa del Arzobispado de Burgos, Natxo de Gamón, en representación de Mario Iceta, aceptó el ofrecimiento de la religiosa

"Lo importante es mantener el diálogo abierto". Sor Lucía Caram, la incombustible dominica argentina, se ha ofrecido "como mediadora" en el conflicto generado por las clarisas cismáticas de Belorado, la Pía Unión y el arzobispado de Burgos. "Me ofrezco para dialogar", recalcaba la religiosa, confirmando lo apuntado anoche en el especial que Todo es Mentira (Cuatro) dedicó a la trama de Belorado.

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Caram asume que la diócesis pilotada por Iceta "quiera mantener vivos todos los puentes de diálogo que pueda haber y yo me ofrezco para ir a hablar con las hermanas; no tengo ningún problema, al contrario, pues me gustaría que me reciban. Que marchen si quieren, pero que no se rompan las letras del diálogo".

Lo más importante, al margen de la información que va saliendo cada día y que se va descubriendo con el paso de las semanas acerca de José Ceacero y Pablo De Rojas, "es hablar con ellas, pero no sé si ellos dejarán que se acceda a ellas; no han recibido a su federal, pero bueno, intentaremos".

El jefe la Oficina de Prensa del Arzobispado de Burgos, Natxo de Gamón, en representación de Mario Iceta, aceptó el ofrecimiento de la religiosa.

El programa de Cuatro Todo es mentira, por su parte, trató de desentramar, durante dos horas, algunas de las afirmaciones realizadas, sobre todo, por el presunto obispo De Rojas y su supuesto sacerdote José Ceacero.

Aunque intentaron aclarar el asunto para destapar a estas dos personas y sus respectivos personajes, las propiedades, los asuntos económicos y los inmuebles, el problema sigue enquistado entre los muros de La Bretonera y parece que sólo una orden judicial podrá desalojar a las religiosas.

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