Ordenación sacerdotal de Gustavo Ortiz SDB "Sigamos ofreciendo nuestras vidas como amor a los más necesitados y encontremos en ellos el rostro amigo de Jesús"

La ceremonia de ordenación tuvo lugar el sábado 31 de mayo de manos de Mons. Alejandro Musolino SDB, obispo auxiliar de Córdoba, en la Casa Salesiana “Buen Pastor”, de Isidro Casanova
En la homilía, a partir de la lectura de la cita evangélica Juan 15, 9-17 —la que inspiró el lema sacerdotal de Gustavo—, Mons. Musolino expresó: “El amor de Jesús por nosotros no tiene límites: cada vez más. No se cansa de amar. A ninguno"
Bajo el lema “No hay mayor amor que dar la vida” (Jn 15, 13), en la sede del Patronato Español, parte de la Casa Salesiana “Buen Pastor”, de Isidro Casanova (Buenos Aires), el sábado 31 de mayo por la mañana fue ordenado sacerdote Gustavo Ortiz SDB de manos de Mons. Alejandro Musolino SDB, obispo auxiliar de Córdoba. Concelebraron el Padre Inspector de Argentina Sur, P. Darío Perera, y un nutrido grupo de sacerdotes y diáconos.
Un inmenso grupo de personas acompañaron la celebración, entre ellos varios hermanos coadjutores de la Congregación, los padres de Gustavo junto con otros familiares, y muchos amigos de las distintas casas por donde pasó durante su tiempo de formación salesiana y de preparación sacerdotal.
En la homilía, a partir de la lectura de la cita evangélica Juan 15, 9-17 —la que inspiró el lema sacerdotal de Gustavo—, Mons. Musolino expresó: “El amor de Jesús por nosotros no tiene límites: cada vez más. No se cansa de amar. A ninguno. (aunque muchas veces haya cosas que no podamos comprender). Nos ama a todos, hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno puede decir sin equivocarse: «Dio la vida por mí». Ha dado la vida por vos, por vos Gustavo, por mí, por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así: personal, nos propone una amistad profunda. El amor de Jesús nunca defrauda, porque Él no se cansa de amar, quiere abrazar tu vida, y por la vocación que te regaló, quiere, a través tuyo, abrazarnos a todos, especialmente a los jóvenes más frágiles, a los más necesitados.”
Y describió las características de un sacerdote: “la inmensa grandeza del don que nos es dado para el ministerio, nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres, si Jesús no lo enriquece con su pobreza; el más inútil siervo, si Jesús no lo llama amigo; el más necio de los hombres, si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro; el más indefenso de los cristianos, si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que un sacerdote, dejado a sus propias fuerzas; somos sacerdotes porque Él miró con bondad nuestra pequeñez (cf. Lc 1,48), porque nos sacó de las oscuras quebradas, porque nos sentó a su mesa y llenó nuestra copa hasta el borde”.
“Por eso, querido Gustavo —puntualizó el obispo, como buen hijo de Don Bosco—, citando al Papa Francisco, te animo a vivir tu ministerio en armonía con estas claves: cercanía a Dios y cercanía al pueblo”.

Luego del rito de ordenación, Gustavo saludó conmovido a sus hermanos sacerdotes, a sus padres y a todos los presentes que homenajearon con un intenso aplauso el paso del diaconado al sacerdocio del joven salesiano.
Las palabras del Padre Inspector
Antes de finalizar, el P. Darío Perera SDB agradeció: “Primero, gracias a Gustavo el don de su vida entregada a los jóvenes más pobres. Tavo te queremos mucho y esperamos que seas muy feliz ejerciendo el ministerio sacerdotal”.
Y luego, se dirigió al obispo: “Un gracias especial también para Alejandro que nos ha prestado su ministerio episcopal para consagrar a Tavo en el servicio sacerdotal. ¡Gracias por tu cercanía, por tu fraternidad, por tu identidad de salesiano como pastor de la Iglesia, Alejandro!”.
“Gracias a la comunidad de Buen Pastor —agregó— que ha preparado esta hermosa fiesta que implica mucho esfuerzo. Como se hace en esta comunidad, con mucho esfuerzo personal, todo a pulmón. Muchas gracias a la comunidad de salesianos y a la comunidad de Buen Pastor”. Finalmente, dirigiéndose a la familia de Gustavo, aseguró: “Simplemente les digo: Dios no se deja ganar en generosidad. Sepan que Dios los va a bendecir con abundancia”.
El agradecimiento del P. Gustavo
Siempre rezo para agradecer y le agradezco a Dios la generosidad de todo lo que me regala. En lo que escribí —mostrando la hoja que tiene en sus manos— se repite mucho la palabra “gracias”.
Quiero agradecer a Dios por la vocación salesiana y por hacerme hijo de Don Bosco. Quiero agradecer al padre Alejandro la disponibilidad para esta celebración. Gracias por la oración y la cercanía de siempre.
Le quiero agradecer a mi familia por acompañarme en este camino vocacional, cuidándome y acompañándome. Gracias a mi papá, testimonio de vida, de fuerza y de valentía. ¡Ánimo, pa!. Gracias a mi mamá, doña Vicky, mi “Mamá Margarita” —refiriéndose a la madre de San Juan Bosco, persona fundamental para el desarrollo del histórico oratorio de Valdocco—, pilar de la casa. Gracias por cuidar a todos y por cuidar a papi y mis hermanos y a tus nietos, a la abuela.
Gracias a mis hermanos porque son testimonios de familia que cuida y que sostiene, laburadores. Gracias a mis sobrinos que son mi alegría y mi luz. Gracias a mi familiares por acompañarme también. Son testimonio de quienes no bajan los brazos ante las dificultades. Gracias a mis familiares que nos están cuidando desde el cielo: la tía Rosi, Benja y Diego. ¡Abrazo al cielo!

Quiero agradecer también a dos salesianos que nos están cuidando desde el cielo: el P. Alberto Calle y el P. Pascual Bonfigli.
Quiero agradecer a mi comunidad salesiana: Carlos, José, Emil, Paul, y a las voluntarias Mili y Emi. Gracias por apoyarme, por cuidarme y por acompañarme en este tiempo.
Gracias a mis hermanos salesianos que me están acompañando en esta misa y a los que me acompañan con su oración a la distancia.
Gracias a los hermanos con los que compartí la vida en comunidad, a los que me acompañaron en mi discernimiento vocacional y en los momentos de reconciliación: P. Rubén, P. Néstor, P. Carlitos Pomar, Hno Ariel, P. Tate..
Quiero agradecer también al P. Darío y a su Consejo Inspectorial por la confianza.
Gracias a Emi Arruabarrena por la preparación de la misa, por preguntar cómo estoy. Siempre disponible y generoso a lo que los hermanos necesitemos. ¡Gracias por tu fraternidad y tu amistad, hermano!
Gracias Mauri y Gastón por todo lo compartido, por la cercanía, por la oración y por la alegría de compartir la vocación salesiana.
Gracias al P. Manolo y a la comunidad del Teologado (Mati, David, Facu, Rubén y Víctor) por acompañarme en este tipo de preparación, por sostenerme y por escucharme.
Quiero agradecer a los hermanos y amigos que la congregación me regaló y siguen teniendo un corazón salesiano desde otra vocación. ¡Gracias por estar siempre, Mauro, Stefan, Choco!
Gracias a mis hermanos del posnoviciado: a Braian, a Augusto, a Francisco, a Mauro y al P. Octavio. Gracias por estar presente en sus mensajes, en una charla, en la oración.
Gracias a mis hermanos de Casa de Emaús —casa de discernimiento vocacional, en Bahía Blanca— y a los peregrinos. Gracias por sus oraciones y cuenten con las nuestras también para acompañarlos en este lindo camino de discernimiento vocacional que comenzaron.
Quiero agradecer a mi primer patio salesiano, el Centro de Formación Profesional (CFP) N° 401 Don Bosco, de la Casa Salesiana de Bernal. Gracias por transmitirme por primera vez el carisma salesiano siendo educadores de tantos jóvenes que buscan y encuentran en el CFP, un lugar para formarse como buenos cristianos y honrados ciudadanos. ¡Gracias Guille, Sarita y Nacho!
Muchas gracias a mi querida comunidad Jesús Buen Pastor y Hogares Don Bosco, en Isidro Casanova, por esta hermosa celebración. Gracias al coro que preparó las canciones, a Nico, a Meli. Gracias a Mela, a Vane, a los chicos de los grupos por la decoración. Gracias a Marce y a Claudia por animar la guía. Quiero agradecer a todas las comunidades, a las “Mamás Margaritas” que prepararon con mucho cariño lo que vamos a compartir después de la misa. Y por último, quiero agradecer a todos los grupos de la comunidad, que son muchos, gracias a Dios. Ellos acompañan a tantos chicos y chicas y a jóvenes de nuestros barrios. ¡Gracias por acompañarlos y cuidarlos!
Recemos para que como comunidad del “Buenpa” sigamos ofreciendo nuestras vidas como amor a los más necesitados y encontremos en ellos el rostro amigos de Jesús. ¡Que nuestra Madre María Auxiliadora nos siga cubriendo con su manto!
Muchas gracias
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