La convivencia pone fin a años y años de incomunicación entre las iglesias catalana y valenciana El encuentro de los seminaristas valencianos y catalanes que no debería ser noticia

Convivencia de los seminaristas valencianos y catalanes
Convivencia de los seminaristas valencianos y catalanes

Siempre se ha dicho que los jóvenes son más audaces que la gente mayor y por eso son capaces de romper barreras y acabar con desconfianzas y malentendidos

El camino que han abierto los seminaristas catalanes visitando a los seminaristas valencianos habría de tener continuidad para hacer posible una relación normal entre dos Iglesias vecinas que comparten una misma lengua

Ahora hace falta que los obispos valencianos también crean en la inculturación de la Iglesia Valenciana, como sí que creen en la inculturación de la Iglesia en Japón o en China

Sería óptimo que los seminaristas de la diócesis de València devolviesen la visita a los seminaristas catalanes, para así normalizar unas relaciones hasta ahora inexistentes

El encuentro, los pasados 14, 15 y 16 de febrero, en el Seminario de València, de los seminaristas valencianos y catalanes y de sus formadores, no habría de ser noticia y curiosamente sí que lo es, debido a la incomunicación, de años y años, que ha habido entre la Iglesia Valenciana y la Catalana. Es posible que este no haya sido el primer encuentro entre los seminaristas del Seminario Interdiocesano de Catalunya y los de la diócesis de València, pero sí que es la primera vez que esta noticia ha salido en un medio de comunicación, eso sí, no valenciano. Ha sido la Agència Cristiana de Notícies, “Flama”, quien ha informado de este encuentro entre los seminaristas catalanes y los valencianos. Por el contrario, la web del arzobispado de València (totalmente en castellano), hasta ahora, no ha informado sobre este encuentro.

Repito que este encuentro no habría de ser noticia. Pero sí que lo es, por el hecho que la Iglesia Valenciana no ha dado nunca ningún paso para entablar un diálogo (sino todo lo contrario) con la Iglesia Catalana, aunque los cristianos (y los presbíteros) valencianos, compartimos la misma lengua y la misma cultura con la Iglesia Catalana y evidentemente, la misma pasión por anunciar el Evangelio. De hecho, fueron los seminaristas catalanes los que se desplazaron hasta el Seminario de València, situado en la localidad de Montcada, donde fueron acogidos por los seminaristas valencianos.

En su estancia en el País Valenciano, los seminaristas catalanes visitaron la catedral de València y el Micalet, la basílica de la Virgen de los Desamparados, la iglesia del Patriarca, la de San Nicolás y la de San Juan de Ribera. Además, en Godella, tuvieron un encuentro con las religiosas de Iesu Communio.

Esta convivencia de fin de semana seguro que ha sido fecunda, ya que conocer a los demás borra muchos prejudicios y tira por tierra muchos malentendidos. Pero de la misma manera que ha habido este encuentro entre seminaristas y formadores catalanes y valencianos, también habría de ser normal un encuentro entre los obispos catalanes (que seguro que estarían encantados) y los obispos valencianos, más reticentes a cruzar el río Sénia, a pesar de que este río une en una misma diócesis, la de Tortosa, a cristianos catalanes y valencianos.

Hasta ahora la Iglesia Valenciana, con un miedo irracional, ha vivido de espaldas a la Iglesia Catalana. Por eso esta convivencia, no digo que sea como los acuerdos de Camp David, del 17 de septiembre de 1978, con el encuentro del presidente egipcio Anwar el-Sadat y del primer ministro israelí, Menachem Begin, con Jimmy Carter como anfitrión, pero se asemeja un poco.

Siempre se ha dicho que los jóvenes son más audaces que la gente mayor y por eso son capaces de romper barreras y acabar con desconfianzas y malentendidos. Es verdad que la iniciativa de este encuentro no surgió de los seminaristas valencianos, sino de los catalanes, que, sin ningún prejuicio cruzaron el río Sénia, un río que une a cristianos valencianos y catalanes en una misma diócesis. Sería óptimo que los seminaristas de la diócesis de València (y también los de Sogorb-Castelló y los de Oriola-Alacant), devolviesen la visita a los seminaristas catalanes, para así normalizar unas relaciones hasta ahora inexistentes.

Es verdad que en el Seminario de València las cosas han cambiado, aunque no demasiado por lo que respecta a la lengua autóctona, que sigue proscrita de la Iglesia Valenciana. Y es que hace años los seminaristas valencianos tenían prohibido hablar en valenciano y, por eso en la carta que en 1965 dirigió al P. Gregori Estrada, monje de Montserrat, el amigo Vicent Miquel i Diego, éste se quejaba del ambiente irrespirable que había en el Seminario de València, hostil con la lengua propia de los valencianos (como la define el Estatuto de Autonomía). Vicent Miquel escribía: “Casi expulsaron a un seminarista de mi pueblo, del Seminario, por hablar de progresismo, de Congar, Rahner, la lengua valenciana i Serra d’Or”.

¿Cómo es posible que entre seminaristas que comparten una misma cultura, no sea posible una relación normal y fluida? Este encuentro no habría de ser una excepción o un caso aislado. Habrían de ser normales los encuentros entre seminaristas (y formadores) valencianos y catalanes, sin suspicacias ni recelos.

Por otra parte, me ha gustado que tres de los seminaristas que el pasado día 22 de febrero hicieron el rito de admisión a las Órdenes Sagradas, en el Seminario de València, situado en la ciudad de Montcada, tengan nombres en valenciano: Bernat Alcayde, de Vinalesa, Miquel Amat, de Càrcer e Ignasi Garcia, de Alcoi.

Seminario metropolitano de Valencia

Pienso que, aunque sea tímidamente por los nombres en valenciano de estos tres jóvenes seminaristas, nuestra lengua empieza a entrar en la vida de la Iglesia. Ahora hace falta que los obispos valencianos también crean en la inculturaciónde la Iglesia Valenciana, como sí que creen en la inculturación de la Iglesia en Japón o en China. Y aquí tiene un papel muy importante el obispo de Tortosa, el valenciano Enrique Benavent, que tiene que hacer entender a los obispos valencianos la importancia que nuestra lengua sea en la Iglesia una lengua normal y normalizada y no como ahora que está prohibida. Y también tienen un papel importante los sacerdotes que creen que el valenciano no ha de estar prohibido en la Iglesia Valenciana, sino que ha de ser una lengua normal en la celebración de la liturgia y en la pastoral. No digo ningún nombre, pero los amigos sacerdotes que conozco y que ven la necesidad de introducir el valenciano en la Iglesia, también tienen que hacerle entender al cardenal Cañizares, la urgencia de normalizar la nuestra lengua en la Iglesia.

Estoy seguro que los obispos catalanes estarían muy de acuerdo, sin lugar a duda, de favorecer este diálogo con los obispos valencianos. El camino que han abierto los seminaristas catalanes visitando a los seminaristas valencianos, habría de tener continuidad, para así hacer posible una relación normal entre dos Iglesias vecinas, que comparten una misma lengua. El recuerdo de los buenos obispos catalanes Josep Pont i Gol i Josep Mª Cases Deordal en la diócesis de Sogorb-Castelló, del obispo Tarancon en la diócesis de Solsona, que asumieron la lengua de sus diócesis, habría de servir de ejemplo para los obispos de las diócesis valencianas que rechazan el valenciano en la pastoral y en la liturgia. Y también, en la actualidad, los obispos valencianos Agustí Cortés, Enrique Benavent y Salvador Jiménez en las diócesis catalanas de Sant Feliu de Llobregat, Tortosa y Lleida, habrían de ayudar a normalizar unas relaciones, hasta ahora inexistentes, entre dos Iglesias hermanas que están obligadas a dialogar, a cooperar y a entenderse.
Amén.

Misal valenciano

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