Eucaristía presidida por Francisco Pérez y Arturo Sosa, sj. Los jesuitas clausuran este domingo el Año Ignaciano

Apertura del Año Ignaciano en Pamplona
Apertura del Año Ignaciano en Pamplona

En el momento de acción de gracias tendrá lugar un acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús, siguiendo la fórmula del P. Arrupe SJ (1972), que renovó la primera consagración que realizara el 1 de enero de 1872, el P. General Pieter Jan Beckx SJ

Después de quince intensos meses desde el inicio del Año Ignaciano recordando el día de 1521 en que Ignacio cayó malherido en la defensa de Pamplona, la Compañía de Jesús prepara el momento de la clausura de este tiempo de memoria agradecida de su vida, su conversión y de la acción misericordiosa de Dios en su persona.

El próximo 31 de julio, solemnidad del santo, pondremos fin a este año conmemorativo con la celebración de una eucaristía en el Santuario de Loyola. Será a las 12 del mediodía y estará presidida por el administrador apostólico de la diócesis de San Sebastián y arzobispo de Pamplona D. Francisco Pérez. El P. General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa SJ, concelebrará y pronunciará la homilía.

Sello de Raúl Berzosa
Sello de Raúl Berzosa

En el momento de acción de gracias tendrá lugar un acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús, siguiendo la fórmula del P. Arrupe SJ (1972), que renovó la primera consagración que realizara el 1 de enero de 1872, el P. General Pieter Jan Beckx SJ. Con este acto se recuerda que la espiritualidad ignaciana se funda en el conocimiento y en el amor profundo de Jesucristo, representado en su Corazón.

Para que toda la familia ignaciana mundial pueda participar, será retransmitida desde el canal you tube de la curia de Roma en este enlace.

Jubileo en España

En España, colegios, parroquias, universidades y centros culturales y sociales de los jesuitas han secundado con muy diversas propuestas esta celebración. Desde publicaciones de libros, números especiales de revistas, peregrinaciones presenciales y on line, ejercicios espirituales, eucaristías, conferencias, encuentros, jornadas, simposios, exposiciones, pasando por conciertos de música, obras de teatro, un musical, un scape room, vídeos, actos deportivos y hasta una película de culto y un documental, que han ayudado a acercar el legado espiritual del fundador de la Compañía de Jesús. El Año Ignaciano ha servido también para renovar dos de los santuarios más emblemáticos para la congregación: Loyola y Manresa.

En palabras del coordinador de Ignatius 500, Abel Toraño SJ: “El itinerario de la conversión del joven cortesano, Íñigo, nos ha servido de estímulo para proponer iniciativas apostólicas muy diversas: jornadas de teología y de formación, propuestas para jóvenes; congresos y exposiciones; publicaciones de calado, como el Autógrafo de los Ejercicios; ayudas para la oración y las celebraciones; peregrinaciones y, sobre todo, la práctica de los Ejercicios Espirituales, alma espiritual de todo lo que somos y hacemos”. Y, la verdadera pregunta que debemos responder es “¿en qué medida nos han ayudado estas propuestas a recorrer un camino que nos lleve a Dios? ¿Han supuesto estas iniciativas un estímulo para caminar hacia la cumbre?”, ese encuentro con Dios cara a cara, corazón con corazón, que le llevó a Ignacio a “ver nuevas todas las cosas”. Toraño desea que esa cumbre, “la conversión así entendida” no sea el final del camino “sino el principio de toda novedad guiada por el Espíritu”.

A nivel universal, la Compañía ha celebrado en todos los países donde está presente esta efeméride. Momento especial en Roma fue el pasado 22 de abril con la participación del Papa Francisco en la eucaristía de acción de gracias por el 400 aniversario de la canonización de cinco santos, los dos jesuitas San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, los dos españoles Santa Teresa de Jesús y San Isidro Labrador y el italiano San Felipe Neri. En ella tuvo una petición especial: “Queridos hermanos y hermanas, que el santo padre Ignacio nos ayude a custodiar el discernimiento, nuestra preciosa herencia, tesoro siempre válido para difundir en la Iglesia y en el mundo, que nos permite ‘ver nuevas todas las cosas en Cristo”.

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