Intercambio de cartas al director del diario 'La Tercera' A misa por YouTube...y sin privilegios

A misa por YouTube
A misa por YouTube

Juan Ignacio Brito: "nuestros obispos no han sido capaces de hacerse oír frente a las autoridades. Parece evidente que los que han obtenido excepciones son los que se han quejado. La Iglesia, que hace algunos años fue la voz de los sin voz, ahora no emite palabra para acabar con esta sequía que acongoja a sus fieles y los priva de los sacramentos"

Monseñor Chomali: "La Iglesia Católica seguirá todas las instrucciones de la autoridad sanitaria para hacer frente a la pandemia que nos azota. Los miles de muertos, los cientos de personas que están internadas graves, el dolor de sus familias y amigos exigen un comportamiento ejemplar de todos. Los católicos no hemos de ser la excepción y menos pedir privilegios"

El pasado 10 de diciembre, Juan Ignacio Brito, en un artículo de opinión del diario 'La Tercera', inició una discusión con Monseñor Chomali, arzobispo chileno de Concepción, a causa del confinamiento en Santiago de Chile que mantiene las iglesias cerradas

En su nota, Brito acusó a los obispos de no haber sido capaces de hacerse oír frente a las autoridades, manteniendo a los fieles en sequía espiritual, y asistiendo a misa por YouTube, con su silencio

Monseñor Chomali, muy educadamente en su respuesta, dio a Brito y Luis Robert Valdés, director del diario, una lección de sensatez, de cristiniasmo y saber hacer en una situación que tantas muertes ha traído consigo

Este es el pequeño rifi-rafe, hasta el día de hoy

Juan Ignacio Brito (La Tercera. Opinión, 10 dic 2020)

Este fin de semana volverá a haber confinamiento general en Santiago y las iglesias estarán cerradas de nuevo. El gobierno considera una serie de excepciones para restoranes, pequeños negocios y comercio callejero, e incluso estudia la posibilidad de retrasar el toque de queda diario, postergando asimismo el horario de término del transporte público. La UDI, que celebra su elección interna este sábado, podrá realizarla sin problemas, pues ha conseguido la autorización para llevar adelante el proceso. Mientras, el bloque opositor Unidad Constituyente obtuvo un permiso similar para sus primarias del domingo 20.

Sin embargo, pese a que las excepciones se multiplican y a que la libertad religiosa está expresamente resguardada por la Constitución y las leyes, las iglesias deberán permanecer clausuradas durante los fines de semana (y con aforo mínimo de lunes a viernes), privando otra vez a los fieles del culto dominical.

Ministros y autoridades justifican las excepciones sobre la base del respeto a los derechos ciudadanos y la urgencia económica por la que atraviesan sectores golpeados por la pandemia. No obstante, a ninguna autoridad se le ocurre que el contacto con la trascendencia también es una necesidad humana. Además, parecen no querer saber, como lo pudo comprobar cualquier persona que asistió a misa en las últimas semanas, que los párrocos han sido muy cumplidores con las normas sanitarias relativas al distanciamiento entre fieles, aseo de manos con alcohol gel, uso de mascarillas y reducciones del aforo.

Altos funcionarios han señalado como principal responsable del rebrote a las actividades imprudentes de algunos segmentos de la población. Estas no han sido oportunamente fiscalizadas, pese a que el gobierno posee atribuciones para hacerlo. El timing de esta incipiente segunda ola hace que no sea descartable que las aglomeraciones registradas durante el plebiscito del 25 de octubre y las masivas celebraciones posteriores tengan que ver con el aumento de contagios. Nadie ha mencionado al culto religioso como uno de los motivos por los cuales hemos vuelto a una situación difícil. No es en las parroquias donde surge el rebrote.

No obstante, las iglesias volverán a cerrar. Quizás se deba también a que nuestros obispos no han sido capaces de hacerse oír frente a las autoridades. Parece evidente que los que han obtenido excepciones son los que se han quejado. La Iglesia, que hace algunos años fue la voz de los sin voz, ahora no emite palabra para acabar con esta sequía que acongoja a sus fieles y los priva de los sacramentos. Como en el Chile actual el que no llora no mama, la consecuencia de esta mezcla de indiferencia de la autoridad y silencio episcopal es que el domingo volveremos a ver la misa por YouTube.

Fernando Chomali. Arzobispo de Concepción: "Hoy, el sentido de trascendencia -que tanto le preocupa- se manifiesta en el servicio a los demás"

"La Iglesia Católica seguirá todas las instrucciones de la autoridad sanitaria para hacer frente a la pandemia que nos azota. Los miles de muertos, los cientos de personas que están internadas graves, el dolor de sus familias y amigos exigen un comportamiento ejemplar de todos. Los católicos no hemos de ser la excepción y menos pedir privilegios. No he visto una persecución religiosa, como insinúa el sr. Brito en su columna de ayer titulada como esta carta.

Sería contradictorio que la asistencia a misa -fuente y cumbre de la vida cristiana y máxima expresión del amor de Dios- sea un posible foco de contagio del mortal virus. El cumplimiento estricto de las normas es un acto de prudencia y de amor a Dios y al prójimo. Yo valoro y aplaudo el inmenso esfuerzo que las parroquias han realizado para poder estar cerca de la comunidad a través de las redes -con misas, rosarios, conferencias, retiros, etc.-. En Chile, lo que para algunos es obvio - tener computador y conexión a Internet- para muchos es inalcanzable. Seguir una misa en YouTube en Chile es un privilegio.

Invito al profesor Brito a que conozca lo mucho que hemos hecho para ayudar a las personas en esta pandemia. De manera silenciosa pero efectiva hemos estado cerca de los que han perdido su trabajo promoviendo comedores solidarios y ollas comunes; hemos entregado computadores y conexión a miles de estudiantes que no tenían; hemos acompañado a muchos migrantes con techo, alimentos y amor; hemos fortalecido el acompañamiento espiritual usando la tecnología; hemos rezado con quienes han perdido a un familiar querido. Muy preocupado de sí mismo, Brito nada de eso ve y menos valora, y de pasada, enloda el trabajo de los obispos. Hoy, el sentido de trascendencia -que tanto le preocupa- se manifiesta en el servicio a los demás."

"En Chile, seguir una misa en YouTube en Chile es un privilegio. Invito al profesor Brito a que conozca lo mucho que hemos hecho para ayudar a las personas en esta pandemia"

Luis Robert Valdés: "¿Y los sacramentos?"

"Monseñor Chomali, en su carta publicada ayer, parece olvidar la función fundamental de quienes reciben el orden sacerdotal. No se trata de “enlodar” el trabajo de los obispos como airadamente contesta, sino de exigirles lo propio que un sacerdote puede hacer: celebrar sacramentos.

Es cierto que la pandemia ha impedido que muchos católicos podamos acceder a ellos, pero en el mundo se han mostrado diversas y novedosas maneras para que los fieles más sencillos, puedan acceder a ellos. Autos con el santísimo expuesto, butacas móviles debidamente protegidas para confesar, misas al aire libre, etc., son solo algunos ejemplos.

Si hacemos miles de esfuerzos para alimentar el cuerpo yendo al supermercado, ¿por qué nuestros obispos nos privan del alimento del alma?"

Fernanado Chomali: "Administración de sacramentos"

"Respondiendo a una carta publicada ayer, creo que hemos hecho lo humanamente posible para atender las necesidades espirituales -incluida la vida sacramental, por cierto-, y materiales de las personas. Sin embargo, reconozco abiertamente que en caso de encontrarme en una disyuntiva extrema entre darle de comer al hambriento, albergar al sin techo y vestir al desnudo o administrar un sacramento, optaría por lo primero. No me imagino entregando al Señor por medio de la comunión o del sacramento de la reconciliación a un grupo de personas haciendo fila en sus autos y desatender a quienes están en una fila de pie para recibir un plato de comida.

La gracia de Dios es capaz de hacerse presente de infinitas formas y colmar el anhelo que hay en el corazón de todo hombre de Dios en estas situaciones tan dramáticas. Darle de comer al hambriento es una tarea que Dios ha dejado en nuestras manos, intransferible e indelegable. Dirán que esa es tarea de los laicos y que nosotros nos dediquemos a “lo espiritual”. Eso sería lo ideal. La experiencia me ha dicho que ese es un camino aún por recorrer. Espero no estar equivocado y si lo estoy, por cierto que estoy dispuesto a enmendar el rumbo. El coronavirus nos ha convertido a todos en aprendices del difícil arte de vivir a su lado."

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