"Podemos ayudar a educar la mirada", asegura el nuevo provincial de los salesianos Fernando García: "La vida religiosa tiene que ser más que nunca testimonio de lo esencial de esta vida"

El pasado mes de enero, Fernando García fue elegido nuevo Provincial de la Inspectoría salesiana Santiago el Mayor, sustituyendo a Juan Carlos Pérez Godoy. Aunque su toma de posesión no iba a ser efectiva hasta mayo, el drama del coronavirus ha hecho que este madrileño ya esté al mando de los salesianos españoles.

Hablamos con él sobre los efectos de la pandemia, con varios muertos entre los miembros de la familia salesiana, pero también de la labor que se está llevando a cabo en colegios, asociaciones, parroquias... "El distanciamiento físico ha supuesto en la mayor parte de los casos una mayor cercanía y fraternidad", apunta.

¿Cómo está viviendo vuestra congregación la crisis provocada por el coronavirus?

Nuestra Congregación está extendida por todo el mundo y, por tanto, estamos pudiendo conocer de primera mano su expansión por todos los continentes. Desde la sede central se están desarrollando iniciativas de cooperación para poder coordinar la ayuda en los lugares donde las necesidades son mayores. En España, siguiendo las indicaciones de las autoridades, con la supresión de las actividades (colegios, parroquias, centros juveniles), aunque muchas se están realizando online y, lamentablemente, con el fallecimiento de algunos salesianos, familiares, miembros de la Familia Salesiana.

¿De qué modo ha afectado a la vida comunitaria, a las obras...?

La vida comunitaria se ha tenido que acomodar a las indicaciones de las autoridades sanitarias, especialmente en los casos en que ha habido religiosos con síntomas de contagio y que se han tenido que aislar del resto. El distanciamiento físico ha supuesto en la mayor parte de los casos una mayor cercanía y fraternidad. En estos días las emociones han aflorado con más fuerza que en la vida cotidiana y se ha manifestado la fortaleza de muchos hermanos, no solo acompañando a otros en su comunidad, sino afrontando situaciones de gran dificultad en su familia, con la pérdida de padres ancianos en la distancia…

La parábola que Jesús contó de la casa construida sobre roca la he visto con claridad en la manera en que muchas personas han afrontado esta situación.

-¿Qué acciones habéis tomado? ¿Qué iniciativas relevantes nos podéis contar?

La rapidez con que nuestros colegios se han adaptado para una educación online ha sido meritoria por la dedicación del profesorado y de los equipos directivos. En este tiempo de confinamiento la labor de los colegios ha ido mucho más allá de impartir clases. Ha servido para mantener rutinas en las vidas de los chicos, ayudar a la familia a sistematizar horarios, hacer una lectura de lo que se está viviendo. Acercar la pastoral a las casas con las habituales campañas.

Las plataformas sociales y los centros juveniles han continuado con sus proyectos por los más desfavorecidos que no podían cerrarse, haciendo online todo lo que es posible. La atención a los jóvenes en los pisos de acogida, de refugiados, por ejemplo, y también los programas de acompañamiento de jóvenes en riesgo de exclusión, a los que, en la medida de lo posible, se les sigue a través de otros medios.

Una de las iniciativas más significativas la ha llevado la Delegación de Pastoral Juvenil transformando las tradicionales Pascuas Juveniles en una iPascua para jóvenes y familias en la que han participado más de 1.300 personas.

Desde una perspectiva solidaria ante la emergencia de protección sanitaria, nuestros centros de Formación Profesional, gracias a la colaboración del profesorado han realizado una producción de mascarillas de protección y han participado en la producción de respiradores en diferentes lugares de la Provincia. Además, muchos de nuestros centros, asociaciones, han recogido (y siguen haciéndolo) alimentos, donativos, para llevar a instituciones y personas más necesitadas.

-¿Qué se puede hacer, desde la vida religiosa, para paliar el impacto del coronavirus en la sociedad?

Pienso que la vida religiosa tiene que ser más que nunca testimonio de lo esencial de esta vida. Esta crisis nos cuestiona muchos elementos de nuestro estilo de vida y anhelamos cosas tan básicas como una caricia, un abrazo, un pasar tiempo con los padres ancianos… Creo que podemos ayudar a educar la mirada y a calmar la sed de Dios que puede haber surgido o renacido en la vida de las personas. Para ello lo esencial es que nosotros seamos auténticos buscadores de Dios para transparentarle con nuestra vida.

-¿Cómo crees que saldremos de esta crisis, como sociedad y como Iglesia?

Temo que la sociedad pueda salir más polarizada sobre todo desde la perspectiva política, en cambio pienso que la crisis ha puesto de manifiesto la inmensa capacidad de bien que hay en las personas que constituyen el tejido social. Pensando en los jóvenes creo que tenemos una oportunidad de ayudarles a educar su mirada y a hacer una lectura del sufrimiento. Ahora no se trata de hacer análisis teóricos sobre cómo es una generación sino que hay muchas historias de personas que se han encontrado con situaciones que jamás hubieran imaginado y que no estaban “entrenados” para el fracaso, el dolor, la impotencia… Todo esto hay que ayudar a integrarlo para crecer y espero que para muchas personas para abrirse a la espiritualidad, a Dios y lo trascendente.