"No lo aconsejo a personas que no tengan una fe madura" "Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano". Una lectura sufriente

"Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano", de Frédéric Martel
"Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano", de Frédéric Martel

"Después de leerlo, varias preguntas me vienen a la mente: ¿Qué pensarán muchos creyentes de buena voluntad? ¿Es verosímil lo que cuenta?"

"El silencio clamoroso de los que posiblemente podían desmentir sus afirmaciones abunda en su tesis"

"El excesivo servilismo eclesial genera muchas de las cosas que aparecen en este libro, y no construye la Iglesia"

Durante el verano, la lectura de algunos libros se impone. Estaba pendiente, “Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano”, de Martel. El hecho de que se encuentren montones de ejemplares en la librerías es, sin duda, una incitación y un reto. Otros lo habrán leído por el “morbo”, y así corroborarán sus sospechas, y enriquecerán sus argumentaciones anticlericales.

Después de leerlo, varias preguntas me vienen a la mente: ¿Qué pensarán muchos creyentes de buena voluntad? ¿Es verosímil lo que cuenta? Las posibles respuestas a la primera pregunta, como hombre de fe y de Iglesia, me hacen temblar. Por eso no lo aconsejo, y que me disculpe el autor, a personas que no tengan una fe madura. Y no es por perpetuar su fe infantil, sino más bien, porque considero que no les aporta nada a ese descubrimiento paulatino del proceso de la fe, que pasa por asumir la humanidad en peso y a todos los niveles.

En cuanto a la veracidad de lo que cuenta el libro en sus más de 600 páginas, me quedo simplemente con lo siguiente: un diez por cien me es suficiente. Evidentemente, no estamos ante un premio Nobel de literatura, ni ante una investigación policial, pero no cabe duda que el autor demuestra que ha trabajado en profundidad el tema. Y el silencio clamoroso de los que posiblemente podían desmentir sus afirmaciones abunda en su tesis. Está claro que no le van a hacer el juego al autor… Esto ya es viejo.

La lectura del libro es tediosa y desagradable, demasiado repetitiva muchas veces, pero genera una sensación de sufrimiento y rabia. Sufrimiento, porque detrás de muchos nombres y apellidos, sin duda hay historias esquizofrénicas, dobles y triples vidas. Pienso, sobre todo, en aquellos más jóvenes y engañados. También en aquellos que se han visto atrapados en telas de araña, y han sido incapaces de salirse de ese mundo oscuro, y, al final, han claudicado, simplemente por instinto de supervivencia. Están en ese fango, porque no saben dónde ir…

No estamos ante un premio Nobel de literatura, ni ante una investigación policial, pero no cabe duda que el autor demuestra que ha trabajado en profundidad el tema

La sensación de rabia, porque confirma lo que muchas veces se ha podido percibir en la historia de la Iglesia: los que están en contra de algunas cosas en la Iglesia son los primeros que viven en el más absoluto escándalo. Y además se atreven a pontificar a troche y moche, desde la más absoluta hipocresía. Dios nos libre de esos “hombres de Iglesia” o de esos “hombres de Dios”, que adoran diariamente el poder, el dinero o sus “vergüenzas”, como diría San Pablo. ¡Qué lo hagan si quieren! ¡Son libres! Pero que no metan a Dios y a la Iglesia por medio. ¿Cómo han llegado a esa bajeza esos señores? Me da lo mismo. Su posible historia no justifica su presente. Desde donde están deberían tener la lucidez de pensar que un día se encontrarán con el buen Dios que les va pedir cuentas de muchas cosas. Evidentemente, todos pasaremos por ese tamiz de la verdad en nuestras vidas, y todos tenemos mucho de pecado y de gracia…, pero los señores con nombres y apellidos de este libro, insisto, aunque solo sea el diez por cien, tienen una responsabilidad mayor por haber buscado o aceptado los oropeles y esas responsabilidades tan graves. Y encima son los más recalcitrantes ante los cambios en cualquier aspecto eclesial. ¡Increíble! 

Evidentemente, la Iglesia sobrevivirá a este estercolero, y la fe de mucha gente sencilla, que día a día, con su forma de vivir construye la Iglesia no se tambaleará. Las ha habido peores. Aquí hay que parafrasear aquello de que “Dios escribe recto con renglones torcidos”. ¡Depende de los “renglones”!

Poder en el Vaticano
Poder en el Vaticano

Estas nefastas realidades, que aparecen en el libro, no nos tienen que llevar a perder la Fe en la Iglesia, sino todo lo contrario. Y, mucho menos la Fe en Cristo. La Iglesia está formada por hombres y no por ángeles. Nos tiene que animar a vivir una fe eclesial madura, que pasa por una “obediencia” razonada, razonable, lúcida y crítica. Dios nos libre de aquellos “hombres de Iglesia”, que quieren hacernos creer que son ángeles. Y asumir con madurez una sana discrepancia y disidencia, desde una perspectiva constructiva. El excesivo servilismo eclesial genera muchas de las cosas que aparecen en este libro, y no construye la Iglesia. Una amigo, que trabajó varios años en el Vaticano, me decía que el “servilismo” era la mejor moneda para medrar en ese mundo. 

Este libro pone el dedo en llagas podridas con gusanos incluidos, y la existencia de esos personajes, aunque aparentemente felices con su dinero, sus efebos y sus correrías, en el fondo ya nada les compensa, a causa de la podredumbre.

Al final me gustaría concluir: después de haber leído lo que he leído,  visto lo que he visto, oído lo que he oído en esta vida, prefiero seguir pensando lo que pienso y callar, de momento.

Vaticano
Vaticano

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