Presentación, en Madrid, del libro de Eva Fernández 'El Papa de la ternura' Carlos Osoro: "El Papa evangeliza con la vida, por atracción, por contagio y con delicadeza"

Mesa de presentación del 'Papa de la ternura'
Mesa de presentación del 'Papa de la ternura'

Eva Fernández: "Con el Papa he aprendido que la ternura es contagiosa y cura heridas"

Andrea Tornielli: "L ternura con raíces evangélicas es la manera de evangelizar hoy y la clave para entender a Francisco"

Óscar Camps: "El Papa del siglo XXI es el jefe de nuestros aliados"

Papa y ternura. Dos palabras que retratan un pontificado. Dos palabras que, conjugadas por activa, llevaron a Eva Fernández, la corresponsal de Cope en el Vaticano, a escribir un libro titulado precisamente así: 'El Papa de la ternura'(Planeta). Dos palabras que, conjugadas por pasiva, empaparon de ternura (y hasta de alguna lágrima de alegría) la presentación de la obra en Madrid.

El acto, celebrado en la sede del Banco Sabadell de la madrileña calle Serrano, se convirtió en un homenaje a la autora por parte de sus compañeros vaticanistas, de sus amigos y de sus familiares, asi como en una cadena de palabras, símbolos y gestos, que retratan a Francisco como el Papa de la ternura.

Había tanta expectación por asistir al acto, que se desbordaron todas las previsiones. Y hasta el vicario apostólico de Battambang, el asturiano Enrique Figaredo, tuvo problemas para poder pasar, porque no estaba previamente inscrito.

En el bello salón de la entidad bancaria, lleno hasta los topes, comenzó lo que su presentadora de postín, la ex subdirectora de la Sala Stampa del Vaticano y actual corresponsal de la Cope en Londres, Paloma García Ovejero, quiso convertir en una fiesta.

Arropando a la autora, vaticanistas procedentes de Roma, como Juan Vicente Boo del Abc, Elisabetta Piqué de La Nación, Inés San Martín de Crux o Cristina Cabrejas de la agencia Efe. O toda la plana mayor de la cadena Cope, con su presidente, Fernando Giménez Barriocanal, al frente. Personalidades como María Luisa Berzosa, recientemente elegida consultora de la Secretaría General del Sínodo, o el ya citado monseñor Figaredo. Por supuesto, la familia de Eva casi al completo y hasta sus compañeras de EGB del colegio del Divino Maestro en el barrio madrileño del Paseo de Extremadura.

Derrochando simpatía y sonrisas, Paloma García Ovejero, presentó una mesa de postín, en la que, junto a la autora, estaban el cardenal-arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el director editorial de la Secretaría de Comunicación del Vaticano, Andrea Tornielli, el presidente de Proactiva Open Arms, Óscar Camps, y la editora de Planeta, Ángeles Aguilera.

Tras glosar lo que dijeron del libro algunos de los grandes periodistas, Paloma concluyó que “el libro no se ve a recomendar, sino a recetar” e invitó a los presentadores a dar comienzo a la fiesta de la presentación.

Y se puso en marcha una sucesión de momentos de ternura, con altos ingredientes de emoción. Abrió el fuego el arzobispo de Madrid que, con su voz serena y pausada, fue desgranando sus impresiones sobre el libro y sobre el protagonista del mismo. El libro, compuesto por 14 historias de ternura del Papa, le pareció al cardenal “catorce poemas escritos con la vida del Papa” o “catorce armas para realizar la revolución que más necesitamos en el mundo: la de la ternura”.

Porque, a su juicio, “el Papa evangeliza con la vida, por atracción, por contagio y con delicadeza a la hora de marcar el camino de la misión”. De ahí que haya puesto en marcha una auténtica “revolución de la ternura, que tanto necesita este mundo, en el que parece que la indiferencia se apropia del corazón de los hombres”.

Y el cardenal de Madrid citó algunos de los gestos papales de ternura que dieron la vuelta al mundo, como “el abrazo al hombre de la cara llena de bultos o el chaleco naranja que recogió en Lesbos”. Para Osoro, gestos así son los que llegan a la gente, aunque “a veces, los que estamos en la Iglesia, no los entendemos o, incluso, nos puede molestar que se acerque a otros que no participan, pero ésa es precisamente la misión de Francisco”.

De otro chaleco como singo de ternura habló también el director de Proactiva Open Arms, que, al frente de su barco, ha salvado y sigue salvando tantas vidas de emigrantes en el Mediterráneo. Fue ese chaleco naranja, de una niña siria ahogada antes de llegar a la isla de Lesbos, el que Óscar Camps, le entregó al Papa. Como símbolo de la ternura, que “es de color naranja y patrimonio de la mujer”.

El activista, que se declara católico no practicante, aprendió a valorar al Papa, cuando le vio en Lesbos compartir la vida de los refugiados y pasar a la acción, llevándose de regreso al Vaticano a unas cuantas familias, en “un claro gesto, que representaba una clara bofetada a la Unión Europea que cerraba sus fronteras a cal y canto”.

Desde entonces, Camps supo que “este señor es un aliado” y se propuso hablar con él. Y lo consiguió. Primero, entregándole el chaleco que el Papa no sólo recogió con ternura, sino que, además, mandó colocar en la entrada del dicasterio romano dedicado a los emigrantes y refugiados. Y allí campea.

Después, el director de Proactiva se vio en otras ocasiones con el Papa y le enseñó fotos de la tragedia de los emigrantes y refugiados que intentan cruzar el Mediterráneo. “¿Cómo es posible?”, se indignó el Papa, al ver las fotos. Y resolutivo, le mandó visitar al presidente del Pontificio Consejo para los Emigrantes: “Vete a ver a Fabio Baggio y que prepare medidas concretas”.

-¿Es tierno el Papa?, preguntó Paloma a Andrea Tornielli, para introducir su intervención. -Sí lo es sí, contestó el director editorial de la Sala Stampa.

Y añadió que había venido a Madrid “por Eva, que es una periodista humilde y con sonrisa” y por su libro sobre el Papa de la ternura, porque “la ternura con raíces evangélicas es la manera de evangelizar hoy y la clave para entender a Francisco, que siempre nos presenta un Dios que, en vez de juzgarnos, nos abraza”.

Y el vaticanista bregado en mil batallas que, desde hace unos meses, se pasó al otro lado de la frontera vaticana, contó una experiencia vivida por el padre Jorge Bergoglio en Buenos Aires.

Por entonces, frecuentaba la iglesia que atendía el jesuita Bergoglio, una mujer, madre de cuatro niños pequeños, que había sido abandonada por su marido. La mujer no tenía trabajo fijo y, cuando no encontraba empleo, se prostituía para poder dar de comer a sus hijos. Desde la parroquia, le ayudaban con comida y con todo lo que podían. Un día, la mujer fue a la parroquia y pregunto por el padre Bergoglio, para darle las gracias. Él pensó que venía a darles las gracias por las bolsas de comida y se quedó boquiabierto, cuando la mujer le dijo: “Gracias, padre, sobre todo porque usted no ha dejado de llamarme señora”.

La editora Ángeles Aguilera se sumó a la fiesta, destacando que el libro “no es un retrato del Papa, sino que se nutre con las personas que se cruzan en su vida”. Por eso, llamó la atención de la editorial.

En su turno, la autora, como es lógico, tuvo palabras de agradecimiento para sus compañeros de mesa y para muchos de los presentes. Recordó, por ejemplo que, antes de marcharse a Roma, como corresponsal de la cadena Cope, fue a saludar a monseñor Osoro y éste le dio un consejo: “Nunca pierdas la perspectiva y ten siempre en cuenta que lo más importante de lo que oigas y veas es mostrar la verdad”.

Y eso fue lo que intentó hacer Eva Fernández en sus más de 4.200 crónicas vaticanas, que no sólo cambiaron su recorrido profesional, sino también su vida personal. Y, ahora, está “empeñada en que la revolución de la ternura se propague por el mundo”, porque “la ternura es contagiosa y cura heridas”.

A su juicio, siguiendo al Papa de cerca, aprendió que “sus mensajes también se sienten a través de sus gestos que conmueven y que gritan que querer no es complicado y que Dios no sólo nos ama, sino que nos ama con ternura”.

Unos gestos papales, como los de los viernes de la misericordia, que, según Eva Fernández “desbordan cariño, pero sin avasallar” y son gestos “que el Papa no hace por la foto ni para figurar”, porque “el secreto del Papa es querer de tú a tú” y, por eso, “está obsesionado por la reforma del corazón”.

En la ronda de preguntas, Paloma pidió a los presentadores de la mesa un titular sobre el Papa. Osoro: “Francisco evangeliza por atracción”. Óscar Camps: “El Papa del siglo XXI”. Andrea Tornielli: “El Papa de los presos”.

En el turno de preguntas, la periodista de la Cope, María José Navarro, preguntó cuál va a ser el siguiente paso en la estrategia de Eva Fernández, para conseguir que el Papa venga a España. Antes de que respondiese la periodista, el director editorial de la Secretaría para la Comunicación aseguró, medio en broma medio en serio, que “si, por fin, Francisco viaja a España, será por Eva”.

Óscar Camps se sumó a la propuesta de Tornielli: “Vendrá por Eva, pero primero tendrán que soltar el Open Arms”. “¿Por qué no viene en el Open Arms?”, lanzó Paloma García Ovejero. Y Camps replicó: “Le invitaré, lo prometo”.

Eva Fernández señaló que ya tiene preparado el próximo paso en su estrategia de pedirle al Papa que venga a nuestro país y confesó que “se le ve cada vez más animado para venir, entre otras cosas, porque le encanta España”. Por eso, “quizás se lo piense de cara al año 2021, por ser el año Ignaciano y por el aniversario compostelano”.

La corresponsal de Efe en el Vaticano, Cristina Cabrejas, también invitó a la mesa a retratarse, respondiendo a su pregunta sobre “el momento en que el Papa os rompió el corazón”. Para Andrea Tornielli fue la experiencia que vivió con el Papa en la isla filipina de Taclobán, cuando el Papa, en medio de un tifón, se enfundó su chubasquero amarillo y aguantó el chaparrón en medio de la gente.

Por su parte, el cardenal Osoro recordó dos situaciones del Papa que le llegaron al corazón. Su reacción de “vergüenza y dolor ante los abusos” y su encuentro con el niño, que tenía que hacerle una pregunta, pero se echó a llorar y el Papa lo abrazó y le pidió que le contase al oído por qué lloraba.

Para Óscar Camps, lo que le llegó al alma fue “el momento en que más perseguidos estábamos por Salvini en Italia, el Papa nos dedicó una misa privada en el Vaticano con 70 personas que nos apoyan”. A esa misa, el Papa invitó también a algunos de los rescatados por el Open Arms y a los generales de la Armada italiana. “A los generales les pegó un repaso y a nosotros nos dijo: 'Seguid haciendo lo que hacéis'”.

Tres ramos de flores para la autora pusieron el broche final a tantos recuerdos de denuncia profética y de misericordia del 'Papa de la ternura'. Y un vino español compartido.

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