El Papa recuerda el papel de las mujeres como “primeros testigos de la Resurrección” Francisco, sobre la masacre en Sri Lanka: “Que todos condenen estos actos terroristas inhumanos, jamás justificables”

Regina Coeli del Papa
Regina Coeli del Papa

El Gobierno del país acusa a un grupo islamista local de estar detrás de los atentados, con siete kamikazes, que causaron 290 muertos

“Que todos condenen estos actos terroristas inhumanos, jamás justificables”. En la celebración del Lunes del Ángel, el primer día después del Domingo de Pascua, el Papa Francisco volvió a recordar a las víctimas de la masacre en Sri Lanka, que se cobró la vida de 290 personas.

Un atentado que, según el Gobierno del país, fue causado por un grupo islamista local, el National Thowheeth Jama'ath (NTJ), que utilizó a siete kamikazes para perpetrar la matanza.

Durante el rezo del Regina Coeli, Bergoglio expresó “mi cercanía espiritual y paternal al pueblo de Sri Lanka”, así como al cardenal Rajith. “Rezo por las numerosas víctimas y heridos, y pido a todos que no duden en pedir toda la ayuda necesaria” concluyó el Pontífice.

No era un fantasma, ¡Jesús está vivo, con la carne!

Antes, el Papa había reflexionado sobre el pasaje que habla de la llegada de María Magdalena y otras mujeres al sepulcro vacío. “Todos los Evangelios destacan el papel de las mujeres como los primeros testigos de la Resurrección”, destacó Francisco, quien recordó cómo “ellas se acercaron a Jesús, abrazaron sus pies y lo adoraron. Lo tocaron, no era un fantasma. ¡Jesús está vivo, era él, con la carne!”, recalcó.

“La Resurrección de Cristo constituye el acontecimiento más sorprendente de la historia humana, que atestigua la victoria del amor de Dios sobre la muerte”, subrayó el Papa, incidiendo en que “a Jesús de Nazaret Dios lo ha resucitado, liberándonos de los dolores de la muerte”.

“Las mujeres fueron las primeras que se encuentran con el resucitado, y nos recuerdan sus palabras: No tengan miedo, vayan a anunciar”, añadió, subrayando que “estamos llamados a encontrarlo personalmente, y convertirnos en sus anunciadores y testigos”.

“Cristo, mi esperanza, ha resucitado. Y en él nosotros también hemos resucitado, pasando de la esclavitud del pecado a la libertad del amor (…). Dejémonos envolver por su luz gloriosa, que disipa las tinieblas del miedo y de las tristezas”

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