Diferentes discursos en un mismo palacio (II)

1º. -A propósito de la fobia y el odio a lo cristiano en Europa. 

El martes, 16 de diciembre (esta misma semana), en programa de media tarde, escuché en una cadena de T.V. europea, que ese mismo día, se había hecho público un Informe o Rapport titulado “Cristianofobia y odio anticristiano”, elaborado por el “Centro europeo por el Derecho y la Justicia”, en el que se indica que Europa es, en la actualidad, un teatro de cristianofobía. 

La atractiva presentadora del programa comunicó la noticia de la siguiente manera: “Después de lo de Alemania, hoy se publica el atentado anticristiano contra un mercado de Navidad en Polonia, y que, según el Informe del C.E.D.J., violencias y discriminaciones acosan a los cristianos y están explotando en Europa; unos cristianos ampliamente infravalorados y políticamente invisibles”. Y se preguntó la conductora del programa: “¿Hasta dónde se irá y cuál será el momento en que Europa proteja y reconozca a los cristianos, como reconoce y protege a los creyentes de otras religiones?

En la anterior y primera parte, ya escribí: “Es curioso que tanto se hable y escriba del escaso porvenir de los cristianos en todo el Oriente y en el Levante libanés por el avance del Islam y se contemple resignadamente el avance del mismo Islam en la Europa antes cristiana.

Se sabe que los problemas complejos no tienen solución fácil. No es preciso ser de la extrema derecha política para lamentarse del avance imparable, no sólo en Oriente Medio, también en Europa, del islamismo y lo musulmán. Habrá de preguntarse qué es lo que se debe hacer y quién debería hacerlo. Parece que la Iglesia Católica y su Estado, el de la Ciudad del Vaticano, han de actuar, no de manera que recuerde a la de antes, antiquísima, como poner de moda de nuevo a Santiago, “el matamoros” o declarar con solemnidad lo antiguo que en latín ahora no suena tan mal:  Extra Ecclesia non est salus. Ello con o sin ayuda de la Inquisición, originalidad y ocurrencia de Isabel la Católica que, por ser tan católica, los de Valladolid y su Metrópoli, quieren hacer Santa. 

Los discursos papales frente al Islam --en cualquiera de sus modalidades este último, blando o duro como el turrón de ahora, el navideño-- no están sirviendo para nada, tan inútil es como aquello de “sacar” a los judíos del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso y “meterlos” en el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (léase el artículo 146 de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (Año 2022). Y la inutilidad ya está acreditada.

Recuerdo un libro-ensayo de la filósofa francesa, Chantal Delsol, titulado La foi de la Chrétienté, manteniendo que se está en los finales de dieciséis siglos de cristiandad, debiendo distinguirse entre lo que es el final de la cristiandad de lo que es el final del cristianismo, de más duración este último (cristianismo) que la anterior (cristiandad), según la autora. 

No se trata sólo de agresiones físicas a cristianos, sean clérigos o no; de que se profanen iglesias o se prohíba rezar; que sean o no acción de musulmanes radicalizados o guerreros santos en Yihad. También están los laicismos bélicos, muy hostiles al cristianismo, debiendo de recordarse que el comunismo, el nazismo y el fascismo fueron anticristianos. Eso puede explicar mucho, así como lo de las modas estúpidas a base de capuchas para ellos y de chador para ellas. Y no se puede negar el efecto de encíclicas como Fratelli Tutti, nombrando, primero, al Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, luego besándole. La bondad de las intenciones es indiscutible.

2º.- Y yendo ya a los Discursos de Benedicto XVI y León XIV ante dirigentes, cristianos y musulmanes, en Beirut. 

A.- En el año 2012, el 15 de septiembre, fue el del papa Benedicto XVI en el Palacio de Baabda, sede de la presidencia de la República libanesa y en lengua francesa. Sabíamos ya entonces que Ratzinger era un papa teológico, como sabemos hoy que Bergoglio fue un papa pastor. El teólogo dejó escrita al pastor la encíclica Lumen Fidei (2013), completando así lo de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Serían otros teólogos los que escribieran la Carta-Encíclica de Francisco, que empieza así: “Dilexit nos”, que gustó tanto a León XIV que llamó Dilexi te a su Exhortación Apostólica.  

Benedicto XVI, como buen teólogo, sabía mucho del Derecho Natural y de la Ley Eterna. Santo Tomás, teólogo, también sabía de esto. Y, como buen teólogo, Benedicto sabía, además, mucho de Antropología, la que el mismo llamó “sana”, teniendo en cuenta que los asuntos muy de Dios, son también de sus criaturas.

El papa alemán, después de decir a todas las autoridades del Líbano allí presentes: “¡Mi paz os doy!”, y de declarar haber pedido a Dios que bendijera a todos, manifestó el deseo de hablar de la paz, entrando ya en materia. Se remitió al carácter sagrado de la vida que el Creador dio a la humanidad, lo que llevó inseparablemente a la dignidad del hombre. Añadió el Santo Padre, descalificando la guerra y los atentados terroristas: “Si queremos la paz, defendamos la vida”. Carácter sagrado de la vida, dignidad que es la verdadera naturaleza del hombre, todo lo cual es ley natural, según el Papa, “escrita” en el corazón humano por el lápiz divino. 

Mas adelante, Benedicto XVI se referiría a la fraternidad, al educar en la paz y al mal o al demonio, algo muy interesante estando el papa delante de un auditorio, en el que se destacaban las altas autoridades del Líbano, malignas y demoníacas, responsables de sangrientas guerras civiles.  

Y el Papa, antes de marcharse, se despidió como empezó: “¡Mi paz os doy y que Dios os bendiga!”. Y no olvidó la libertad religiosa, concluyendo lo que después del Concilio Vaticano II parece ya indiscutible, no antes: “La libertad religiosa es el derecho fundamental del que dependen muchos otros”. 

Acaso para entender mejor al Papa haya que leer la Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Oriente, firmada en el mismo Líbano el 14 de septiembre de 2012, y que, como todos los documentos de la Santa Sede o del Estado de la Ciudad del Vaticano, es muy interesante de lectura, subrayando con lapicero de buena punta, como hacen los judíos cuando leen.

B.- En este mismo año (2025), el 30 de noviembre, fue el Discurso del Papa León XIV, también en el Palacio de Baabda, no en británica lengua, sino en la norteamericana. El texto no da pistas para saber lo que finalmente el Papa será -todo permanece abierto-, siendo lo más novedoso el fajín morado de su joven clérigo, peruano y asistente, algo sobre lo que hicimos referencia en anterior artículo, dada la rapidez de los ascensos en la llamada Casa Pontificia.   

El texto -reitero- no da pistas de lo que será el papa en un futuro; sigue siendo como la Encíclica “Spe salvi”; y los movimientos reflejos de los hombros papales pueden ser anuncio de “encogimiento” de esos mismos, los hombros. ¡Dios no lo quiera! Dijo Prevost “reflexionar UN POCO” y lo hizo esbozando lo que consideró características de los “constructores de paz”, con palabras gratas al oído, como que el pueblo libanés no se rinde, que es de mucha resiliencia, característica imprescindible. Y remató León XIV: “Ustedes han sufrido mucho las consecuencias de una economía que mata”.  

Y como es natural, pidió el Papa a los cristianos libaneses que permanezcan allí y que regresen si emigraron antes. Estuvo bien que León XIV se acordara del papel imprescindible de las mujeres en construir y custodiar la paz, y también que se acordara de la danza y otras músicas. 

Acaso para mejor entender las profundidades del Discurso papal haya que leer lo que dijo a los participantes en el Jubileo de Iglesias Orientales el 14 de mayo, de este mismo año. Es como si lo hubiese escrito otro, no obstante. 

Mirando a León XIV, Santo Padre, apagando el sonido del televisor, recuerdo el proverbio, precisamente oriental, que dice: “El que monta sobre un tigre, ya no puede apearse”.   

Y como hecho a señalar, para el éxito de los viajes al Líbano de los papas Benedicto y León, los musulmanes chiitas de Hezbollah pusieron la mejor cara, ayudaron y hasta escribieron a León XIV, como recordó éste, a regañadientes, al volver a Roma volando. De la actitud de los musulmanes sunnitas nada diremos, pues son de finura, como sus halcones, en la grosera Península Arábiga. 

3º.- Recuerdo al libanés Amin Maalouf y al “palestino”, también de ascendencia libanesa Edward Said.

No se puede escribir del Líbano sin recordar a dos libanese. Uno es Amin Maalouf, geopolítico y autor, entre otras, de obras tan destacadas como Le Labyrinthe des égarés”, gracias al cual nos enteramos de las fechorías de “ese paraíso de los trabajadores” que es la China comunista (páginas 93 a 179 incluidas). Y Maalouf es en la actualidad el secretario perpetuo de la Academia Francesa, elegido al fallecimiento de Hélène Carrère d´Encausse, que tanto sabía de Rusia.  

El otro es Edward Said, palestino y con ascendencia libanesa por madre. A él debemos la explicación sobre el llamado “orientalismo”, que es también un conjunto de mentiras para consumo de los occidentales. Libro recomendable sobre Said, fallecido por leucemia, hace décadas, es la edición en castellano este año, titulado “La vida de Edward Said”, siendo el autor Timothy Brennan, y con referencias al Líbano. Libros como ese, son interesantes para conocer la realidad del Líbano, al igual que lo son los viajes de los papas a un país tan original, que tiene un cedro dibujado en la bandera. 

Y del libro gigante, Oriente-Occidente que, para leerlo precisa de un facistol como el que está en el coro del Real Monasterio de Santo Tomás o en el coro del Convento de San Esteban, escribiré otro día, para no cansar más hoy.