El papa (Prevost) y el cardenal (Becciu)
Un problema heredado
Para 'des/crear' a un cardenal hay que hacerlo o deshacerlo también de manera pública y solemne. La seguridad jurídica de Derecho Civil es trasunto de una previa y fundante seguridad jurídica de Derecho Canónico. Eso Francisco no se atrevió a hacerlo o deshacerlo
El lunes, 22 de diciembre, tuvo lugar el tradicional saludo navideño del Santo Padre a la Curia Romana, celebrado en la Logia o Aula de las Bendiciones en la Basílica de San Pedro, dentro del Vaticano. Entrando en la Logia y acompañando al Papa iba, a su izquierda, el recientemente nombrado Vice-Regente de la Casa Pontificia, el nigeriano Edward Daniang, agustino (O.S.A); a su derecha iba el secretario particular, el sacerdote peruano Edgar Rimaycuna, ya con sotana y botonadura, ribetes y fajín morados de monseñor.
La audiencia papal a los tradicionales miembros masculinos y novedosas femeninas de la Curia Romana, en activo o en pasivo, era un acto muy tranquilo hasta que Francisco, en los primeros años de su Pontificado, especialmente en los años 2014 y 2015, se empeñó en destacar los pecados de la Curia (2014) y enumerar las virtudes a desear (2015). El entonces decano del Colegio cardenalicio, Ángelo Sodano, aguantaba las acometidas papales al vaticano modo, o sea, “bostezando sin abrir la boca”. Y Sodano, un hombre eclesiásticamente disciplinado” según el mismo Francisco, renunciaría al cargo años después, en 2018, falleciendo en 2022.
El cardenal Sodano fue personaje importante, habiendo advertido en 2005, con ocasión del Cónclave en el que participó, de la fragilidad de Benedicto XVI, siendo prueba de ella, su renuncia, más tarde, en febrero de 2013. También aseguró Sodano, con enfado, que la elección en el Cónclave (2013) de Francisco --en el que por edad ya no pudo participar— era desacertada, muy de izquierdas (recuérdese que Sodano fue aplaudidor de Pinochet en Chile).
Por razones dichas o no dichas razones -todas desdichadas- la Logia de las Bendiciones en la Basílica o la Sala Clementina en el Palacio Apostólico son campos cinegéticos a los que, a veces, saltan liebres apetitosas para la caza y los cazadores. Y el día indicado, 22 de diciembre de 2025, en el lugar indicado, saltaron entre los curiales y el papa, piezas de caza, de la familia de los mamíferos y con largas orejas.
No nos precipitemos y vayamos por partes.
El cardenal Becciu
Becciu es natural de Cerdeña, isla del Mediterráneo; dicen que mafiosa como todas las islas de ese Mar. Sardo también fue Francesco Cossiga, que antes de presidente de la República italiana, fue Ministro del Interior en el tiempo del asesinato de Aldo Moro. Cossiga me interesó tanto que hasta leí su libro Per caritá di Patria. La peligrosidad de los sardos italianos como la de los corsos franceses no admite dudas. Renato Farina dijo que Cossiga le confesó: “Sono il capo dei gladiatori“.
Becciu, con gafas y montura de diseño, estaba en la Logia de las Bendiciones, en la primera fila, la de los cardenales, a la derecha mirando al Papa; era el número tres, estando junto al número cuatro, el cardenal limosnero-pontificio, Krajewski, que hasta la llegada de Francisco era un apuesto ceremoniero al que llamaban Konrad. El número uno de la fila era el cardenal Mamberti --de británica tiesura, aunque nacido en Marruecos--. Es prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, que no es el Tribunal de la Ciudad del Vaticano, que condenó a Becciu en primera instancia por los delitos relacionados con el escándalo inmobiliario de Londres.
El eclesiástico sardo saludó al Papa, sujetándole con fuerza la mano, y señaló más tarde, con el dedo, al Vice-Regente, que se acercó a saludarle, bajando unos escalones de la tarima en la que estaba. Luego Becciu, con maneras y énfasis de torero dando triunfante vuelta al ruedo, se dejó ver por los arzobispos de la Secretaria de Estado, uno el sustituto (Asuntos generales), y otro, el de Relaciones con los Estados y Organismos Internacionales). El jefe de éstos, el cardenal Parolín, ya se había ido.
El arzobispo Peña Parra
El venezolano Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado paras Asuntos Generales, fue el que, curiosamente, sucedió al arzobispo Becciu en ese cargo al ser creado cardenal en 2018, habiéndolo ocupado desde 2011. Peña Parra llevó todo el peso de los procesos judiciales tratando de defender la posición del Vaticano, lo cual supuso un enfrentamiento máximo con Becciu, culpando al venezolano de todos los complots. ¿Y qué opina del Secretario de Estado, tan callado, habiendo sido su superior?
Fue interesante ver el saludo entre el papa y el arzobispo en el Aula de las Bendiciones. Aquél parecía nervioso (metía, azorado, la mano izquierda en el bolsillo de la sotana blanca y con la derecha rascaba la nariz). Éste, el arzobispo, parecía estar serio y como enfadado. Y doy fe de lo que vi, pero no puedo dar fe de lo que hablaron, pues no lo oí. Una hipótesis es, tal vez, una queja de Peña Parra por la presencia, con ocasión de la Navidad, del cardenal Becciu, entre los cardenales, que tantos dolores de cabeza le causó y que está dispuesto a seguir causando al pastor venezolano. Si no fue el disgusto así, podía serlo con razón.
Hablaran de lo que hablasen, es indudable que el papa León XIV tiene en la persona y personalidad Becciu un gran problema, pues ha de clarificar su status, cardenalicio o no cardenalicio.
El papa Prevost
En artículo publicado en Religión Digital el 25 de abril de este año, analicé la importante disposición, la 36, de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis que a efectos de participación en Cónclave, declara que no participarán los que han dejado de ser cardenales, bien por deposición canónica (canonice depositi), bien por renuncia a la condición cardenalicia con consentimiento papal.
Si un papa quiere cambiar lo que una Constitución dispone, puede hacerlo, pero a través de otra Constitución, pero no por medio de “papelitos”, más o menos secretos, dirigidos al Secretario de Estado, y revelados con ocasión de un Cónclave. Es natural que la “creación” de cardenales se haga por un procedimiento, en que la publicidad es esencial, y ello para evitar que aparezcan sujetos estrafalarios basados en nombramientos secretos (este es el caso ficticio de la película Cónclave). Pues, para “des/crear” a un cardenal hay que hacerlo o deshacerlo también de manera pública y solemne. La seguridad jurídica de Derecho Civil es trasunto de una previa y fundante seguridad jurídica de Derecho Canónico.
Eso Francisco no se atrevió a hacerlo o deshacerlo.
Y ahora el problema lo heredó León XIV de manera pura y simple, y sin poder parapetarse en beneficios de inventario. León XIV habrá de deponer a Becciu de su condición cardenalicia, sin necesidad de esperar a condena definitiva, lo cual es mucho más radical que prohibir asistir a tal o cual ceremonia, como la de las felicitaciones navideñas. Y dejando a salvo, naturalmente, la posibilidad de que el cardenal renuncie a esa condición cardenalicia totalmente, jamás de carácter parcial. Y es que los sardos son muy suyos, pareciendo difícil que lo haga.