Alegraos porque Dios está cerca.
| Luis Van de Velde
“Ningún cristiano debe sentirse solo en su caminar, ninguna familia tiene que sentirse desamparada, ningún pueblo debe ser pesimista aún en medio de las crisis que parecen insolubles, como la de nuestro país. Dios está en medio de nosotros. Tengamos fe en esta verdad central de la sagrada revelación. Dios está presente, no duerme, está activo, observa, ayuda y a su tiempo actúa oportunamente. Por eso la presencia de Dios despierta en el corazón la verdadera alegría: ¡Alegraos en el Señor! De nuevo os repito; ¡Alegraos porque Dios está cerca!! (homilía del 16 de diciembre de 1979)
Esta cita de monseñor Romero nos hace pensar en la tremenda dificultad para cumplirla cuando se vive en la pobreza (casi siempre resultado del empobrecimiento), en la enfermedad (grave o terminal), al tener que huir, al ser violado, al ser torturado, al quedarse sin trabajo, durante un duelo, al ser consciente de la explotación y no poder salir porque el hambre obliga a aguantar, etc. También podemos tener en cuenta situaciones a nivel de país: guerra, represión, persecución, acoso violento (en todas sus formas), exclusión del sistema educativo, sanitario y de seguridad. Podríamos seguir ampliando estas situaciones de inhumanidad a las que millones de personas se ven obligadas a vivir y sufrir por causa de otros en guerras, genocidios, hambrunas, etc. ¿Cómo no sentirse desamparado?
¿Cómo se puede entender el mensaje de Monseñor en situaciones de «cruz» como las que hemos mencionado anteriormente? ¿No estaremos, en términos cristianos, mucho más cerca del grito de Jesús en la cruz: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»? No sabemos cómo sonaría ese grito en el lenguaje de otras religiones. Pero pensamos que en cada cultura, religión e idioma deben existir expresiones muy semejantes. Es el primer grito desde la miseria.
Quienes no oyen ese primer grito, quienes no se despiertan, quienes no tienen entrañas de misericordia, jamás tendrán el derecho de hablar como lo hacía monseñor Romero, recordando que «Dios está en medio de nosotros». Sin la conmoción interior que se traduce en acciones concretas de bondad, solidaridad y lucha por cambiar la situación de «cruz», nadie puede decir al que sufre «Dios está presente». Esto significa que, primero, las y los creyentes tenemos que vivir, sentir, actuar y ser testigos de las «entrañas de misericordia de nuestro Dios» (Lc 1, 78). Solo así seremos transparentes hacia Dios «en medio de nosotros».
En América Latina, es más que costumbre que los políticos terminen sus discursos con «Que Dios nos bendiga a todos» o «Que Dios bendiga a nuestro pueblo». Son palabras vacías y engañosas, ya que sus conductas no responden a la misericordia de Dios. No tienen «entrañas de misericordia».
De monseñor Romero sabemos que sí las tenía. Sus homilías son expresión verbal y emocional de su sufrimiento con quienes sufren. Por eso, en nombre de Dios, pudo denunciar los atropellos y afirmar con toda honestidad y congruencia ética que «la presencia de Dios despierta en el corazón la verdadera alegría». La alegría del Evangelio brota del corazón de quienes cargan con la cruz de los demás y luchan por liberarlos de las pesadas cruces impuestas por los idólatras del poder y del dinero. Podemos arriesgarnos a dar testimonio de la misericordia del Dios de Jesús.
Quienes pretenden vivir y celebrar la alegría del Evangelio sin cargar con la cruz de quienes sufren se engañan. No logran ser sacramento (signo-instrumento) del Reino de Dios. Las liturgias bonitas, las celebraciones religiosas emocionantes con cantos y alabanzas, danza y alegría, sin la presencia concreta de quienes sufren y sin solidaridad práctica constante con quienes cargan con su cruz, serán como humo o ruidos que desaparecen en nada. Vivir con «entrañas de misericordia» es la condición para la liturgia auténtica y para experimentar la alegría verdadera por la cercanía de Dios.
¿No será que los creyentes cristianos de hoy transmitimos tan poca alegría evangélica a nuestro entorno precisamente por nuestra falta de «entrañas de misericordia»?
Cita 7 del capítulo IX (La esperanza ) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”