Cuaresma, transfiguración del pueblo de Dios

2° domingo de la Cuaresma  – B  -    Mc 9,1-9    25 de febrero  2024

Monseñor Romero titula esta homilía "Cuaresma, transfiguración del pueblo de Dios".  Para la reflexión de esta jornada, elegimos algunas citas[1] vinculadas a versículos del Evangelio de este día.

“Fijémonos en el Evangelio de hoy (…) Ahí aparecen Moisés y Elías como las dos cumbres más altas del pueblo de Dios.  Moisés (…) será el conductor hacia la libración de ese pueblo, el profeta que Dios anunció y al que hay que oír. (…) “El nuevo Moisés transfigurado es el Hijo de mis complacencias, oídle”.  Moisés, pues, es una cumbre del Viejo testamento y, por eso, tenía que estar ahí, donde está desembocando  toda la corriente de las promesas que Dios hizo a Abraham. (…)  Aparece también Elías, la cumbre del profetismo.  Elías, en una situación, quizás, parecida a nuestra patria salvadoreña: crímenes, distorsiones en la verdad, maquinaciones políticas indignas, manejos de soborno a la justicia, abuso de las riquezas y del dinero.  Elías huye al desierto:”¡ya basta, Señor!” – como nuestro lema de la procesión de sacerdotes: “Basta ya”.  Pero Elías en un tono casi de pesimismo, se arrimó a una matita, que apenas da un poquito de sombra en el desierto, para morir. Ya quería morir, cuando Dios lo manda despertar: “Levántate que todavía te resta un gran camino que caminar”.  (…) Dios lo anima: “No tienes que morir, tienes que seguir trabajando.”

“Queridos hermanos, este es el pueblo de Dios. Pueblo que cree, como dice la Biblia hablando de Abraham: “Creyó contra toda esperanza”. ¡Qué necesario nos es eso ahora aquí en El Salvador: creer contra toda esperanza, aun cuando aparezcan apagadas todas las luces, cerrados todos los caminos!   Si la fe de Abraham (…) llega a nosotros, imitémoslo.  Si el valor de Moisés, aun cuando sufría la persecución de su propio pueblo, lo hizo llegar hasta la muerte para ser fiel al designio que Dios tenía sobre su vida; si la fidelidad de Elías lo llevó también, aun cuando, pesimista, pensaba hasta en un suicidio, a levantarse y seguir trabajando, ¿qué nos impide a nosotros, hermanos salvadoreños, pueblo de Dios de 1979? Nuestro desierto, nuestra cuaresma, nuestra sangre, todo eso se puede convertir en liberación, en luz, en consuelo y esperanza.”

En esta homilía, el arzobispo habla del significado de la presencia de Moisés y Elías en el relato de la experiencia de la "transfiguración" de Jesús en presencia de algunos discípulos en el monte Tabor.  No entendemos este significado si no recordamos quiénes eran Moisés y Elías en la memoria religiosa colectiva del pueblo de Palestina en la época de Jesús.  

Moisés representa la liberación de la esclavitud y la opresión, y eso como una misión de Dios.  La Biblia dice que el Señor habla a Moisés para que le escuchen y confíen en él como libertador de parte de Dios.  (véase Ex 19,9).   Jesús se inscribe en esta misma tradición.  Dios habla en Él y llama a los discípulos para que le escuchen. (Mc 9,7).  La encarnación (humanización) de Dios en Jesús retoma con toda su fuerza el acontecimiento liberador de 1.200 años antes.  "Por eso te envío ahora al Faraón: tienes que sacar de Egipto a mi pueblo, los israelitas" (Ex 3,10) En el monte Tabor, esa misión en Jesús se hace muy real. Es el propio compromiso de Dios, su nombre: Yo-estoy-ahí-en-la-liberación.

La otra figura bíblica fuerte es Elías, la cumbre tradicional de la profecía fiel en la antigua alianza.  Monseñor Romero ve un claro paralelismo entre la vida del pueblo en tiempos de Elías y en su propia época (1979, El Salvador). ": crímenes, distorsiones en la verdad, maquinaciones políticas indignas, manejos de soborno a la justicia, abuso de las riquezas y del dinero ".   Sigue siendo un resumen (limitado) más que actual de lo que ocurre en muchas partes del mundo aún hoy (2024).  ¿Quién no se sentiría decepcionado, como Elías, cuando los poderosos no escuchan las llamadas proféticas?  ¿Será también nuestra tentación renunciar a soñar y trabajar por un "mundo diferente"?  Es muy probable, pues, que ésa haya sido una de las tentaciones más amenazadoras para el propio Jesús.   El antiguo relato bíblico habla entonces de Dios mismo dando un codazo a Elías y diciéndole que no se rinda, que se levante, que siga en el camino, que aún queda mucho por hacer, que Dios espera que siga hasta el final.   Esas palabras también habrán sonado en el corazón y en el alma de Jesús en momentos de tentación de rendirse.   Denunciar toda forma de injusticia, de mentira, de corrupción, y reclamar otras formas de vida fortalecidas por la esperanza del Reino de Dios es, por tanto, la misión profética del "Hijo amado de Dios".   La presencia de Elías en la experiencia del Tabor deja aún más claro a los discípulos quién es Jesús.

Monseñor Romero se dirige luego a la comunidad que le escucha, en la catedral de San Salvador y en los numerosos lugares donde le escuchan por radio.   Empieza con Abraham, que salió porque creía que un mundo justo y solidario era posible a pesar de todo.   Va a dar los primeros pasos para convertirse en el padre de un pueblo que da testimonio de esa fe.  Todo parece oponérsele, y sin embargo lo hace. Abraham se levanta y parte: "Abram partió como el Señor le había dicho" (Gn12,4).   El obispo pide " creer contra toda esperanza, aun cuando aparezcan apagadas todas las luces, cerrados todos los caminos!”  Cuando la fe de Abraham (...) llegue hasta nosotros, imitémosla".  Incluso hoy en día, muchas luces se han apagado y muchos caminos de paz se han cerrado con las guerras que no sólo causan tanto sufrimiento a nivel local, sino que también amenazan con convertirse en amplios conflictos mundiales.   Nos necesitamos unos a otros para creer como Abraham y no rendirnos.    Monseñor Romero nos recordó entonces " Si el valor de Moisés, aun cuando sufría la persecución de su propio pueblo, lo hizo llegar hasta la muerte para ser fiel al designio que Dios tenía sobre su vida ".  También nosotros necesitamos hoy ese coraje para perseverar en las barricadas. También hoy, la llamada liberadora de la Iglesia parece demasiado débil frente a la brutalidad de nuestro mundo.  Que también nosotros seamos fieles a nuestra misión de ser cooperadores en el plan de Dios de ese mundo nuevo". 

Por último, explica como " la fidelidad de Elías lo llevó también, aun cuando, pesimista, pensaba hasta en un suicidio, a levantarse y seguir trabajando ".  Quizás podemos seguir escuchando la voz de grandes profetas de hace unas décadas, pero hoy la mayoría de los cristianos parecemos guardar nuestra misión profética en un cajón.  ¡¡¡¡Dios nos llama: levántate y trabaja en!!!!   Esas tres figuras bíblicas confluyen en el sermón de Romero en la figura de Jesús, tal como será en plenitud (tras su paso por la cruz).  Por eso se atreve a decir a su pueblo: "¿qué nos impide a nosotros, hermanos salvadoreños, pueblo de Dios de 1979?  Con la fe de Abraham, la valentía de Moisés y la fidelidad de Elías, estamos junto a Jesús mismo, junto a los profetas y mártires de todos los tiempos.  ¿Qué nos impedirá levantarnos?

Terminamos con aquella llamada de Mons. Romero a vivir este tiempo de Cuaresma como "nuestro desierto, nuestra Cuaresma, nuestra sangre" que puede convertirse entonces en "liberación, luz, consuelo y esperanza".  La Cuaresma es mucho más que una preparación cultual para la celebración litúrgica de la Pascua.   Se nos remite a la dura realidad en la que tiene que vivir la inmensa mayoría de la gente, a sus caminos de cruz.  En esos caminos, se nos encomienda hacer posible la "liberación", "llevar luz" a la oscuridad de sus vidas, "consuelo" a los que están agotados y abatidos, "esperanza" a los que están perdidos.   Del mismo modo, también nosotros podremos cambiar de forma: Él nos ha mostrado el camino. Él es el Camino hacia la vida.

Sugerencias de preguntas para la reflexión y praxis, personal y comunitariamente..

  1. ¿Cómo está nuestra fe abrahámica? ¿Qué pasos hemos dado hasta ahora para levantarnos de verdad y arriesgarnos por un mundo nuevo?  Cuáles son los desafíos hoy?
  2. ¿Cómo está nuestro valor de Moisés? Hay tanta injusticia y violencia en el mundo y a nuestro alrededor.  Qué pasos estamos dando para contribuir con valentía a la liberación de las personas?
  3. ¿Y nuestra fidelidad como Elías? ¿Recordamos los momentos en los que estábamos hartos y cansados, momentos en los que pensábamos "de todas formas no conseguiremos nada"?  ¿Cómo respondimos entonces?   ¿Cómo podemos seguir siendo fieles hoy?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo IV – Ciclo B,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2007, p 270-271

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