Hoy viene el mediador de la nueva alianza

Domingo de Ramos  – B  -    Mc 14,1-15     24 de marzo de  2024

Monseñor Romero titula esta homilía "Hoy viene el mediador de la nueva alianza".  No da un comentario sobre el texto del evangelio de hoy.  Para la reflexión de hoy hemos escogido una cita[1] del evangelio que se lee durante la procesión de las palmas: Mc 11,9

“En ese “resto” está la salvación que Dios trae, porque de allí procede el Hijo de David, que hoy es aclamado: “Bendito el que viene! ¡Hosanna al Hijo de David”. (…) Los que le salieron al encuentro a Jesús en Jerusalén, hace 20 siglos, fueron hombres de su tiempo, llevaban la historia de su pueblo, las frustraciones y esperanzas de Israel. Hoy, aquí, somos los salvadoreños con nuestra propia historia y no solo así como un pueblo en general, somos cada uno de nosotros  sentimos que Cristo es “mi” redentor como redentor de todo el pueblo y siento que, en esta procesión, se destaca eso que en Puebla[2] se acaba de describir: el rostro del hombre latinoamericano.

Rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar; Rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación; Rostros de indígenas y con frecuencia de afroamericanos, que, viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres; Rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan; Rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos; Rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos; Rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales; Rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen.”  Esta es la procesión de nuestro Domingo de Ramos.”

Quizás las procesiones del Domingo de Ramos ya no están de moda en las parroquias y comunidades europeas.   En América Latina, siguen siendo una importante manifestación de fe popular.  En 1979, la procesión de las palmas iba de la iglesia del Calvario a la catedral.  Para Mons. Romero, los rostros de la gente en la procesión eran expresiones de los muchos rostros del pueblo salvadoreño.   Por eso también reitera algunos párrafos tan claros del Documento de Conclusiones de Puebla.

El pequeño pueblo de Palestina de hace 2.000 años recibió a Jesús en Jerusalén.  Probablemente ignoraban el final fatal y brutal de la vida de Jesús.  Pero aquel pueblo pequeño, con su miseria, sus frustraciones, su (des-) esperanza expresaba que en aquel Jesús el futuro de Dios estaba cerca para ellos.   El rey David se había convertido durante siglos en un signo mesiánico de la fidelidad de Dios a su pueblo: un hijo de David.   Aunque hoy no podemos formarnos una imagen histórica de lo que ocurrió exactamente, los evangelios no dejan lugar a dudas: aquel pueblo pequeño (explotado, empobrecido, oprimido) volvió a ver en aquel Jesús una Luz de la presencia de Dios.   Quien había guiado y liberado al pueblo de la esclavitud (Egipto) y del Exilio (Asiria, Babilonia) les habló claramente de nuevo en aquel Jesús.  ¿Habría llegado ahora el momento de la salvación?

Monseñor Romero actualiza esos rostros de pequeñas personas víctimas de las dinámicas sociales.  En la Procesión de Ramos, pues, ve a niños, jóvenes, pequeños agricultores, obreros, desempleados, habitantes de barrios marginales, ancianos.  Y describe -como hicieron los obispos en el documento de Puebla- a esos grupos de personas con un lenguaje que muestra más que claramente la injusticia.  En cada país, en cada ciudad, estos grupos son reconocibles.  Monseñor Romero nos invita a hacer visibles esos rostros en la Procesión de Ramos (ya sea en grande o tal vez todavía algo simbólicamente en o alrededor de una iglesia).  ¿Quiénes son para nosotros hoy, en nuestra sociedad de aquí, esas personas que son expulsadas por los actuales procesos de desarrollo, mientras sigue creciendo el poder y la riqueza de unos pocos?   Una buena preparación para el Domingo de Ramos podría ser hacer ese ejercicio: ¡demos un rostro concreto a las víctimas de nuestra sociedad!  Pues ellas son las actuales y primeras presentes en la procesión de Ramos si queremos trasladar la inspiración evangélica a nuestra situación actual.

Releamos esos textos del documento de Puebla y luego miremos a nuestro alrededor: ¿dónde vemos ahora esos rostros entre nosotros?  El Antiguo Testamento habla de los pobres, de las viudas, los huérfanos y los extranjeros en medio del pueblo. Jesús habla de los que tienen hambre y sed, de los que están enfermos, de los que no tienen casa, de los que son extranjeros, de los que están en la cárcel.   Hagamos que sus rostros sean visibles y, si es posible, estén visiblemente presentes en la procesión de las palmas de este año.  Pero pongamos también las causas junto a ellos.   Pongamos nuestros dedos en las heridas abiertas en nuestra sociedad.  Monseñor Romero dice: "Esta es la procesión de nuestro Domingo de Ramos" Si recibimos una rama de palma (bendecida), caminamos con ella y nos llevamos también la palma a casa, que nos recuerde ese grito de los pobres por la liberación y nuestra fe en que en ese Jesús (su historia, su vida y nuestro compromiso en su camino) actúe la liberación y la salvación de Dios.

Sugerencias de preguntas para la reflexión y praxis, personal y comunitariamente..

  1. ¿Cómo hemos vivido o celebrado hasta ahora el Domingo de Ramos? ¿Qué ha tenido que ver con nuestras vidas?  Qué ha tenido que ver con los "pobres" que nos rodean?
  2. Cómo podemos hoy dar voz a ese grito de angustia, a ese grito de esperanza de la "gente pobre y herida" que repetimos el Domingo de Ramos " Bendito el que viene: Hosanna al Hijo de David"?
  3. Al comenzar esta Semana Santa, ¿podemos dar un paso adelante para hacer más posible el Reino de ese "Hijo de David"?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo IV – Ciclo B,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2007, p 352-353

[2]  https://www.celam.org/documentos/Documento_Conclusivo_Puebla.pdf   num. 32-39

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